31 de diciembre de 1969
Entrevista
“Ojalá pueda superar a mi abuelo”
A Santiago le gusta la informalidad. El saco y la corbata son sólo para ocasiones especiales, pero muchas veces la función exige. “Que querés, tengo 29 años”, se excusa.
Tiene 29 años, le acaban de dar la Dirección Provincial de Industria, y ganó las internas para conducir el PJ de San Isidro. Lejos de ocultar sus ambiciones políticas, se muestra deseoso de no ser uno más en la dinastía. Quiere destacar-se y, montado en el discurso de la renova-ción -tan ligado al apellido como el peronismo-, sueña en grande. Pretende ser intendente. Se llama Santiago. Se apellida Cafiero. Es hijo del embajador argentino en el Vaticano, Juan Pablo, y uno de los 40 nietos del mítico Antonio.
Recibe a La Tecla en la oficina que era de su padre, a quien llama “Juampi”. Y mientras prepara su mudanza al ministerio de la Producción, elogia la formación política que le dieron.
-Ganaste la interna para conducir
el PJ de San Isidro, ¿ese distrito podrá tener alguna vez un intendente peronista?
-Sí, creo que sí. Es cierto que al peronismo le ha costado mucho San Isidro, y también es cierto que ha sabido tener muchos dirigentes de peso a nivel nacional, que ha sabido tener construcciones que fueron fuertes, incluso para San Isidro, que se trasladaban a la Provincia o a la Primera sección electoral. Fue un lugar de procedencia de mucha de la clase dirigente de este país.
-¿Qué te movió a estar en la política?
-Yo arranqué con la militancia social, con un grupo de amigos, sin saber mucho de qué se trataba esto de la militancia. Obviamente que vengo de un hogar profundamente político, profundamente peronista, y donde la discusión política es algo naturalizado. Pero lo cierto es que mis comienzos tenían mucho más que ver con la militancia social, que apuntaba a laburos en los barrios postrados de San Isidro, como podría ser La Cava, que hoy está tan en boga. El clic interno mío fue ver que las necesidades de transformación no se agotaban en un trabajo asistencial o en compromisos sociales. Entendí que la política era la herramienta transformadora y don-de veía posibles todos los cambios que trataba de soñar y pensar.
-Con la historia política que tienen los Cafiero, ¿en qué es una ventaja y en qué es una carga llevar ese apellido?
-Es una ventaja que es un apellido prestigioso en términos políticos, relacionado directamente con la democracia. Nadie puede asociar el apellido Cafiero a un proceso que no tenga que ver con la democracia, incluso con la democracia interna de los partidos políticos. Es un apellido relacionado con la institucionalidad de la política, y de su instrumento, que son los partidos. Es una mochila muy positiva, con la que uno hace el desembarco. Como carga, los vai-venes de la historia. La gestión pública desgasta. La historia hace que muchas cuestiones que parecen certeras en un momento, al pasar el episodio no son tan así. Y luego, pasado ese episodio, la sociedad lo castiga y lo cuestiona. La historia es así, no hay que enojarse, hay que aceptarla.
-¿Cuál es el objetivo político de Santiago Cafiero?
-Mi objetivo político es construir alternativas para la política en general. Trato de ser lo más global posible. Sí, claramente, tengo un objetivo muy preciso y puntual,
y es que en San Isidro gobierne el peronismo. Es el objetivo puntual, y en general trato de revalidar la herramienta de la política como actividad de transformación. Me parece que ése es el desafío, y lo digo como joven, como militante y como peronista. Creo que la herramienta de transformación y de la búsqueda de una sociedad más igual, más equitativa, de mayores oportunidades, tiene que ver con la política, y tiene que ver profundamente con el peronismo. Apunto a un norte preciso, que puede ser el de la construcción de una alternativa en San Isidro, pero trato de que surja desde la política y no que sea una cuestión caprichosa.
-Ese peronista para intentar ganar San Isidro, ¿se va a llamar Cafiero?
-Ojalá. Ojalá. Yo nací en San Isidro; me crié en San Isidro; me casé en San Isidro; mi hijo, Santino, nació en San Isidro; vivo en San Isidro. Amo profundamente a mi ciudad. Me encantaría poder representar
a mi comunidad en algún momento. No es una obsesión, pero sí un deseo.
-¿Está el sueño de superar al abuelo?
-(Ríe) Esto es como el sueño del aprendiz. Los políticos tienen que tener hambre de progreso, de triunfo; sobre todo la juventud. Hoy hay que plantear escenarios ambiciosos, y después saber cuándo y de qué forma uno debe acoplarlos a lo que es la realidad. Ojalá pudiera tener un cuarto de la carrera política que hizo mi abuelo, o que hicieron mi padre y mi tío (Mario). Ellos han tomado decisiones, y han estado en procesos de tomas de decisiones, muy importantes para el país y para la Provincia. Ojalá pueda superarlo.
-Para superarlo hay un solo escalón para arriba…
-Ojalá. A ver, me parece que el prestigio de mi abuelo no responde sólo a la gobernación de la Provincia, creo que responde, más que nada, a poder encauzar un proceso político como la renovación, que fue la cumbre de su carrera. Porque fue un proceso de mucha democratización, muy moderno para la Argentina e incluso para los partidos políticos de Latinoamérica. En ese sentido creo que es muy difícil superarlo, pero bueno... Escapando a las distancias, veo el fenómeno de Obama en Estados Unidos y veo un referente político fuer-tísimo que termina convocando a la parti-cipación política no sólo de jóvenes, sino de gente que jamás había votado. Esos li-derazgos son los que ojalá podamos ver en Argentina.
-Tu abuelo encarnó la renovación, vos hablás de renovación, ¿no es paradójico que todos se refieran a la renovación y siempre hay un Cafiero en el ruedo?
-La política es eso. La búsqueda de representación de la sociedad tiene que ver con guiar a la comunidad en procesos históricos, generando valores, derechos, promoción de derechos. En ese sentido la sociedad es dinámica, con lo cual es imposible quedarse quieto. La renovación no es una constante de los Cafiero, es una constante de la política.
-En la práctica de la política, ¿se le hace caso a esa constante? Porque en las recientes elecciones del PJ no todos fueron casos como el tuyo; hay muchos que están desde hace un rato largo.
-Bueno, mientras sea con el voto popular es totalmente aceptable, y no es algo que produzca mayores críticas. Yo considero, de todas formas, que los procesos de renovación tienen su tiempo. Posiblemente, estos casos de caras nuevas tienen que ver con que no existen estructuras enquistadas o sólidas como las que mencionás. De todas formas, Cosentino
en Vicente López, o Arlía en Brandsen,
son compañeros que tienen una impronta muy relacionada con la nueva generación de la política, con valores, con una construcción de ciudadanía, con una visión del Estado muy activo. Pero es claro que encabezan procesos donde el PJ no es gobierno, donde por ahí no existe una maqui-naria tan armada, o una estructura importante donde la renovación cuesta más. Los procesos de renovación y de reforma interna también tienen que ver con eso, con cuál es la estructura que se quiere reformar. Yo considero que se tienen que renovar todas. Insisto, me parece que la renovación es el cambio permanente, porque la sociedad demanda nuevas caras, nuevos referentes. Las causas de la sociedad van mutando, y la política se tiene que dar cuenta de eso, porque si no representa a un séquito que la aplaude, y nada más.
-¿Qué aprendiste de tu abuelo?
-El valor de la política, la lucha por la idea, y que las ideas vencen al aparato, indefectiblemente. Si uno puede materializar una idea, si uno es capaz de bajar un sueño y hacerlo compartido, tiene la posibilidad de construir.
-¿Y de tu papá?
-La vocación de servicio constante. La entrega a la función pública.
-¿Te gustaría que tu hijo fuera político?
-A mí me gustaría que Santino sea lo que quiera. Por ahora le pega muy bien de zurda, así que vamos a ver, o político o diez de River.
Quizá a Santino le toque ser el continuador de la dinastía. Por lo pronto, el Cafiero modelo 2008 salió hace poco a la pista y ya sueña con títulos importantes.