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Domingo, 9 noviembre 2025
Argentina
9 de noviembre de 2025
MANEJO DEL SUELO
Por Sebastián Lalaurette

Una polémica subterránea

Un debate envuelve a un sector crucial en la economía bonaerense y nacional: el agro. La irrupción del fenómeno soja, las polémicas retenciones y el sostenimiento de prácticas nocivas ponen en peligro el suelo y amenazan la productividad de los campos a futuro. Un proyecto legislativo reavivó la discusión.

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La soja sigue siendo la reina de los cultivos en la provincia de Buenos Aires pero su imperio se ha visto considerablemente mermado en los últimos años. Lejos quedaron las imágenes de sembradíos de color verde intenso invadiendo hasta las banquinas.

Los tiempos en que la Resolución 125/08 enfentaba al gobierno nacional con los productores, que salían a cortar las rutas para protestar por lo elevado de las retenciones, mutaron en otros en los que la primacía de la soja por sobre otros cultivos se redujo en intensidad. Hoy representa algo más de la mitad de las hectáreas sembradas en los campos bonaerenses, mientras que el maíz, el trigo y la cebada ganaron terreno en el mapa productivo.

Una polémica subterránea

En aquellos años del boom sojero, sobre cuyos ingresos el kirchnerismo basó parte de su éxito económico, se alzaron voces que advertían sobre el peligro de desertificación del campo bonaerense por la siembra intensiva y continuada del mismo cereal, sin rotación o períodos de descanso para el suelo. Hoy la variedad de cultivos es mayor que entonces, pero algunas malas prácticas se mantienen, advierten los especialistas.

Una polémica subterránea

De hecho, la persistencia de este mal manejo puede tener consecuencias graves, no sólo para el ecosistema sino para el rendimiento del campo bonaerense, enfatizan.

“Nos vamos a quedar sin suelos. Es realmente preocupante”, dijo a La Tecla el ingeniero agrónomo Horacio Repetto, presidente de la comisión de Conservación de Suelos del Colegio de Ingenieros Agrónomos y Forestales de la Provincia de Buenos Aires (CIAFBA).

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Repetto contó que sus colegas frecuentemente le envían fotos que muestran el estado de deterioro en que se encuentran algunas zonas de cultivo, por la falta de rotación o la siembra de cultivos en zonas no apropiadas o sin seguir lineamientos para preservar el terreno, como cuando se planta papa en zonas con pendiente sin tomar precauciones que impidan la erosión.

“El campo tiene que seguir produciendo durante cinco, diez, quince, veinte, treinta años. En el camino por el que vamos, esto no va a ocurrir”, advirtió.

Aunque en cada zona se da una combinación de factores propia, el ingeniero dijo que, a grandes rasgos, el norte bonaerense y toda la zona serrana del sur de la provincia, que incluye los macizos de Tandilia y Ventania, está siendo afectada por la erosión hídrica, mientras que el oeste y sudoeste son presa de la erosión eólica, es decir, de la furia o persistencia del viento.

Una polémica subterránea

Hace un mes, el CIAFBA envió a la Legislatura bonaerense un proyecto para reformar el Código Rural de la Provincia y establecer normas de uso del suelo que obliguen a los dueños y explotadores de los campos a seguir directivas más estrictas. La iniciativa declara de interés público el mantenimiento de las condiciones del suelo, establece “distritos de cuidado del suelo y agua” y dispone que los productores deben presentar periódicamente sus planes de utilización del terreno durante los próximos años.

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La polémica no tardó en estallar. La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) se manifestó en contra de la idea, por entender que afecta los derechos de los dueños de los campos. La Confederación manifestó su oposición a la iniciativa del CIAFBA porque “avanza sobre la propiedad privada de los productores imponiendo controles, sanciones y burocracia que nada aportan al cuidado real del recurso”.

El diputado provincial de la Coalición Cívica Luciano Bugallo, que además es productor rural, también alzó su voz en contra del proyecto.

En diálogo con La Tecla, Bugallo dijo que, si bien el objetivo del proyecto le parece loable, la propuesta “puede ser un arma de persecución política en las manos equivocadas”.

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“Si se declara el manejo del suelo de interés público, te tenés que adecuar a lo que diga el burócrata de turno”, explicó Bugallo. “Por ahí no va a ocurrir ahora, con este gobierno, pero queda abierta la posibilidad. Recordemos que en los últimos años hemos tenido gobiernos que perseguían a los productores, donde se negociaba a punta de pistola en la Secretaría de Comercio y se llamaba desde los micrófonos de Plaza de Mayo a incendiar los campos y romper los silobolsas. Un martillo puede ser una herramienta para construir, pero también puede servir para romperte la cabeza”, dijo el diputado.

Además, “todo eso que decían de la desertificación no ocurrió”, apuntó el legislador, aunque reconoció que muchas veces los ruralistas caen en prácticas que son nocivas para el suelo. Pero él le atribuye la responsabilidad al Estado, por la fuerte carga impositiva sobre el sector, especialmente las retenciones a las exportaciones.

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“El productor rural es el primer interesado en cuidar el suelo en el que produce. Nadie apunta a destruir su propio campo. Lo que ocurre es que a veces no te dejan otra salida. En algún momento se siembra soja sobre soja, por ejemplo, porque de otra manera no te dan los números. Y si los números no te dan, no te dan”, argumentó.

Por otra parte, señaló que el propio Estado no está haciendo su parte para preservar el recurso suelo. “No podés obligar al productor a hacer un montón de cosas para cuidar el suelo cuando vos, como Estado, no lo estás haciendo”, argumentó. “Las inundaciones que estamos teniendo en Carlos Casares, Bragado y Pehuajó son porque el Estado no hizo las obras hídricas que había que hacer. ¿Con qué autoridad van a exigirle al productor, cuando ellos no están haciendo lo que deben?”, se preguntó.

Bugallo destaca que él mismo trabajó en iniciativas orientadas a implementar mejoras en el manejo del campo bonaerense, pero según esquemas voluntarios, sin forzar a los ruralistas a seguir reglas impuestas desde un gobierno. El año pasado, por ejemplo, acompañó un proyecto de la diputada Silvina Vaccarezza (UCR–Cambio Federal) destinado a promover las buenas prácticas agrícolas en la provincia de Buenos Aires.

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“Nosotros, en general, estamos en contra de las regulaciones, porque no sirven para nada”, dijo Pablo Ginestet, presidente de la comisión de Medio Ambiente y Granos de CARBAP.

“Yo creo que sí tiene que haber un programa de buenas prácticas al que se pueda adherir quien quiera. Pero con este modelo obligatorio pasás a depender de lo que el burócrata de turno diga que se puede o no se puede hacer. Ya no disponés de tu propiedad privada. Es una locura”, dijo Ginestet.

El ruralista señaló, por ejemplo, que “la visión que podría tener Juan Grabois si fuera gobernador de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, no sería la misma que podría tener Diego Santilli”, y que con un sistema como el propuesto por el CIAFBA los productores quedarían a merced de los vaivenes políticos.

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“Además, se crea un montón de burocracia. Y todo eso, a la larga, termina saliendo del bolsillo del productor”, puntualizó.

Al igual que Bugallo, Ginestet dijo que “el productor es el principal interesado en cuidar el recurso del suelo” y culpó a las excesivas regulaciones e impuestos por la caída en procesos que lo perjudican.

Para el ingeniero Repetto, esa posición es insostenible. “No todos los productores trabajan bien”, dijo. “Yo tengo clientes que, si mañana saliera una ley como ésta, automáticamente empezarían a tener beneficios muy grandes, porque están haciendo las cosas bien. Pero también estoy atendiendo un campo con enormes pendientes que cada tanto se alquila y veo cómo se va deteriorando el suelo año a año por el cultivo de papa. Seguramente hay lugares que ya no se pueden recuperar, porque el daño es muy grande.”

Una polémica subterránea

Por otra parte, el especialista apuntó que, a diferencia de Buenos Aires, otras provincias como Córdoba, La Pampa, Entre Ríos y Santa Fe incorporaron legislación relativa al uso del suelo, con buenos resultados.

De todas maneras, destacó que en los últimos años se viene viendo una mejora gracias a la toma de conciencia sobre el problema.

“Hay cada vez más rotaciones de cultivos. En el ’95 y ’96, la sojización se llevó puestos a muchos cultivos. Ahora hay más conciencia y, por otra parte, se sabe mucho más”, explicó Repetto.
 

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