6 de diciembre de 2020
LA POSTA
Que los mitos sexuales no te afecten
El goce es el gps que prima en el sexo, el placer con uno mismo o compartido, limpio de mentiras o aspiraciones que no existen en el mundo real. Despejamos dudas para vivir una sexualidad plena.
La verdad suprema sobre el sexo es que debe ser placentero y para eso es válido todo lo que no entre en el plano de la ilegalidad y que incluya el consentimiento de las partes involucradas. Aclarado esto, nadie debería ser juzgado por su desempeño y sus placeres, mientras cada inquietud pueda ser hablada y compartida respetuosamente.
El mundo de la desnudez, la genitalidad, la penetración, el placer, están rodeados de falsos mitos que cubren de tabúes y frustraciones a las personas; para esto desde La Tecla abordamos algunas de estas ideas que han circulado como verdades que pueden resultar nocivas.
Una idea que ha nacido de la mano de la industria del sexo tiene que ver con el pelo y el color en las distintas partes del cuerpo, en las imágenes fotográficas y audiovisuales, las personas aparecen siempre con poco o nulo vello y los tonos de la piel casi siempre uniformes. Esto no es la normalidad, hay pelos en distintos lugares, con largos distintos, hay quienes prefieren depilarse otros no y lo mismo ocurre con las tonalidades; el temor a la mirada del otro debería dejarse de lado en la intimidad, si existe la atracción, no habrá pelo o color que afecte ese deseo.
Lo mismo ocurre con la genitalidad, tanto penes como vulvas no tienen un tamaño y forma correcto o estándar, lo que se ve en el porno es parte de una idea del sexo como un producto de venta, así como la industria cosmética presenta pieles que no existen en la vida real. Cada cuerpo tiene su apariencia.
Las imágenes ficcionales que se cargan en el disco rígido de la memoria son solo para recreo visual y no para tomarse como modelos, así como en el porno la destreza, la ostentación de miembros y la duración suelen ser exorbitantes, por el contrario, en las escenas románticas las parejas tienen un coito impoluto en el que los participantes llegan al orgasmo juntos y lo pasan bárbaro desde el primer encuentro; nada de esto es así o, por lo menos, son situaciones excepcionales. Lo principal es hablar con gente querida, acudir a especialistas o informarse y contrastar data.