Los trabajadores de los municipios bonaerenses exigen reabrir la negociación salarial. Los sueldos se ven pulverizados por la inflación. Los intendentes rompen el chanchito, aunque la carrera es desigual para los empleados
Saben que van a perder. El desafío es que sea una derrota digna, acercándose lo más que puedan al objetivo de arrimarse a la desbocada inflación.
Como en la fábula del burro y la zanahoria, los trabajadores de los municipios bonaerenses saben que van detrás de un imposible, pero no se resignan.
Lejos quedaron las expectativas del Gobierno de firmar una pauta del 15% en base al índice de precios. Ahora se habla de que el porcentaje estará más cerca del cuarenta o el cincuenta.
Por eso, los sindicatos piden reabrir paritarias, en aquellos distritos en los que se negocia. En otros es el Ejecutivo el que fija el número, en un contexto de achicamiento de sus presupuestos, esquilmados por el alza en el precio de los combustibles, la inflación y el golpe de gracia: la eliminación del denominado Fondo Sojero.
Los jefes comunales, sin importar su color político ni el tamaño de su distrito, rascan el fondo de la olla y -con mayor o menos generosidad- acceden a arrimar un mango más hacia el final del año.