Por Hernán Sánchez y Andrés SosaLo que dijo Kicillof en su carta en X se ha convertido en un mandamiento para su entorno, que repite hasta el cansancio: “A Axel no le interesa romper nada”. Pero la frase no queda ahí y se subtitula con un intrigante “él no quiere romper, pero parece que lo están como llevando a eso”. En esa línea, hace un par de semanas, Jorge Ferraresi dijo en una reunión que, como van las cosas, el peronismo tendrá listas separadas en las elecciones del año que viene.
Es esa la madre de las batallas, el verdadero trasfondo de una pelea en la que Cristina Fernández quiere ganar centralidad para digitar, una vez más, las nóminas legislativas, ya no sólo de la Provincia, sino del país. Su desembarco en el PJ Nacional persigue, entre otros, ese objetivo, bajo la creencia de que las nóminas tienen que reflejar pureza para evitar los Poncio Pilatos y los Judas. También para alinear a los PJ provinciales que se muestren díscolos a su conducción. Será sometimiento o intervención.
Desde el círculo íntimo de CFK sostienen que la frialdad de la relación “es de su parte”, en referencia al mandatario provincial. De esta manera, el distanciamiento entre ambos se evidencia cada vez más, casi al mismo ritmo que se profundiza la interna en el justicialismo. Kicillof no se sumó al operativo clamor y no se expresó en favor de la candidatura de Cristina para conducir al partido. Ante esta situación, el mensaje que salió desde el Instituto Patria fue contundente: “Los apoyos que han venido de diferentes lugares han sido sin ningún tipo de condicionamiento”.
“Ir a interna para Cristina es fabuloso porque cada lugar que ocupó como funcionaria fue a través del voto y siempre le fue bien. Esta no va a ser la oportunidad que cambie eso, le va a ir bien”, se entusiasman en el cristinismo.
En la reunión del viernes en la sede del gremio SMATA, donde lanzó la ya célebre fase “los Judas y los Poncio Pilatos en el peronismo no van más”, la expresidenta se mostró dolida porque pocas horas antes, en Berisso, Kicillof no dijo lo que ella quería que dijera: un simple “Cristina tiene que presidir el PJ”. Pero más le dolió y embroncó que el bonaerense no se pusiera al hombro la tarea de bajar a Ricardo Quintela de la pelea por el partido. En el gobierno provincial aseguran otra cosa, al referir que Axel le dijo al “Gitano” que no le convenía entrar en esa disputa, que iba a perder por goleada y que, además, le iba a complicar su gestión al mando de la provincia más grande del país.
A Kicillof también le duele el quiebre con su madre política y, tanto él como su entorno, prefiere cargar las tintas en Máximo. Creen que el hijo “está obstinado en mostrarle a Cristina que Axel es un traidor”. Pero la evidencia de que todo está avalado por ella obtura cualquier intento por dejar a salvo una relación rota, con un difícil punto de retorno. En la Gobernación niegan que Axel y Cristina se hayan visto la semana pasada. La Cámpora dice lo contrario. Quizá sea un gesto del Gobernador para no traicionar el supuesto pacto de que de la reunión debía mantenerse en secreto. Desde la organización K se encargaron de decir que hablaron más tres horas y que si Kicillof no decía nada era porque “le fue mal”. Como para sumar intriga, en calle 6 apuntan que “lo más fácil era llamar por teléfono o reunirse para arreglar las cosas”.
“Si Cristina quiere ser candidata a presidenta en 2027 nosotros la vamos a acompañar, porque es lo mejor que nos pasó, pero eso tiene que estar sustentado en un proceso nuevo. Si es con ella o con otro debe ser con una alternativa nueva, como ella misma lo dijo en Merlo cuando planteó que el sindicalismo del 45 ya quedó viejo, por ejemplo”, sentencian en las huestes kicillofistas. Un mensaje que La Cámpora y la propia Cristina descreen, en el convencimiento de que Kicillof se quiere emancipar y encarar la renovación despegándose del kirchnerismo.
“Ellos (La Cámpora) creen que si algo pasa por fuera del dedo de Cristina les resta poder”, se quejó un ministro bonaerense. Kicillof reconoce, o al menos reconocía hasta ahora, la conducción de Cristina, pero no soporta intermediarios. “No voy a dejar que esa conducción que hasta ahora fue de Cristina hacia mí, me la tercericen con Máximo”, es lo que advierte desde hace un tiempo largo, y lo que fue desgastando la relación.
Para el camporismo, cuestionar a Máximo Kirchner es cuestionar a la conducción de Cristina. El planteo es que ella decide en quién delega los roles y MK es al que designó para llevar adelante la tarea en la Provincia. Por lo tanto, “quienes lo niegan, niegan a Cristina”, desafían. Sostienen que es Kicillof quien comenzó a distanciarse de la jefa y que cada vez la consulta menos. Depositan en el Gobernador la responsabilidad sobre la frialdad en el vínculo, además de repetir hasta el hartazgo que no logra ordenar -sobre todo- a Andrés Larroque y Jorge Ferraresi, dos ultra K que se cansaron del “dice Cristina que…”.
El otro problema sobre la mesa es que -según cuentan- Kicillof dejó de consultarle a la exvicepresidenta sobre las medidas de gobierno en la Provincia. Eso le hizo saber Máximo Kirchner a un exintendente alineado al Gobernador. Incluso, trascendió que CFK no se entera por boca del mandatario provincial de las medidas de mayor impacto, sobre todo las que son de proyección nacional y de cooperación con otras provincias. En resumen, consideran al mandatario un mero delegado, que debe gozar de escasa o nula independencia, a la vez que inquietan con una frase comparativa hiriente: “Si sigue haciendo lo que está haciendo hasta ahora, de separarse de ella, va a terminar como Alberto”.
Axel se esforzó en Berisso pero no logró atemperar la aguas, sino todo lo contrario “Tenía que dejar en claro que lo conduce Cristina y que no es un traidor”, apuntó un funcionario, quien se quejó de las columnas del periodista Horacio Verbitsky, que emula al Gobernador con Augusto Timoteo Vandor. Traidor es la palabra que más duele en la residencia gubernamental bonaerense. Por eso Kicillof ataja a quienes lo quieren empujar al divorcio definitivo. Dice, “si me quieren echar del kirchnerismo, que me echen ellos; yo no me voy a ir. Que me echen si quieren, pero traidor nunca”. Con esa consigna es que la nombró varias veces en el acto del 17 en Berisso, aunque no dijo lo que ella y sus acólitos esperaban.
No obstante, en el entorno de Kicillof albergan la esperanza que haya un camino hacia la reconciliación, porque CFK muchas veces habilitó rencillas y que sus laderos salieran a marcar la cancha contra alguien, para después tomar una decisión en contrario. En un pasado cercano los perdones alcanzaron, entre otros, a Sergio Massa y Alberto Fernández, ¿por qué no habrían de alcanzar en 2027 a Kicillof?
Los bonaerenses que salen a la canchaLa presidencia del Partido Justicialista (PJ) nacional por el momento se resolverá con una elección interna que nadie quería, pero que grafica la crisis política que atraviesa el partido. Cristina Fernández y Ricardo Quintela presentaron al equipo con el que proponen ir a las urnas el 17 de noviembre. Entre los candidatos hay mucha presencia bonaerense, con dirigentes de peso actual y otros con un largo trayecto recorrido.
El PJ tiene un total de 3.024.760 afiliados en todo el país y la chance de ir a comicios implicará un despliegue enorme para la estructura partidaria. De total de personas, 1.160.218 se encuentran en la provincia de Buenos Aires y forman parte del 38,4% del padrón. Por ese motivo, la batalla más importante se dará en el territorio gobernado por Axel Kicillof.
En este marco, la participación de referentes de la provincia más grande del país será vital para obtener buenos dividendos. La lista que encabeza CFK posee varios intendentes del Conurbano entre sus filas, mientras que la que tiene al riojano como candidato lleva a unos cuantos viejos lobos de mar.
La boleta de “Primero la Patria” entre sus consejeros titulares tiene a Vanesa Siley, Teresa García, Wado de Pedro, Agustina Propato, Abel Furlán, Fernanda Raverta, Mayra Mendoza, Gustavo Menéndez, Alicia Aparicio, Felipe Solá, Julián Domínguez, Florencia Lampreabe, Federico Otermin, Leonardo Nardini, Federico Susbielles, José Ottavis y Ariel Sujarchuk.
Los jefes comunales que saldrán a bancar a Cristina son Mariel Fernández (Moreno), Mendoza (Quilmes), Menéndez (Merlo), Otermin (Lomas de Zamora), Nardini (Malvinas Argentinas), Susbielles (Bahía Blanca) y Sujarchuk (Escobar). De este modo, con un solo alcalde del interior (Sexta sección), buscarán hacerse fuertes sobre todo en la Primera y Tercera sección electoral.
Asimismo, la papeleta de “¡Federales! Un grito de corazón” cuenta con Victoria Tolosa Paz, Gastón Harispe, Cecilia Gómez Mirada, Baldomero Cacho Álvarez de Olivera, Horacio Tettamanti, Julio Daniel González, Fernando “Pato” Galmarini, Verónica Juarez, Salomé Pereyra, María Fernanda Gómez, Alberto Pérez, Mariana de Alva, Gustavo Marcelo Aguilera, Javier García, Esteban Concia, Florencia Espinosa, “Manino” Iriart, Juan Ramos y Santiago Cafiero.
En este sector resaltan la presencia de dos dirigentes que fueron muy cercanos a Alberto Fernández como los diputados nacionales Tolosa Paz y Cafiero. También cuenta con históricos como Galmarini y Cacho Álvarez.
TENSION
Los jinetes camporistas en el gabinete de KicillofLa crisis política que envuelve al peronismo hizo rememorar lo sucedido con Alberto Fernández cuando se enfrentó a Cristina Fernández en septiembre del 2021. En aquel entonces, los ministros camporistas pusieron su renuncia a disposición, pero finalmente se quedaron en sus puestos.
Ahora, en plena disputa entre Axel Kicillof y CFK, se hicieron presenten los fantasmas de hace poco más de tres años ya que La Cámpora posee bajo su control cuatro ministerios bonaerenses. Justicia y Derechos Humanos con Juan Martín Mena, Salud con Nicolás Kreplak, Ambiente con Daniela Vilar y Cultura con Florencia Saintout.
Ambos sectores saben que cualquier movimiento en la estructura del Gobierno bonaerense implicará una declaración de guerra total. Por lo tanto, con mucho cuidado, confirman que la intención no sacar a nadie ni tampoco retirarse de las carteras.
“El Gobernador no tiene previsto ninguna modificación en el gabinete, venimos trabajando muy bien con todos los ministros y ministras", afirmó el ministro de Gobierno, Carlos Bianco, el lunes. Del mismo modo, como marcan los antecedentes, La Cámpora no suele dejar vacantes espacios de poder ni los lugares con grandes flujos de caja que ostenta.
Sin embargo, un terreno a poner bajo la lupa será la Legislatura bonaerense donde Kicillof no cuenta con una mayoría interna que le responda. Por el contrario, el camporismo junto al grupo de Martín Insaurralde tienen mucha influencia. También será vital el rol que juegue Sergio Massa con el FR.
PERONISMO EN CRISIS
Los desencuentros que concluyeron con una riña que nadie esperabaEl Congreso del PJ nacional realizado el 22 de marzo comenzó a marcar el derrotero del peronismo que ahora se encuentra en las puertas de una inédita elección interna (sería la primera en la historia) para definir su presidente. En aquel entonces no hubo acuerdo a ungir al reemplazante de Alberto Fernández y todo fue cuesta arriba.
Ese día ya se expresaban las diferencias entre el camporismo y el kicillofismo, que se evidenciaron en la instancia que tuvo a Gildo Insfrán como presidente. Cristina Alvarez Rodríguez, que es vicepresidenta primera, fue propuesta por el sector que acompaña a Kicillof, pero los cristinistas plantearon que no le correspondía porque no había orden de prelación en los vice.
Ante esto, un llamado a Insfrán le hizo saber que CFK quería que sea Wado de Pedro, pero el formoseño le contestó “si Cristina quiere que sea Wado que me llame, me diga que tiene que ser él y lo discutimos, sino que lo presida ella”.
Desde allí la tensión escaló más y hubo varios candidatos frustrados. Sin Wado en la cancha se tiró el nombre de Lucía Corpacci, que tampoco prosperó. Juan Manzur fue otro de los propuestos, pero alegó que en esas condiciones no lo haría. Hasta que Ricardo Quintela levantó la mano y se propuso para ser la prenda de unidad. Además, su objetivo estaba puesto en batallar contra Martín Menem, el actual titular de la Cámara de Diputado de la Nación, y un escenario nacional le daría mejores condiciones.
Kicillof le habría advertido a Quintela que primero debía hablar con Cristina, pero el riojano sólo habló con alguien del entorno de la expresidenta para obtener la bendición y salir a caminar. De hecho, hubo dos actos en que se observó a ambos dirigentes junto a Corpacci y La Cámpora (en San Vicente y La Rioja). El resto es historia conocida, el operativo clamor lanzado no tuvo mucho rebote, Cristina publicó su carta, nadie se bajó de sus intenciones y todo aparenta que terminará en las urnas.
UNA PELEA INTIMA
Varios sucesos que agravaron la relación entre Kicillof y MáximoDesde el comienzo, Cristina Fernández siempre debió vascular en la tensa relación entre su hijo biológico y su hijo político, pero la mala relación Máximo – Axel se agravó en los últimos años y desde 2021 definitivamente abrazó al vástago que parió hace 47 años.
En 2017, en vísperas de la campaña legislativa, Cristina le pidió a Kicillof que recorriera distritos de la Provincia a los que ella no iba a llegar. Después de la elección, ya en 2018 el exministro de Economía sacó una conclusión: “Vidal no es invencible, se le puede ganar”. Entonces ella lo empujó a que siguiera caminando y Axel tomó envión para ser candidato a gobernador.
En paralelo, Máximo les prometía a los intendentes que sería uno de ellos quien le disputaría a Vidal el sillón de Dardo Rocha. El elegido era Martín Insaurralde. Pero, a la hora de la verdad, y con los números en la mano, CFK bendijo a Kicillof.
Cuando asumió, el Gobernador armó gabinete con los suyos y La Cámpora se quedó con menos lugares de los esperados. Sobre las espaldas de Kicillof recayeron los reproches internos por la derrota en las PASO legislativas de 2021. Entonces, la intervención y la llegada de Insaurralde a la Jefatura de Gabinete. “¿Por qué me ponés a un enemigo?”, le preguntó Kicillof a Cristina en El Calafate, cuando hizo el último intento por quebrar la voluntad de Máximo de colocar en el Gobierno. “Vos sos el gobernador, tenés que conducirlo” fue la lacónica respuesta de la señora.
Se sabe cómo terminó el paso de Insaurralde por el gobierno, pero antes del final mediático e inesperado sucedieron dos episodios que resquebrajaron aún más la relación. En la acalorada discusión que ambos mantuvieron previo al cierre de las candidaturas el año pasado, Kicillof acusó a Máximo de operar en los diarios que Axel debía ser candidato a presidente e Insaurralde a gobernador. No se fueron a las manos porque intervino Cristina, quien se quedó sola con el mandatario bonaerense, le recordó que ella nunca le había pedido que fuera a la carrera presidencial, lo ratificó en la Provincia y le recomendó no leer los diarios.
Máximo tampoco pudo lograr después, por la resistencia de Axel, desplazar a Verónica Magario de la candidatura a vice para colocar allí al lomense. Kirchner se lo cobró dejando sin lugar en las listas a los sectores que ya se mostraban más cerca de Axel.
Y no fue el último capítulo. Hasta último momento Kicillof intentó evitar que un insaurraldista quedara al frente de la Cámara de Diputados. No pudo. Y a pesar que en la Legislatura pivotean entre leyes que salen y otras que se demoran, la tensión entre el Parlamento y el Ejecutivo se mantiene siempre cerca del punto rojo.