Fondos para asegurarse un verano tranquilo, mensajes a la política y nombres que baraja
El Gobernador avanzó con Sergio Massa para que Nación mande el dinero adeudado y también para sellar un acuerdo político entre ambos. El anuncio del nuevo gabinete, la puja por el comando de la Legislatura y los movimientos para ganar la pulseada interna.
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Axel Kicillof y Sergio Massa hablaron unos minutos el domingo a la noche, cuando el impacto de la derrota de Unión por la Patria aturdía al oficialismo. Quedaron en encontrarse en la semana para hablar más tranquilos. Lo hicieron ayer y, tanto en la Gobernación como en el entorno del ministro, destacan que el acuerdo político entre los dos transita por rieles firmes, aunque todavía quedan cuestiones por resolver.
Kicillof le pidió a Massa que envíe antes del recambio presidencial las partidas de dinero que el Gobierno nacional le adeuda a la Provincia y que corresponden, en su mayoría, a los últimos dos meses. Con fundado temor, el Gobernador cree que si la deuda queda pendiente para que la afronte Javier Milei muy probablemente nunca recupere ese dinero. En el Ejecutivo bonaerense esperan que con ese dinero puedan afrontar con tranquilidad un verano que se vislumbra convulsionado debido a la política de shock que el presidente libertario anuncia que adoptará cuando tome el mando.
Massa se comprometió a honrar esos compromisos. El perdidoso candidato presidencial conoce al dedillo el esquema de poder bonaerense, y pide a cambio una contención adecuada de su espacio político en el único reducto que le queda a Unión por la Patria para resistir la era libertaria. Conservar al menos un ministerio y dar la pelea por la presidencia de la Cámara de Diputados son, de mínima las aspiraciones del responsable del área económica nacional.
Si hay cumplimiento por parte de los dos lados quedará sellada la alianza política entre ambos, fortaleciendo la posición del mandatario provincial con el Frente Renovador como aliado. En ese sentido, las conversaciones son directas, entre ellos, sin mediadores ni enviados. Que la primera reunión política de orden nacional de Axel Kicillof después del balotaje haya sido con Massa va mucho más allá de la siempre acuciante necesidad financiera de la Provincia. Está cargada de simbolismo, con mensajes hacia dentro y hacia fuera de Unión por la Patria.
Uno de los destinatarios de ese mensaje es Máximo Kirchner. La Cámpora tiene un importante poder de fuego en la Legislatura y acumuló 12 intendencias en la última elección, pero Kicillof no sólo ganó con contundencia su reelección, lo que lo convierte en el elector más importante que tuvo el oficialismo, sino que también desde hace un tiempo acumula alianzas internas que le permiten pararse desde un lugar muy distinto al que pudo tener cuando llegó a la Gobernación en 2019.
Si bien es cierto que hace cuatro años armó su gabinete con su círculo más cercano y cerrado y después, tras las intermedias, debió ceder a las exigencias de la sociedad entre Máximo y Martín Insaurralde, ahora el mandatario provincial también tendrá un gabinete un poco más abierto en cuanto al reparto. Pero con una diferencia sustancial: le dará lugares a los que en el último tiempo se mostraron alineados. Massa es el socio con el que le falta ultimar los últimos detalles para cerrar ese círculo que incluye a la ya famosa “Mesa de Ensenada” y a un grupo de experimentados intendentes que se le alinearon en los últimos dos años.
Kicillof anunciaría su nuevo equipo de gobierno a fines de la próxima semana, cuando el último mes del año mezcle el tema festivo de la Navidad con el inicio del más incierto de los gobiernos nacionales. En ese anuncio no debería sorprender que el massista Jorge D’Onofrio (hoy ministro de Transporte) siga en el Gabinete, que Andrés “Cuervo” Larroque deje Desarrollo de la Comunidad para hacerse cargo de un área con mayor juego político, o que el gremialista Walter Correa siga al frente de la cartera de Trabajo.
Si bien no está confirmado, es un hecho que el área económica seguirá como hasta ahora. Esto es Pablo López en Economía, Cristian Girard en ARBA y Juan Cuattromo en el Banco Provincia. En el Gobierno insisten en que el Gobernador no dará marcha atrás en su idea de disolver la Jefatura de Gabinete, pero demás está decir que Carlos Bianco seguirá siendo la mano derecha de Kicillof, ya sea como Jefe de Asesores o desde otro lugar. Esa simbiosis es inalterable. Esto también aplica a Jésica Rey. Augusto Costa es otro de los hombres del equipo de siempre y nada hace prever que Javier Rodríguez (ministro de Asuntos Agrarios) se aleje del gabinete. También seguiría en el Ejecutivo la actual ministra de Gobierno, Cristina Alvarez Rodríguez, pero probablemente en otra oficina.
Debe resolver sillas que quedarán vacías porque sus ocupantes fueron electos. Es el caso de quienes asumirán las intendencias de Malvinas Argentinas y La Plata, Leonardo Nardini, y Julio Alak, respectivamente. Además de Infraestructura y Justicia, también dejarían los cargos los electos senadores provinciales Sergio Berni (Seguridad) y Florencia Saintout (Cultura). Con ellos también se reunió Kicillof el martes, para que dieran un balance de la gestión y esbozaran el panorama de cómo dejan sus respectivas carteras. La otra reunión importante de ayer, antes de la charla con Massa, fue con integrantes de la Mesa de Ensenada. La orden fue que no trascendiera nada de lo que se habló ahí, pero una fuente le contó a La Tecla que un tema relevante fue el gabinete.
Berni por ahora asegura que se va a sentar en la banca en la Cámara alta y su reemplazo en el ministerio de Seguridad es uno de los secretos mejor guardados. Al que se lo ha visto varias veces últimamente por la Gobernación es al exministro Alejandro Granados, aunque siempre viene a acompañar a su hijo Gastón, interino en Ezeiza y ahora elegido intendente. A Gastón, otrora muy cercano al grupo Insaurralde, en la Gobernación comenzaron a contarlo como uno de los intendentes que desde hace un tiempo viene alineándose al mandatario. Conjeturas e impresiones propias de los tiempos de recambio.
Lo que no es una conjetura es el acercamiento concreto e irrestricto de dirigentes con peso territorial en el Conurbano, que no responden a grupos específicos y se autocalifican de peronistas a secas. Entre ellos están el intendente de Berazategui, Juan José Mussi, y el exjefe comunal de Florencio Varela, Julio Pereyra. Tampoco sería de extrañar que desde ese lugar venga algún aporte para el gabinete. Se rumora que el actual alcalde varelense, Andrés Watson, habría recibido la oferta para integrar el equipo del Gobernador. ¿Desarrollo de la Comunidad? Puede ser.
Con la salida intempestiva de Insaurralde y la reelección de Nardini en Malvinas Argentinas, quizá Kicillof necesite maquilar su gobierno con algún jefe comunal, para no volver a atravesar los cuestionamientos que sufrió en los dos primeros años de gobierno precisamente por no contar con intendentes en el gabinete. El espacio que en la Gobernación, con cierta malicia, llaman “martinismo residual”, quiere que Axel les respete al menos una silla en la mesa. Kicillof piensa que esa silla puede ser ocupada por otro alcalde del Conurbano que no necesariamente tiene que provenir de ese sector.
Esa disputa va más allá del conjunto de personas con las que el mandatario se rodeará en el Ejecutivo y llega hasta la Legislatura. Mariano Cascallares, con dos años más de mandato en Diputados, pero reelecto intendente de Almirante Brown, suena como uno de los posibles presidentes de la Cámara baja, ya que Federico Otermín se va a comandar la intendencia de Lomas de Zamora. Pero en la Gobernación ponen demasiados reparos a esa posibilidad, a menos por ahora.
Es cierto que Kicillof no tiene legisladores que se podrían llamar puros e incondicionales, más allá de Carlos “Cuto” Moreno y algún otro, y que en calle 6 dicen “ya hemos demostrado que podemos gobernar sin demasiado apoyo de la Legislatura”; un misil que apunta más hacia dentro que hacia la oposición. Pero no menos cierto es que ahora el Gobernador estará mucho más pendiente de cómo se resuelva el reparto de autoridades en el Parlamento bonaerense.
Con esa certeza también juega Massa, que impulsa a Rubén Eslaiman como futuro presidente de la Cámara de Diputados. Podría ser una solución para el Gobernador si no existiera por medio la duda que le genera hasta dónde llegarán las esquirlas del caso de las tarjetas de débito. La causa Chocolate Rigau, impulsada por una inquieta fiscal y a cargo de un avezado juez, se mete cada vez más en la interna oficialista. El massismo quedó apuntado, y cuando advierte que se aguijonea el tema desde sectores internos reacciona. Si el caso escala más allá de las detenciones de Facundo y Claudio Albini el Frente Renovador no va a quedar como el único responsable. Eso avisan desde el espacio.
En este marco, llamaron mucho la atención en el oficialismo versiones periodísticas que colocaron en una posición incómoda al “Turco” Eslaiman. Para mucho no es casualidad que hayan aparecido después de la reunión de Massa con el mandamás bonaerense y cuando precisamente el hombre de San Martín aparece como una de las opciones firmes para ocupar la presidencia de Diputados. En el massismo, y más alá del massismo también, desconfían de La Cámpora. Es decir, desconfían de Máximo, tanto como desconfían del juego de varios intendentes (sobre todo de la Primera sección) en el balotaje. Ya habían anticipado que “muchos se estaban durmiendo en los laureles” y el resultado del domingo parece haber ratificado ese temor.