Uno de los factores que definen la apertura sexual es la curiosidad, las ganas de entrar en otros terrenos con la finalidad del placer, de querer saber más de lo que hayamos aprendido o lo que conozcamos como algo “común”. En la infancia, se aprende acerca de la sexualidad con los padres, amigos, la sociedad en general a través de la televisión, de la autoexploración y de su curiosidad natural.
Desde pequeños, se empieza a descubrir la sexualidad empezando a identificar las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres, desde la forma de ir al baño hasta observar los genitales de los padres, por ejemplo. El hecho de esclarecer una comunicación abierta donde se explica de manera adecuada y real no significa que se establezca una apertura sexual orientada al libertinaje.
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