Matías Alé contó la reacción de la gente tras su brote psicótico: "Me siento una especie de Gilda"

Matías Alé estuvo de invitado en el living de PH, Podemos Hablar, y volvió a referirse a uno de los momentos más duros de su vida: el brote psicótico con delirio místico que sufrió en 2015. El actor recordó aquel episodio y reveló que le sirvió para ayudar a otras personas que pasaron por la misma situación.

El tema de su problema de salud surgió luego de que Andy Kusnetzoff le preguntara por su paso por el altar. "Me casé por civil con mi ex, pero no llegamos a la Iglesia porque yo fundí biela antes", sostuvo Alé, en referencia a su relación con María del Mar Molar. Asimismo, explicó que hoy en día está muy bien, aunque señaló: “Podría estar un poquito mejor, pero vengo bien".

"Lo que me pasó, me pasó para que no me pase algo peor", reflexionó el artista. En ese sentido, aclaró que si bien no predica la "locura", encontró en su experiencia una forma de colaborar con gente que sufrió lo mismo.

"Paso el teléfono de mi psiquiatra más que el de mi representante. Me siento una especie de Gilda porque la gente me da rosarios, agua bendita, me recomiendan al padre Mario, al padre Ignacio. 'Andá a ver a la virgencita de Salta'", comentó, comparándose con la cantante tropical que tiene su santuario en el preciso lugar donde murió en un accidente. "Como yo creo mucho me aferro a eso. No me molesta para nada hablar de los brotes", remarcó.

Luego de resaltar la importancia de tomarse el tema con seriedad, el conductor recordó que Matías durante su brote "predicó y curó gente" en medio de uno de los brotes. Sobre esto, el intérprete explicó que pudo "transformar la tragedia en comedia", y contó detalles de aquel episodio.

"Me contrataron para hacer la conducción de un evento y de repente se me cambió el switch. Lo que a mí me pasó fue que pasé de Pal-N a NTSC. Y de la nada te creés que sos el Espíritu Santo. Es genial", comentó. "Estaba haciendo la conducción, había como 15 mil personas y yo decía ‘¿qué hago acá?’. Y en vez de hablar de las planchitas de pelo o los aerosoles, empecé a hablar de Dios y la gente me seguía. Yo tenía que bajar del escenario y me tenía que ir a hacer fotos a todos los stands, donde tenía que agarrar el aerosol y les tiraba a las señoras. Les decía ‘te bendigo'", agregó.

"A las 3 de la tarde, me pagaron y le di todo al que estuvo de seguridad todo el día conmigo porque yo sentía que era mi ángel de la guarda. Al día siguiente, que era lunes, no había nadie. Creí que no estaba predicando bien. Y arranqué a predicar de vuelta", completó.