18 de marzo de 2025
ANIVERSARIO
Panamericanos ´95 en Mar del Plata: ¿qué dejaron?
Tres décadas despues, los Juegos sirven como espejo y reverso de la coyuntura actual. Del gesto histórico de Roig a la tensión por los fondos con Provincia y Nación.

En marzo de 1995 se celebraron los XII Juegos Panamericanos en Mar del Plata. Fueron los segundos -y por ahora últimos- en disputarse en Argentina, siendo, después del Mundial 1978, el evento deportivo más importante organizado por el país. Todas las voces coinciden en un hecho: transformaron para siempre la ciudad y fueron un símbolo de unión pocas veces visto. Como en todo evento de magnitud, la política fue protagonista por motivos luminosos y otros más bien opacos. A 30 años de la gesta, se abren interrogantes: ¿qué legado dejaron? ¿Qué imagen devuelve el espejo del pasado a la coyuntura actual?
Los Juegos comenzaron a gestarse casi diez años antes. El Comité Olímpico Argentino invitó en 1986 a cuatro ciudades -Mar del Plata, Córdoba, Rosario y CABA- a una competencia de la cual saldría la candidata nacional para acoger la edición 1991. Luego de imponerse en la votación, el intendente Ángel Roig viajó a la isla de Barbados dónde “La Feliz” competiría contra La Habana.
El escenario era tenso. Los cubanos, en un contexto dónde la geopolítica aún gravitaba en torno a la pelea capitalismo-comunismo, advirtieron que, en caso de derrota, boicotearían tanto los Panamericanos del ´91 como los Olímpicos de Seúl ´88. Ante un poroteo incierto, Roig tuvo un gesto que luego daría la vuelta al mundo: Mar del Plata concedería el anfitrionazgo al país de Fidel Castro.
La decisión, aplaudida por todo el recinto, generó un compromiso de que nadie más se presentaría para obtener los Juegos del 95, allanando el camino de Mar del Plata. El gesto del radical tuvo una doble significación política. Por un lado, salvó a la ODEPA de un quiebre seguro. Por el otro, implicaba garantizar un evento de máxima relevancia a una gestión ajena y desconocida, en otras palabras, renunciaba al mérito de ser el alcalde de los Panamericanos. En ambas aristas, parece una decisión imposible de tomar en la coyuntura actual.
Ya en la gestión de Mario Russak - qué había sido comisionado de la dictadura durante el Mundial 78-, comenzaron los tira y afloje entre Municipio, Provincia y Nación, que se asemejan a los acontecidos hoy en día. Los impulsores de aquel período iniciático fueron desplazados, y la COPAN ´95, ente organizador, pasó a ser una Sociedad de Estado donde la comuna aportaba el 20% y los otros dos el 40% cada uno.
Naturalmente, las tensiones estuvieron vinculadas a los fondos. “Los Juegos de La Habana costaron 420 millones de dólares y el presupuesto para los de Mar del Plata está en 158”, aseguró a El Gráfico en marzo del ´95 el arquitecto Alejandro Bulgheroni. “La pileta de Atlanta para los próximos Juegos Olímpicos (en referencia a los de 1996) cuesta 100 millones de dólares. Nosotros realizamos 90 obras y remodelaciones -contando todos los escenarios y los lugares de entrenamiento- gastando apenas 65 millones”, agregaría luego para sintetizar la escasez de recursos. A la obra pura se le sumó el avance de internet en la ciudad o la concreción del primer hotel cinco estrellas de “La Feliz”: el Costa Galana.
¿Qué legado dejaron? La respuesta se divide en tres. Uno fue deportivo. No sólo porque implicaron una cifra récord de medallas (159), sino porque fueron un impulso para muchas disciplinas por fuera del fútbol. Actores de la época recuerdan los dobles y triples turnos para el patín, especialidad de Nora Vega, multicampeona y encargada de encender el pebetero. En la misma línea, fue el embrión de generaciones que terminarían de explotar a principios de los 2000, como Las Leonas o la Generación Dorada de básquet. La herencia más tangible es la infraestructura que permite, aun con el abandono de décadas, que Mar del Plata siga siendo sede de importantes eventos. Las voces más críticas de la actualidad creen que la privatización de los escenarios deportivos pondría fin a aquel sueño de fines del siglo pasado.
Sin dudas, el ítem más descuidado, es el legado político. La unanimidad en las Ordenanzas del Concejo o el gestionar acciones que benefician a una fuerza sucesora, parecieran tener poco que ver con una coyuntura más fragmentaria y virulenta.
Del emblema panamericano a la licitación: el futuro del estadio
Uno de los grandes legados que dejaron los Juegos Panamericanos en Mar del Plata fue el Estadio Polideportivo “Islas Malvinas”. La imponente estructura comenzó a construirse en 1993 para albergar la XII edición del certamen, y desde entonces ha sido sede de innumerables eventos. Con una superficie de 13.200 m² y capacidad para 7.955 espectadores, el estadio ha enfrentado serios problemas de mantenimiento. El Ente Municipal de Deportes y Recreación (EMDER) ha tenido dificultades para sostener la infraestructura sólo con fondos locales, mientras que Nación y Provincia apenas aportaron inversiones, salvo un convenio con el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) entre 2012 y 2013.
Ante este panorama, el gobierno de Guillermo Montenegro impulsó, a fines de 2024, la licitación internacional del Polideportivo, el estadio Minella y los espacios comunes del Parque de Deportes. La ordenanza que habilitó el proceso fue aprobada en el Concejo Deliberante con apoyo del oficialismo y La Libertad Avanza, mientras que UxP y Acción Marplatense votaron en contra y el Frente Renovador se abstuvo. El pliego establece que la empresa adjudicataria deberá pagar un canon anual de $120 millones, aunque estará eximida los primeros tres años mientras realiza obras de mejora. También deberá organizar al menos 23 eventos anuales para incentivar la actividad fuera de temporada. La apertura de sobres, con las ofertas presentadas, está prevista para el martes 29 de abril.