16 de diciembre de 2010
GAS EN NEUQUÉN
Cortinas de humo que yacen
Cristina Fernández anunció el descubrimiento de un reservorio gasífero no convencional que asegurará el recurso por 50 años. Los técnicos hablan de “cuento” y “discurso politizado”
Faltó el bombo de Tula para acompañar a aquellas figuras rimbombantes trazadas por el discurso de la Presidenta Cristina Fernández tras anunciar el hallazgo de un megayacimiento de gas en Loma de la Lata-Sierra Barrosa, en Neuquén.
El estruendo volvió a copar la dialéctica oficial. La oratoria pintó un nuevo cuadro para comprar a libro cerrado. Argentina, tierra de insondables fenómenos, detentaría, según la primera mandataria, una tipología de gas no convencional, y el más caro de explotar, que enriquecería las reservas del país durante cincuenta años.
Las palabras promisorias de la jefa de Estado fueron soltándose una a una, sustentadas previamente por la conexión empresarial: YPF. Enrique y Sebastián Eskenazi, viejos socios gubernamentales y patas nacionales de Repsol, dieron a conocer el balance del programa de Desarrollo Exploratorio y Productivo 2010-2014 sobre el potencial gasífero.
Sin embargo, la operatoria energética no se urde entre comunicados y mesas directivas, sino que presenta intrincados pasos metodológicos que no transcurren de la noche a la mañana. “Estamos ante un cuento para cobrar más”, sentencia Gustavo Calleja, vicepresidente del Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (Moreno) y ex secretario de Combustibles de la Nación. “Es un simple aumento de precios, porque es el mismo gas, del mismo pozo anterior que no da derecho a ninguna inversión, y esto le permite un aumento, ya que en vez de cobrarlo 2,50 dólares por millón de BTU lo cobran desde 4,50 a 7 dólares”, explica Calleja.
De técnica apolítica
El shale gas (gas no convencional) proviene directamente de la roca generadora y se obtiene luego de efectuar exploraciones entre los cuatro mil y los cinco mil metros. Según los técnicos, hoy lejanos a los postulados dirigenciales, lleva años desarrollar este tipo de yacimiento.
Se trata de un recurso especial, afincado profundamente dentro de piedras o de arenas, en las zonas que la geología llama “trampas de formaciones de arena compactas y esquistos”. Debe cubicarse (medir cuánto hay); prepararse la extracción, ya que no implica un proceso corriente, donde se perforan solamente 800 o 1.000 metros; necesitan ejecutarse extracciones horizontales; inyectar agua en cantidades cinco veces superior a las que se suministran para la producción en reservorios convencionales; determinarse cómo se va a sacar, dependiendo donde se halle. Posteriormente, el trabajo continúa en la superficie.
En tanto, según el análisis técnico, las posibilidades de que el país contenga reservas gasíferas por cinco décadas son casi nulas, estableciendo otro grueso contrapunto con la comunicación oficial vaticinada la semana pasada por el Ejecutivo nacional.
“Primero se hacen los pozos exploratorios, en base a eso aparece una estimación de reservas probables. Todavía ni siquiera estamos en esa instancia; hicieron cuatro o cinco perforaciones durante el año y se gastaron diez millones de dólares, que es una suma muy baja para las exploraciones que se requieren para llegar a definir un yacimiento”, describe Emilio Apud, ex secretario de Energía de la Nación.
“Después vienen los desarrollos y las exploraciones que permiten llegar a cuantificar las reservas para llegar a las reservas probables confirmadas, y eso pasa después de dos o tres años. Y posteriormente, si quieren realmente meter dentro de su empresa y de sus acciones los bonos activos que significan esas reservas, tienen que mandarlos a cuantificar por organismo internacionales”, aclara el ex funcionario de De la Rúa.
Haciendo los cálculos, los entendidos en la materia aseguran que Argentina posee hoy 12 TGF (trillones de pies cúbicos) en lo que respecta a la totalidad de las reservas de gas planificadas para siete años; mientras que en el yacimiento neuquino se estimaría que el recurso existente asciende a 4 o 5 TGF. Es decir, en Loma de la Lata-Sierra Barrosa se anidaría un tercio del depósito energético nacional, lo cual equivaldría a dos años y medio, siempre ajustándose al consumo actual. Ante esto, hablar de cincuenta años es poco serio.
Inversión empresaria, ¿mito o realidad?
Conjuntamente, el análisis técnico no sólo clava el ojo en las singulares aseveraciones de Cristina Fernández y su gabinete, entre ellos el ministro Julio De Vido, que auguró gas para noventa años (“casi un siglo”), sino también en la participación de las compañías facultadas para invertir, explorar y explotar el gas no convencional.
Desde YPF, Enrique y Sebastián Eskenazi prosiguieron con la línea editorial de la Nación al destacar que la firma completará “la inversión más grande en la historia argentina”. Además, ratificaron haber aportado capitales durante 2010 que superaron en un 51 por ciento las sumas destinadas en 2009.
Por otra parte, desde el Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora mantienen un planteo que se halla en las antípodas del explicitado por los socios K. “La familia Eskenazi paga su cuota de la compra del 14,99 por ciento y con utilidades de la misma empresa, porque no pone nada de su capital, va a aumentar los combustibles. Cada vez que aumente más el gas va a poder pagar la compra del 10 por ciento que viene”, imputan.
“Que vayan con el balance a la comisión de valores de Nueva York y presenten esto, ahí no van a mentir como mienten en este momento”, concluyen.
Lea la nota completa en la edición de esta semana de revista La Tecla.