La crisis golpea cada vez más fuerte a los distritos de la Provincia. Cuestiones administrativos, desajustes financieros y complicaciones climáticas acentúan las dificultades que tienen los jefes comunales
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La compleja situación económica que atraviesan varios municipios de la Provincia de Buenos Aires obligó a sus intendentes a tomar la sartén por el mango y generar los mecanismos para ajustar el cinturón. Si bien varias localidades cuentan con un largo historial de complicaciones financieras, otros se vieron afectados por factores climáticos que acentuaron problemáticas existentes.
Reducción de personal, congelamiento de salarios, eliminación de horas extras y viáticos son algunos de los ítems que los intendentes decidieron pasar por el filo de la motosierra en sus distritos. Este tipo de medidas no son nuevas, y en el historial de la Provincia son varios los municipios que en los últimos años debieron acudir a estas herramientas para sanear sus cuentas. Sin embargo, estas decisiones no resultaron nada simpáticas para la opinión pública y, en particular, para los referentes de la oposición de cada distrito.
La presencia de Javier Milei en el mando de la Casa Rosada y sus diferencias con la administración de Axel Kicillof en la Provincia tuvo un efecto cascada en el reparto y llegada de fondos. A eso se sumaron las complicaciones de las administraciones municipales en cubrir los baches que dejó la retirada del gobierno nacional. Salud, obras de Infraestructura y asistencia son parte de las prioridades que debieron establecer los municipios para atender la alta demanda de su población.
En el medio influyen otros factores, tales como la herencia recibida de administraciones anteriores, las complicaciones de algunos intendentes en obtener las herramientas financieras por parte de sus Concejos, merma en la recaudación de tributos locales, la ineficiencia para gestionar en tiempos de crisis, o bien acontecimientos externos tales como los climáticos, que obligan a reasignar recursos.
El último intendente que se sumó a esta larga lista de emergencias fue el gesellino Gustavo Barrera, quien sorpresivamente decretó la emergencia para su comuna, con una batería de medidas que obligó a su administración a ajustar el cinturón para sanear las finanzas. En el medio se cruzan críticas que achacan esta determinación a la reasignación de recursos para atender la campaña electoral que marcará la agenda política de este año.
Esta misma situación se repite en la localidad de Azul, que gobierna el intendente camporista Nelson Sombra. Si bien el municipio cuenta con un largo historial de complicaciones financieras que excede a la gestión del actual jefe comunal, la particularidad del distrito radica en la prórroga que solicitó el municipio y que se encuentra actualmente vigente respecto a la Emergencia Económica, Financiera y Administrativa, que tuvo su origen en agosto del 2024 y fue extendida por 3 meses en febrero. Por estas cuestiones, en el distrito de la Séptima sección también llueven críticas respecto al manejo de las cuentas y la trasparencia en la utilización de los recursos locales. Tanto los partidos de la oposición, como así también los gremios de empleados municipales, denunciaron presuntas irregularidades y piden conocer el detalle de las finanzas.
También otros alcaldes piden un poco de oxígeno para reordenar sus números, como es el caso del pigüense Matías Nebot, quien intenta tener el aval del Concejo Deliberante para conseguir su emergencia. Los ediles opositores buscan conocer en detalle el manejo de los recursos del municipio y el reparto de los mismos en cada área de la comuna.
Más allá de las alteraciones y manejos económicos otras circunstancias tienen incidencia en estos pedidos de auxilio. Así sucedió en los municipios del sudoeste bonaerense, siendo el caso particular el municipio de Bahía Blanca, donde el pasado 7 de marzo una feroz inundación azotó a la ciudad, dejando pérdidas ecónómicas difíciles de cuantificar, además del fallecimiento de 19 personas.
La estabilidad de las cuentas bahienses permitió sortear otro estrago de similares carácterísticas a fines de 2023. Sin embargo, el plazo entre una catástrofe y la otra complicó aún más las cuentas, obligando a reorganizar los gastos y prioridades mediante una emergencia que se sumó a las que llegaron de la Nación y la Provincia, con la aprobación de sus respectivos parlamentos.
La necesidad y el manejo de recursos en tiempos de crisis no son para cualquiera. Aquí los intendentes deben moverse con astucia para atender las prioridades. Las emergencias se convirtieron en un mecanismo recurrente para surfear las dificultades y tener un poco más de oxígeno.