Dormir en camas separadas La nueva tendencia
La imagen de la cama doble como símbolo de felicidad conyugal está pasando de moda. Cada vez más matrimonios duermen en camas separadas o en diferentes casas, como forma de mantener fresca la relación y escapar de la rutina
Se quieren, se respetan y llevan como dogma una nueva definición de “compromiso”: buscan evitar conflictos, mantener la independencia y que no muera la pasión ni el enamoramiento.
Esta nueva modalidad mantiene activa la pasión, porque la rutina es enemiga. Pero se tiene que basar en el amor, que es tratar cuidadosamente al otro.
“Ninguna conducta sexual es buena
o mala, siempre que mantenga determinadas condiciones: ser consensuada, no producir daño psíquico ni físico y no incluir menores de edad”, estima la psicóloga Virginia Martínez Verdier, y agrega: “Para algunas personas, el decidir cuándo quieren dormir juntos puede ser más estimulante, pues evitan la rutina; en cambio, en otros puede generar distancia y enfriamiento”.
Las personas que elijen vivir en pareja pero en viviendas separadas dicen que se trata de disfrutar de la individualidad y no renunciar a los gustos personales como pago por hacerle un lugar a alguien en el corazón. Además, aseguran que la ausencia enriquece la presencia.
La tendencia a vivir en casas diferentes está marcada por decisiones de matrimonios que han tenido experiencias anteriores de convivencia conyugal. “Las parejas mayores de 40 años pueden preferir la cama afuera, pues tienen hijos de matrimonios anteriores y ya tuvieron la experiencia de la convivencia con otra pareja”, dice Martínez Verdier, y añade: “Los jóvenes todavía buscan la convivencia, proyectan armar una familia y compartirla; los mayores ya la armaron, y prefieren dar prioridad a la intimidad de la pareja”.
Camas separadas
Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos por la Asociación Nacional de Constructores de Casas predijo que para el año 2015 el 60% de las viviendas tendrán dos dormitorios principales, esto debido a la demanda de los clientes.
El deseo de descansar mejor está detrás de esta tendencia, pues los expertos aseguran que la falta de un sueño decente puede provocar tensión marital.
Los dormitorios separados se toman frecuentemente como el símbolo inequívoco de que una relación está en problemas, pero para muchas personas el asunto se ha convertido en una necesidad práctica y nada tiene que ver con la vida sexual.
En estos tiempos en que todos trabajan y deben levantarse temprano, el buen sueño es fundamental, y cualquier alteración de los patrones de descanso provoca tensiones que a la larga afectan las relaciones familiares.
Ronquidos, visitas nocturnas al baño, el cuidado de los niños y empleos en la noche pueden privar a las parejas de las recomendadas siete u ocho horas de sueño cada día.
La situación se ha vuelto más grave desde que los roles de género comenzaron a cambiar, haciendo que tanto hombres como mujeres se involucren en el mercado laboral y en la crianza de los hijos.
Para algunas parejas, tener cuartos separados es como tener lo mejor de ambos mundos. Con el aislamiento y el sueño imperturbado se puede lograr entusiasmo e intimidad con la pareja sin la cama matrimonial, que puede llegar a ser aburrida.
Para la piscóloga Martínez Verdier, no dormir juntos no siempre es perjudicial para el amor, ya que “depende del estilo amoroso y amatorio de cada pareja; pero tanto no dormir juntos cuando uno desea lo contrario, como dormir juntos a desgano, es fatal para el amor”.
Pero ¿cuál es el límite? Si ambas partes están muy bien y satisfechas en camas separadas. Si los dos van manteniendo el misterio y su parte sexual hot. Si solamente se toma una separación para dormir y el resto de la pareja funciona, entonces, está bien. En cambio, si la pareja duerme en camas separadas para evitar las relaciones sexuales, más que un problema en el sueño, lo que tienen es un conflicto en su relación.