La UCR, su deporte favorito y un debate abierto puertas adentro: ¿vuelve la Lista 3?
El radicalismo bonaerense mira de reojo la deriva libertaria de sus aliados del PRO. En un escenario de tensión entre dos de sus referentes, Maxi Abad y Facundo Manes, la Legislatura es eco de las disputas. Mantener la alianza o cortarse solos, esa es la cuestión.
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Las internas, práctica habitual de la democracia partidaria, forma parte del ADN del radicalismo, sello con más de 130 años en la vida argentina.
De tal actividad derivó el despectivo término “internismo”, aplicado a una sobrevaloración y exageración de las diferencias en el seno de un espacio. Y los boina blanca aparecen, para la sociedad, a la cabeza de esta costumbre.
Las últimas elecciones encontraron al radicalismo de la mano del PRO y otros aliados menores, en lo que algunos creen pudo haber sido la última aparición de Juntos por el Cambio en la escena política.
Tras el fracaso de 2023, la UCR entró en un proceso de replanteos y cuestionamientos hacia sus principales cabezas, el partido de Alem, Yrigoyen y Alfonsín busca su lugar en medio de disputas a nivel nacional, que condiciona el presente y el futuro de la tropa bonaerense.
Luego de fracasar en su intento de liderar el partido como candidato a Presidente el año pasado, Facundo Manes se refugió en la Cámara de Diputados de la Nación, donde tampoco logró liderar el bloque radical.
Sin que haya enormes brechas ideológicas, el senador nacional y actual titular del Comité Provincia, Maximiliano Abad, tomó distancia de Manes, antiguo referente y esperanza de un radicalismo renovado.
El marplatense y su sector, que fueron de la mano de Patricia Bullrich y Néstor Grindetti en las elecciones, consideran que el médico apostó y apuesta un pleno a su proyecto personal, alejado de la disciplina partidaria que tanto resaltan los boina blanca.
El debate en la Cámara baja por la Ley Ómnibus devolvió al neurocientífico al centro de la escena, con un durísimo discurso en el que fue implacable en su oposición a las políticas sociales y económicas del gobierno de Javier Milei.
El énfasis y la firmeza de su alocución tuvieron un impacto en la Legislatura provincial, cuando la bancada de “manesistas” encabezada por el platense Claudio Frangul (bloque Acuerdo Cívico UCR + GEN) apuntó a los abadistas para señalar una supuesta contradicción. “Vamos a remarcar donde estamos parados. No se entiende que acá sean opositores a las políticas de Milei y cruzando la General Paz las apoyen”, lanzó.
Los radicales fieles a Manes profundizan su oposición al gobierno de Milei.
El guante lo recogió la saladillense Alejandra Lordén, parte del espacio leal a Abad y que conduce otro marplatense, Diego Garciarena. “Nosotros también sabemos donde nos paramos, del lado de la Educación y la Salud pública”, replicó.
El contrapunto es la escenificación pública de un debate que transcurre en la base de la UCR, y que está bajo el influjo de una decisión externa: qué harán los legisladores de Abad si el PRO decide unirse a los libertarios a nivel nacional. ¿Tomarán el mismo camino los amarillos en la Legislatura, con quien funcionan como un interbloque de hecho (no existe esa figura en el parlamento provincial) junto a otros espacios menores?
Lo cierto es que la idea de romper con los antiguos socios no es nueva y circula por la cabeza de no pocos intendentes y legisladores boina blanca. “Ya está, se acabó Juntos, hay que ver cómo nos rearmamos”, aseguró a La Tecla.info un alcalde radical del interior.
En declaraciones públicas y privadas, en encuentros presenciales o virtuales, no son pocos los referentes partidarios -alcaldes, diputados y senadores incluidos- los que creen que llegó el tiempo de reconstruir el radicalismo y apostar a un proyecto propio.
Para monitorear el panorama actual y mirar hacia el futuro, incierto por demás, Abad mantiene reuniones periódicas con su círculo más cercano, integrado por dirigentes, antiguos jefes comunales y legisladores.
Desde el oficialismo radical en la Provincia ven con desconfianza una jugada como la que alientan desde algunos sectores para “cortarse solos” y liderar un espacio moderado que convoque otras voluntades.
Evalúan que, por ejemplo, en la Legislatura tienen poder para negociar por el número de bancas que reúnen de la mano de sus socios. “Si algo podemos negociar es porque tenemos un número que le sirve a (Axel) Kicillof. Si no tuviésemos ese poder para llegar al número mágico -el del quórum- el Gobernador ni te atiene el teléfono”, señaló un exintendente.
El mismo referente territorial reniega de la conveniencia de tal movida, apuntando que sus ahora rivales, la bancada liderada por Frangul, va a obtener poco y nada en la rosca legislativa.
“Creemos que eso es un suicidio, que podemos volver a ser un partido minoritario. No estamos de acuerdo en la posibilidad de reeditar la Lista 3 (la histórica radical) porque eso nos devuelve al pasado”, añadió.
Según confiaron, creen que la línea argumental rupturista comenzó a ganar adeptos, y que, incluso, se manifestó de manera abierta en el último Foro de Intendentes Radicales que se reunió en Tandil.