16 de junio de 2011
OFICIALISMO
La demora de Cristina siembra incertidumbre
La Presidenta demora el anuncio de ir por la reelección, alimentó la duda y generó temor en los sectores K que la quieren sí o sí. Las razones que la hacen meditar sobre la continuidad en el poder, y las presiones para condicionar su candidatura a la exclusividad en el armado de las listas
-Está difícil convencerla.
-¿Para que siga o para que acepte las listas que le proponen?
-Cuesta convencerla.
Apenas un par de palabras reveladoras se permitió una alta fuente gubernamental. Es bastante con relación al hermetismo de los últimos días, potenciado después de una reunión que mantuvieron el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, y el ungido arquitecto electoral del kirchnerismo, Carlos Zannini. Pese a que hubo pocos testigos, el secretario Legal y Técnico de la Presidencia habría replicado el resultado del cónclave en los oídos de otros ministros nacionales, y así regado el alerta.
La demora de Cristina Fernández de Kirchner en confirmar que irá por la reelección pasó a ser una verdadera preocupación en las fibras del oficialismo. Las señales públicas y los mensajes que hace bajar a Zannini agudizaron el temor de los K sobre el posible renunciamiento. Y mientras algunos aducen que finalmente no le quedará alternativa, porque “si no esto se convierte en un quilombo bárbaro”, otros especulan con que sólo se trata de caprichos de la Presidenta para tener la exclusividad en las decisiones de las listas y los cargos.
Cualquiera sea la motivo, el electoralmente reconstituido FpV transita sus horas de mayor incertidumbre, a una semana del cierre de listas. Hay razones e indicadores que llevan a pensar en una decisión histórica, pero también los hay para abonar la teoría de que es ella sí o sí. Ahora, ya le exigen eso quienes la acompañaron siempre. “No queda alternativa”, dicen.
“El hermetismo es total, nadie sabe nada, nosotros estamos convencidos de que será ella la candidata a Presidente”, repitieron ante La Tecla un par de intendentes del Conurbano. Uno de ellos, con estrecha vinculación a un funcionario nacional, adujo: “Al menos es lo que nosotros creemos, aunque es cierto que no hay ninguna confirmación oficial y que las señales públicas de Cristina son, al menos, contradictorias”.
El arco de posibilidades se abrió demasiado, pese a la justeza del tiempo para el cierre definitivo. Si Cristina va, como parece que finalmente será, la preocupación previa quedará rápidamente sepultada, aunque sólo con el paso de los meses disipará otra duda: ¿se presenta para cumplir los cuatro años o sólo lo hace para garantizar un triunfo vaticinado por las encuestas? De ser así, cobra vital importancia el vicepresidente. ¿Puede ser, entonces, Daniel Scioli otra vez el dos en Nación, a la espera de un retiro de Cristina? Sería la peor noticia para el Gobernador, por más que le prometan asunción en breve.
El deseo de Scioli de ser Presidente estuvo siempre, pero no de esta forma. Para el mandatario provincial también sería un problema tomar ahora una posta caliente y asumir el rol de reemplazante de la dama en plena carrera electoral.
Hay quienes aseguran que “se mandó a medir a Alicia Kirchner”, eventualmente para ocupar una de las vices, “pero siempre de Scioli y no de Cristina” (ver recuadro). Alicia sería, finalmente, la primera candidata a senadora por la Provincia.
A juzgar por los números arrojados desde las distintas encuestadoras -aun desde las menos oficialistas-, parece imposible aceptar la retirada de un político cuyo segundo mandato estaría garantizado con un nivel de popularidad sólo comparable con el de los grandes estadistas. Sin embargo, Cristina Fernández de Kirchner ha dicho en reuniones íntimas que su deseo es irse por la puerta grande, “como Lula en Brasil”. Otro mandato es poner ese capital en riesgo, sobre todo tras los errores cometidos por actores del espacio en el último tiempo. Además, su estado de salud dio señales inequívocas del precio pagado por una presidencia vivida a full y por la pérdida del compañero de siempre.
Luz amarilla
“Ayúdenme porque sola no puedo”, avisó en febrero en Catamarca. Después, siempre mantuvo la luz amarilla encendida. “No me muero por ser”, “Lo que importa es el proyecto y no los nombres”, fueron dos de algunas de las frases indicativas, acompañadas por confesiones de cansancio y soledad.
Paradójicamente, desde ese pedido de ayuda para seguir en la senda sin tropiezos, las metidas de pata las cometieron los sectores más afines. Las presiones de Hugo Moyano, el escándalo Schoklender (que repercutió con dureza en su estado de ánimo y en las encuestas), y hasta una nimia pelea en el INADI, son sólo algunos de los impactos recibidos. No está dispuesta a seguir soportándolos, junto a la pelea con los medios y otros sectores de poder, si no tiene una red de contención capaz de absorber los cachetazos. En síntesis, con la muerte de Néstor no sólo debió hacerse cargo de la conducción política, también perdió el escudo donde rebotaban los conflictos.
En los últimos meses Cristina también soportó operaciones que le molestaron. Por caso, cuando Diana Conti anunció una reforma constitucional garantizadora de otra reelección, o el anticipo de Carlos Kunkel sobre la fecha de su lanzamiento, y hasta ciertas jugadas de sus preferidos de La Cámpora que tampoco le satisfacen.
Sus hijos, Máximo y Florencia, aducen razones sentimentales reñidas con el viejo deseo de la familia de permanecer por años en el poder. El varón se encarga de las actividades privadas, y la niña acompaña a su madre, pero recién en las últimas horas habría avalado una nueva postulación.
Más allá de las razones personales y políticas esgrimidas por la Presidenta para dudar de su continuidad, el haberse convertido en la única referente del variopinto kirchnerismo ubica a Cristina en una evidente encrucijada: queda encerrada en la propia trampa K de poder absoluto y personalista. A la vez, resta aplicabilidad al axioma “muerto el rey, viva el rey”. Sin ella, los diferentes sectores tienen a su propio príncipe dispuesto a ser ungido, más allá de que sea Daniel Scioli quien pueda mostrar mayor territorio y poder electoral.
La Presidenta sabe que la necesitan. “Es la única que asegura el modelo y garantizaría el triunfo en la primera vuelta”, coincidieron sectores K de centroizquierda. Tranquilizó el anuncio de Martín Sabbattella el martes por la noche, cuando confirmó que iría como adherente a la candidatura de la pingüina mayor.
La presión
La jefa del reinado anticipó que si va pone todas las condiciones, y no acepta condicionantes. Este fue, de acuerdo a la información a la que accedió La Tecla, un punto clave en la reunión de Scioli y Zannini del pasado lunes.
“Cristina no se va a lanzar hasta que le aseguren que no habrá cuestionamientos a las decisiones que ella tome”. Eso anticipó el secretario Legal y Técnico de la Presidencia en el cónclave, según lo que este medio recabó de fuentes cercanas a la Casa Rosada. “Pretende reservarse el derecho al veto y a la sugerencia (léase imposición) en todas las listas, y que después no haya derecho al pataleo público”, auguran. La advertencia incluye al vicegobernador bonaerense. Para ejemplo basta mirar el cierre de listas en la Capital Federal: dedocracia pura.
Pretendería, además, una garantía de contención, sobre todo del PJ provincial, cuya responsabilidad, nada menor, cae sobre el mandatario bonaerense.
El peronismo ya es un polvorín ante la presunción de un retraimiento en su poder legislativo; y los gremios protestan de antemano porque ven diluir las chances de llenar varios casilleros; pero también los sectores transversales ambiciosos de listas de adhesión, o los jóvenes convencidos de que llegó su hora, pueden verse duramente golpeados.
Una amenaza de bajarse si no se hace lo que ella dice funcionaría para blindarse y blindar al Frente para la Victoria. Además, sobre el filo del cierre, los heridos tendrían pocas chances de ser recogidos por otros. Eso sí, si los heridos son de peso pueden ejercer un incalculable poder de daño.
Tanto la teoría de la no continuidad como la de presionar con su posición ante el electorado para hacer y deshacer a su antojo tienen el mismo efecto en el kirchnerismo. A sólo una semana de la revelación final, gobierna la incertidumbre. Y todos saben que es difícil convencer a Cristina Fernández si a ella se le puso en la cabeza una u otra cosa.
LEA LA NOTA COMPLETA EN LA EDICION Nº 419 DE REVISTA LA TECLA