21 de enero de 2020
NACIONALES
Perfil Fernández: entre lo clásico y la transgresión
El presidente de la Nación pone reparos a las formalidades. A pesar de los saltos al protocolo mantiene su esencia tradicionalista y poco estridente. Radiografía del nuevo estilo F.
Desde que fue confirmado como candidato a Presidente por el Frente de Todos, Alberto Fernández intentó plasmar en sus formas un estilo distinto. Como si su comportamiento se mimetizara con sus alocuciones, cerró la grieta entre la extrema tensión de los discursos de Cristina Fernández de Kirchner y la poca precisión de los enunciados de Mauricio Macri. Surcó la grieta de estilos de sus antecesores y mezcló dureza con gestos descontracturados. Se lo percibe cómodo en ese rol intermedio.
Dichos gestos se trasladaron a todos los planos. En la vestimenta, en el lenguaje corporal y en el manejo de las redes se imprimió un estilo “albertista”. Cintura política para facilitar consensos pero sin descuidar ciertos principios rectores. Soltura y gracia, pero firmeza. Así se vieron los primeros días del presidente Alberto Fernández al frente de la República.
En lo gestual tuvo algunos hitos destacados. Al otro día de conocerse su candidatura al sillón de Rivadavia salió, como siempre, de su departamento en Puerto Madero a pasear a su perro, Dylan. Les pidió a los periodistas tiempo para dar una vuelta y, una vez satisfecha su mascota, volvió al encuentro de la prensa.
En la primera semana de electo, aún sin asumir, recibió en sus oficinas al joven Brian Gallo, el presidente de mesa en las elecciones de octubre de 2019 que fue discriminado por usuarios de Facebook por su aspecto. Fernández lo atendió, pidió terminar con los prejuicios y se calzó la gorra de Brian, en una imagen que quedará para la posteridad.
El 10 de diciembre llegó al Congreso manejando su propio auto, con una caravana de coches de custodia siguiéndolo bien de cerca y mucha gente intentando lograr un contacto cercano con él. Al salir, ya como presidente de la Nación, volvió al protocolo y se subió al vehículo oficial.
Redes activas y look formal
Hoy no es posible la política sin redes sociales. Así lo entiende también el primer mandatario, que incluso antes de ser candidato mostraba una participación activa, fundamentalmente en Twitter e Instagram. Hoy, su actividad bajó, y la mayor interacción se centra en la comunicación de anuncios y reuniones a los ciudadanos. Sin embargo, aún se toma ciertas licencias para usar su teléfono y dialogar con los usuarios, mano a mano.
La noche del 28 de noviembre, ya electo y a poco de asumir el mandato, se conectó y comenzó a tuitear. Deseó suerte a varios estudiantes que se preparaban para rendir exámenes, envió saludos de cumpleaños y hasta se animó a adelantar decisiones ante las consultas de algunos usuarios, como la restitución al rango de ministerio de la cartera de Salud.
En lo que hace a la vestimenta, a diferencia de su antecesor, Fernández volvió al traje y la corbata, aunque tuvo momentos de look “casual”, con camisa y jean; por ahora no se animó a los pantalones deportivos, algo que sí se veía en el caso de Mauricio Macri. En definitiva, pensado o preparado, el estilo de comunicación que imprimió el Presidente a los primeros días de su gestión van de la mano con su discurso en torno a la aplicación de las políticas deseadas. Un pragmático que no deja de estar atento a todo lo que sucede a su alrededor.
En el debe, a su gestión le queda la tarea de aceitar los mecanismos comunicacionales para no correr detrás de las noticias, algo que ha experimentado desde el inicio de año, debiendo salir a desmentir o a confrontar discursos que, según su criterio, no hacían honor a la verdad sobre los objetivos del Gobierno. A su favor cuenta con los 100 días de gracia de los que goza cada nuevo mandatario, período donde la imagen positiva crece y los índices de aprobación se mantienen altos. Por ahora usa esa ventaja con soltura y marca el estilo Fernández, entre la transgresión y lo clásico.