Los ultras le piden a Vicepresidenta más dureza y acción
Para el kirchnerismo de paladar negro ya no alcanza con frases y documentos, quieren que Cristina tome cartas en el asunto para llevar a Alberto Fernández a un cambio drástico en el rumbo o a un abismo del que no tenga salida. El abroquelamiento en la Provincia
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“Están los dos empacados como una mula y parecen Pimpinela”, resumió un funcionario sobre el momento crítico que vive el Frente de Todos y la postura tozuda que adquieren Alberto Fernández y Cristina Fernández. La alianza gobernante está en el punto más encumbrado de la crisis interna, en medio de una gran incertidumbre que incluye desde los posibles cambios en el gabinete hasta alquimias extremas que se echan a rodar desde el cristinismo duro.
“Que te pongan una banda y te den el bastón no significa que te den el poder”, dijo la vicepresidenta y, en medio de una corrida de rumores inmediatos, mandó a colaboradores a desmentir que fuera un misil para el Presidente. Sin embargo, la excusa de que eso lo dice desde hace mucho, y que para ella el poder de la política solo representa el 25 por ciento del poder real, se diluye cuando no hay explicaciones certeras acerca de la frase que siguió en la apertura de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana: “Y si no hacés lo que tenés que hacer, peor todavía”, afirmó Cristina, y remató con un contundente “dejémoslo ahí”.
Pero el ultrakirchnerismo le exige a su jefa mucho más que frases o documentos: pide acciones concretas, que intervenga de manera decidida. En síntesis, La Cámpora y otros sectores alineados quieren que la vice tome las riendas porque la situación económica lleva a que ya esté en riesgo el capital político duro del kirchnerismo. “Se viene el iceberg y no podemos seguir con la melodía encima de la proa, hay que hacer algo ya para que el Presidente reaccione y cambie el rumbo”, ejemplificó un dirigente de peso en la Orga. La base de esa ofensiva debe estar, según los duros, en la provincia de Buenos Aires.
Lo que el cristinismo le exige a Alberto, para empezar a encauzar las cosas, es que despida a Martín Guzmán y ceda toda el área de Hacienda a economistas representativos de su concepción. Quien mejor expresa esa visión para la vice es Axel Kicillof. Guzmán está muy lejos de compartir las teorías económicas del Gobernador. Y el Presidente tampoco está dispuesto a desprenderse de quien el propio bombardeo K ha puesto en la cima como más estrecho colaborador del mandatario.
Hay quienes aventuraron hace un par de semanas que si Cristina dice que el mejor es Axel, que lo ponga de ministro y quede Verónica Magario al frente de la Provincia. El movimiento suena disparatado y es negado tanto en Nación como en el Patria y en la Provincia, pero que alguien lo pensó, lo pensó.
En contrapunto, el titular del Palacio de Hacienda le pide a su jefe que saque del Gobierno al subsecretario de Energía, Federico Basualdo; se lleva a los tiros con el secretario de Comercio, Roberto Feletti, y tiene profundas diferencias con el ministro del Interior y uno de los líderes de La Cámpora, Eduardo de Pedro. Sacar a alguno de los dos primeros, e incluso a los dos, puede agravar las cosas pero no significar la ruptura total; en cambio si el eyectado es Wado, parece no haber punto de retorno. El mercedino es uno de los mimados de Cristina y uno de los nombres que empiezan a sonar con fuerza para la competencia bonaerense en 2023, en caso de que ella decida otro camino para Kicillof en lugar de la ansiada reelección que él autoimpulsa. En la Casa Rosada aseguran que la vice impulsará al Gobernador como su candidato a Presidente en el 2023. Ven al kirchnerismo cerrarse en los puros, más allá de que también aparezcan otras opciones, como Sergio Massa y la renovada ilusión de Daniel Scioli. Incluso ha comenzado una especie de clamor iterno que pide a Cristina candidata a Presidenta.
Paradójicamente, si se quiere conservar la alianza es probable que ambos grupos antagónicos deban seguir conviviendo en la Casa Rosada. Si Alberto decide entregar a Guzmán quedará tan debilitado como si el kirchnerismo se retira en masa del Gobierno y el Presidente no logra cerrar una alianza con gobernadores e intendentes del Conurbano. Y esa probabilidad aparece utópica ante el abroquelamiento que la expresidenta, a través de Máximo Kirchner, ha logrado en la provincia de Buenos Aires.
He aquí un punto neurálgico. Por un lado, La Cámpora, Kicillof y los jefes comunales comandados por Martín Insaurralde entregan constantes señales de unidad en escenarios donde se critica la política económica del Gobierno. Por el otro, la vice y su hijo advierten que, como van las cosas, la elección de 2023 está prácticamente perdida y habrá que abroquelarse en la Provincia. Para el kirchnerismo es central conservar el poder en el territorio donde tiene su base electoral.
De allí que en el Instituto Patria no descarten el desdoblamiento de las elecciones, y que Insaurralde explore esa posibilidad hasta con miembros de la oposición, en contra de los pronósticos de Kicillof y su entorno. La idea de escindir los comicios provinciales de los nacionales está más explorada de lo que los protagonistas reconocen, y en los sondeos con la oposición, el oficialismo no encontró demasiada resistencia.
Incluso se podría avanzar con un proyecto que elabora el senador Joaquín de la Torre. “Están aislados. (Sergio) Massa dice que así no va. Máximo se sacó tres fotos con Kicillof. Lo tenés a Axel, rodeado de intendentes, diciendo que si no se hace algo esto vuela por el aire. Y si ves que Insaurralde, (Federico) Otermín y (Gustavo) Menéndez se pasean con Máximo por todo el Conurbano, no se trata de una cuestión ideológica, ya es una cuestión pragmática. Dos tercios del Frente te dice que está mal lo que estás haciendo y lo sacan al pelotudo este a hablar”, dijo a La Tecla un dirigente alineado al subsecretario de Energía.
“Están todos diciéndote, desde la dirigente con mayor capacidad hasta el último concejal, que esto se va al bombo y vos mandás a Guzmán, que lo máximo que ganó fue una unidad académica en Harvard, a decir que son todos unos pelotudos y que va a echar al que no se alinee”, completó.
El responsable del rumbo económico sintetiza todo el enojo que hay en La Cámpora con Alberto, y hay consenso sobre la necesidad de su salida. Las críticas se centran en que al ministro, y al albertismo en general, “no se les ocurren medidas contracíclicas, ni tienen la voluntad de aplicar las que hay (en referencia a las ideas de Feletti), y todo lo que proponés te dicen que sos ultra y que vas en contra de ellos. Creen que tenemos la obsesión con ellos que ellos tienen con Cristina”, espetó un camporista ante la consulta de por qué la obsesión con el funcionario, más allá del desacuerdo en cómo se cerró la negociación con el FMI.
No obstante, algunos aclaran que “más que de nombres es un tema de orientación, no hay empecinamiento de que tiene que volar alguien, lo que no funciona es el dispositivo”. Esta frase de un allegado a De Pedro coincide en buena medida con esta otra de un albertista: “Hace tres meses que nos estamos tirando tiros en los pies entre nosotros y todo es cada vez peor, y sacar a alguien del gabinete no soluciona nada. Seguimos priorizando la política y no la gestión, y con este quilombo solo acumula la oposición”.
“Cambiar a Basualdo no soluciona el problema político. Ya pasó en septiembre, cuando se apuró el cabio de gabinete y a los seis meses la situación es igual. Es un error pensar que sacándolo a Wado se mejora; lo que está roto es el circuito de poder, y eso es lo que se debe solucionar”, graficaron desde uno de los ministerios más próximos a Alberto.
Cerca del mandatario aseguran que desde el cristinismo “nunca marcaron soluciones y las áreas que maneja La Cámpora tampoco son el Liverpool”. Y desafían: “¿Desde cuándo un ministro, un jefe de bloque o un jefe de Gabinete pasan a la historia? Los ministros son fusibles, pero todo se tensiona, todo se sobreinterpreta y nadie habla de la gestión”.
En la Rosada dicen que hay muchos vectores favorables y que los próximos dos períodos presidenciales gozarán de un lapso de crecimiento. “Es una lástima que sigamos tirándonos piedras entre nosotros”, lamentan. Como contrapartida, en el Instituto Patria creen que decir que se crece al diez por ciento es una ficción. Ellos (por Alberto y los suyos) están convencidos de que los números de la economía van a impactar en la realidad dentro de siete meses, y no tenés siete meses, la gente la pasa mal hoy”, disparan desde el cristinismo.
En algo hay coincidencia: así es imposible pensar en preservar el Gobierno en el 2023. En lo que no coinciden es en la culpabilidad del fracaso. “Queda más de un año y hay que sacar esto adelante, y lo que está en juego no es el Gobierno, es la gente. Los únicos que miran a la gente son Milei y Macri, que le está tirando guiños de nuevo. Si nos va mal no es que viene Axel y la patria socialista, lo que viene es el macrismo. ¿Lo vamos a entender o queremos dejarle el país otra vez a Macri?”, claman cerca de Alberto, donde aseguran que debe priorizarse el acompañamiento a las políticas del Presidente.
“Lo que se está desangrando es el voto propio; no el voto intermedio, que ya lo perdiste con la payasada que hiciste en la pandemia. Ahora lo que se desangra es el propio, porque la gente no tiene un mango, y ya no les alcanza ni a los que tienen un trabajo formal”, se quejan desde el kirchnerismo.
Ante ese panorama, Cristina, después de aquel ya famoso párrafo en la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, mandó algunas señales que podrían reabrir el diálogo entre funcionarios que habían cortado líneas. Mientras tanto estudia con minuciosidad las alternativas que le sean más favorables para preservar el poder en la provincia que la vio nacer, y desde la que envía sus más contundentes señales hacia Balcarce 50.
CAMBIOS DRASTICOS Las alquimias que danzan al ritmo de una interna descarnada
Agustín Rossi, quien está cerca de volver al gabinete nacional, dijo la semana pasada que “ningún gobierno peronista se va antes que termine su gestión”. Quien estará de regreso en el Ejecutivo a pedido de su amigo Alberto salió al cruce ante versiones de una posible Asamblea Legislativa. “Eso no va a pasar porque no le conviene a nadie: ni a Cristina, ni a Massa, ni a la oposición”, aseguran cerca del jefe de Estado, pero saben que la versión se echó a rodar. Eyectar al Presidente aparece como el extremo de una maniobra política muy arriesgada. Por empezar, Cristina debe aceptar su propio fracaso de haberlo elegido. Y seguidamente lleva al PJ a besar la lona, una ignominia que los peronistas viven endilgando a los radicales.
“Es como que Boca se vaya al descenso”, comparó un dirigente bonaerense. Hay quienes imaginan a Sergio Massa Presidente antes del 10 de diciembre de 2023. Lo cierto es que las alquimias en torno a cómo puede decantar la interna llegan hasta ese punto e incluso exploran alocadas hipótesis. Por el momento el kirchnerismo quiere la renuncia de Guzmán y tomar el control del área económica. Parece, dentro de todas las posibilidades que se barajan, la menos traumática para la institucionalidad; aunque dejaría a Alberto dibujado en el sillón por el resto del mandato. Sobre esa elucubración hay quienes ven una maniobra de Cristina que hasta podría alterar el orden político de la Provincia. Se sabe que la vicepresidenta tiene objeciones a la gestión bonaerense y que su hijo tampoco comulga con los procederes políticos de Axel Kicillof. Con ese argumento hay quienes en las últimas semanas jugaron por lo bajo con una teoría que, en público, todos tildan de disparatada. Para la expresidenta, Kicillof es quien mejor podría manejar la economía nacional, pero de allí a repetir la experiencia Ruckauf (exgobernador que fue llevado por Eduardo Duhalde como ministro) parece haber un abismo. Distinto sería si, efectivamente, hubiera un cambio de gobierno. Con todo, Kicillof vuelve a aparecer como posible candidato a Presidente del espacio.
En cuanto a lo económico, el Gobernador es consultado acerca de quién debería ser el próximo ministro de Economía, y hay quienes ven en su equipo posibles funcionarios nacionales, como, por ejemplo, el actual responsable de Producción, Augusto Costa.
DIA A DIA Los rounds más fuertes de una pelea sin tiempos de descanso
La relación de Alberto Fernández y Cristina Fernández viene mal barajada desde hace tiempo, y tuvo su punto de quiebre antes de la derrota legislativa del año pasado. Si se divaga en el tiempo puede decirse que empezó a mellarse con fuerza cuando el Presidente propuso a Victoria Tolosa Paz y a Leandro Santoro como candidatos en la Provincia y en la Ciudad de Buenos Aires, respectivamente. Después vino el revés electoral y el cuestionamiento público de la vicepresidenta, quien advirtió sobre “funcionarios que no funcionan”; la amenaza de renuncia de los cristinistas en el Ejecutivo y los cambios en el gabinete que, a la luz de los hechos, no mejoraron en nada, ni en la gestión ni la relación entre el uno y el dos del Gobierno.
Pero todo implosionó después. Desde lo político, cuando Alberto insinuó ser un estratega electoral, cucarda que Cristina no acepta compartir en el frentetodismo. Y desde lo institucional, tras el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Los hechos que agravaron la pelea son los siguientes:
17 DE NOVIEMBRE DE 2021 Alberto Fernández dijo en el acto del Día de la Militancia en Plaza de Mayo: “Mi mayor aspiración es que en 2023, desde el último concejal hasta el presidente de la República lo elijan primero los compañeros del Frente de Todos”. Insinuó ser el estratega que garantizaría PASO para todos. En el albertismo aceptan hoy que esa frase molestó a Cristina, que se considera la líder natural del espacio y, por ende, quien decide cómo se juega.
28 DE ENERO DE 2022 Alberto anunció, en un mensaje grabado, el principio de acuerdo con el FMI. “Había un problema gravísimo y urgente y ahora tenemos una solución posible y razonable. Es tiempo de unirnos en las soluciones y no de dividirnos en los problemas”, dijo Alberto. El Gobierno salió a festejar, el kirchnerismo empezó con algunos cuestionamientos. Axel Kicillof les dijo a sus ministros: “Un acuerdo con el Fondo nunca se festeja”.
31 DE ENERO Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque de diputados del FdT y expresó: “Esta decisión nace de no compartir la estrategia utilizada y, mucho menos, los resultados obtenidos en la negociación con el FMI, llevada adelante exclusivamente por el gabinete económico y el grupo negociador que responde y cuenta con la absoluta confianza del Presidente, a quien nunca dejé de decirle mi visión para no llegar a este resultado”.
10 DE MARZO Una protesta en contra del tratado con el Fondo Monetario derivó en un ataque al despacho de la vicepresidenta en el Congreso. Desde el kirchnerismo dijeron que no hubo reacción de la Casa Rosada y cuestionaron al Presidente por no salir a condenar con vehemencia el hecho. En los días posteriores hubo cruces feroces, vía redes, entre funcionarios nacionales y dirigentes de La Cámpora.
11 DE MARZO La Cámara de Diputados dio media sanción al acuerdo con el FMI sin los votos de los legisladores de La Cámpora, incluido Máximo, y los K de paladar negro. Alberto Fernández se enojó con Axel Kicillof porque se habría comprometido al acompañamiento de Daniel Gollán, pero el exministro de Salud se abstuvo.
17 DE MARZO Sin Cristina Fernández en el recinto, el Senado aprobó el entendimiento con el Fondo. El desplante del kirchnerismo al acuerdo fue tomado desde siempre en la Casa Rosada como una maniobra tendiente a desacreditar la negociación y a que el Gobierno se llevara los laureles de lo que entienden es un buen arreglo.
11 DE ABRIL El día que nació el hijo de Alberto Fernández, el ministro Guzmán aseguró en una entrevista televisiva que “seguiremos con aquellos que estén alineados con el plan económico”. El kirchnerismo profundiza sus críticas al titular de Hacienda y pide que se vaya del Gobierno. En el albertismo dicen que habrá cambios de gabinete en breve, pero que Guzmán sigue.
13 DE ABRIL Se conoció la inflación de marzo: 6,7%, la más alta para un mes en 20 años. “Que te pongan una banda y te den el bastón no significa que te den el poder; lo digo por experiencia propia. Y si no hacés lo que tenés que hacer, peor todavía”, afirmó Cristina Fernández en la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana. Todo el kirchnerismo esperaba su palabra. Mientras tanto, Alberto Fernández estaba con su bebé y analizaba los cambios.
UN HOMBRE DE CRISTINA Wado, una pieza clave en el presente ¿y en el futuro?
En La Cámpora practican en contra de Martín Guzmán el más variado glosario de puteadas y reproches por la marcha de la economía. Y los decibeles de las críticas crecieron después de la entrevista en la que el ministro insinuó que quienes no comulguen con su proyecto deberían irse. En los despachos donde opera el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, lo tradujeron como algo casi personal. Guzmán no le apuntó directamente, pero en el camporismo wadista lo tomaron así.
El funcionario es el único hilo que une a Cristina y a Alberto por estas horas. Habla con los dos, y aunque en la organización K acusan que el Presidente no escucha las recomendaciones que le da, Wado no tiene pensado renunciar, ni ganas de que lo muevan de Interior a Justicia. “¿Hoy están todos diciéndote, desde la dirigente con mayor capacidad para abajo, que esto se va al bombo y vos mandás a Guzmán a decir que son todos unos pelotudos y al que no se alinee lo echás? ¿Eso dice alguien que lo máximo que ganó fue una unidad académica en Harvard?”, se preguntó ante La Tecla un funcionario camporista.
Cristina, además, quiere sostener a De Pedro en un lugar donde gane visibilidad. El mercedino es el candidato con el que un sector del cristinismo de paladar negro sueña para la Provincia en el 2023. ¿Y Kicillof? Pese a que el Gobernador ya habla de reelección y que muchos aseguran que terminará siendo el candidato natural, hay quienes siguen con la teoría de cambiar la boleta bonaerense el año que viene. ¿Y Martín Insaurralde? Su sociedad con Máximo lo erige como una opción más que probable, pero nunca debe dejar de tenerse en cuenta que para el kirchnerismo duro no hay nada mejor que un kirchnerista duro. En tren de especulaciones de largo plazo, desde La Cámpora no descartan la fórmula Wado-Martín, o viceversa.
CON MIRAS AL 2023 La idea del desdoblamiento de la elección sigue latente
Pese a que, como ya se ha expresado varias veces en este medio, el camino legal y político para que la provincia de Buenos Aires emancipe sus elecciones de las nacionales es difícil y engorroso, la idea no ha sido totalmente descartada. Mas aún, hubo sondeos con la oposición para ver la posibilidad de avance, y desde el otro lado de la grieta tampoco lo descartan.
En ese sentido se ve una clara diferencia entre lo que advierte Axel Kicillof y su entorno, de que “es imposible pensar una elección sin Cristina en la boleta (y ella no estaría en los comicios de autoridades provinciales si se presentara como senadora nacional)”, y lo que emerge de la propia Jefatura de Gabinete bonaerense, donde se llevan adelante esos sondeos.
La idea del desdoblamiento surge desde las entrañas del kirchnerismo, en tanto en el Instituto Patria y alrededores comienzan a ver cada vez más complicada la posibilidad de retener la Presidencia en 2023. En ese caso, los K buscarán preservar el territorio en el cual tienen la base electoral, y desde allí consolidar lo propio sosteniendo el poder en la Provincia.
Parece difícil que la oposición avale esta jugada con cambios en la normativa (fundamentalmente se tiene que modificar la Ley 14.086, de elecciones primarias) si es para beneficiar al oficialismo. Sin embargo, en Juntos hay quienes analizan que separar los comicios bonaerenses de los nacionales perjudicará a los libertarios, que carecen de candidatos provinciales.
No debe soslayarse que, hoy por hoy, Javier Milei representa para la alianza opositora la principal amenaza en cuanto a los votos que podrían fugarse.