El triunfo de Macri anima a la oposición
La clara victoria de Mauricio Macri en la segunda vuelta de la elección porteña plantea la cuestión de si jugará o no un rol como elector en el campo opositor. El ojo crítico del titular del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, analiza uno de los temas más candentes de la política nacional
* Por Rosendo Fraga
La clara victoria de Mauricio Macri en la segunda vuelta de la elección porteña plantea la cuestión de si jugará o no un rol como elector en el campo opositor. Su triunfo por casi 20 puntos tres semanas atrás en la primera vuelta, el sorpresivo éxito de su candidato a la Gobernación de Santa Fe (Del Sel) y su contundente triunfo en la segunda vuelta por casi 30 puntos, lo transforman hoy en la figura más importante de la oposición. La cuestión es que además de no ser candidato a Presidente, su partido no ha presentado fórmula y tampoco apoya a ningún otro candidato. Ya sea el 14 de agosto o el 23 de octubre, el rol de Macri puede ser importante: en la primera fecha, para dirimir la competencia que hoy mantienen Alfonsín y Duhalde por el primer lugar en la oposición, y en la segunda para contribuir a polarizar el voto opositor detrás de quien haya quedado primero en la oposición el 14 de agosto.
Las afinidades políticas de Macri están más con el candidato del justicialismo disidente que con el radical. Del Sel públicamente dijo que votaría por Duhalde el 14 de agosto. El marido de su candidata a Vicejefa de Gobierno (Vidal) es candidato a legislador del peronismo disidente en la provincia de Buenos Aires. Se trata de una decisión política importante que deberá adoptar Macri en los próximos días. El 14 de agosto es claro que su rol será importante o incluso decisivo. En cambio para el 23 de octubre falta mucho tiempo en términos político-electorales y para entonces posiblemente el rol o la influencia de Macri como elector será menor que ahora. Por ahora parece optar por dar señales a favor de Duhalde, pero sin comprometerse formalmente. El saludo de Cristina a Macri, es un buen gesto, pero que difícilmente modifique en forma sustancial el estilo político del kirchnerismo, que durante ocho años y medio ha tenido más de confrontación que de conciliación.
El próximo domingo se realiza la elección de gobernador en Córdoba, donde el kirchnerismo se ha quedado sin candidato. El justicialista De la Sota -al igual que el gobernador Schiaretti- ha ratificado que no tiene relación con la Casa Rosada y que sus votos serán propios, frente a un intento de último momento del kirchnerismo de apoyarlo para evitar otro domingo sucesivo de derrota electoral, justo antes de las primarias obligatorias. Carlos Reutemann ha dicho que apoya a De la Sota porque es peronista, como hiciera con Del Sel en Santa Fe. Pero el gobernador de la provincia de Buenos Aires (Scioli) y principal candidato del oficialismo en el distrito más importante del país, también hizo público su apoyo al candidato cordobés, argumentando su pertenencia al peronismo. La reacción del peronismo contra el kirchnerismo ha cobrado así fuerza un tanto inesperadamente, al calor de las derrotas electorales en los principales distritos. El candidato apoyado por Binner (Juez) estaría en segundo lugar y el radical (Aguad) en tercero, aunque creciendo. El gobernador cordobés se elige por mayoría simple y no habrá segunda vuelta. El PRO cordobés se divide entre quienes apoyan al justicialista y al radical.
Las primarias del 14 de agosto se han transformado en un escenario político peligroso para el gobierno nacional. Los resultados electorales de la segunda vuelta de Tierra del Fuego, la primera vuelta de la Ciudad de Buenos Aires, la de Santa Fe, la segunda vuelta porteña y los que surgirán de Córdoba han creando un clima político más favorable a la oposición, que hoy percibe que puede llegar a ganar, habiéndose producido una crisis en la estrategia oficialista que buscó imponer la tesis Cristina ya ganó. Es claro que la estructura justicialista ha reaccionado electoralmente frente a la decisión de Cristina de desplazarla en las candidaturas para imponer a dirigentes de su confianza como Boudou y Mariotto y jóvenes de La Cámpora. El primer riesgo para el oficialismo nacional es que el peronismo le reste apoyo y en consecuencia obtenga un resultado próximo al 40%, lo que plantearía que la segunda vuelta el 23 de octubre ha pasado a ser un escenario posible. El segundo riesgo es que el candidato opositor que quede segundo se convierta en quien logre polarizar el voto opositor en la primera vuelta. La alternativa de suspender las internas se hizo evidente, pese a las desmentidas del Ministerio del Interior, por el anuncio de la Jueza Servini de Cubría de que iba a suspender actos eleccionarios como el del 14 de agosto o el 23 de octubre porque el Poder Ejecutivo no había girado los fondos para realizarlos. Pero no es lo más probable.
La gran cuestión pasa a ser qué sucederá en la provincia de Buenos Aires tanto el 14 de agosto como el 23 de octubre. El 26 de julio, al conmemorarse el aniversario de la muerte de Evita, Cristina lo conmemoró inaugurando un gran dibujo de la primera sobre el frente del Ministerio de Acción Social -tomando como modelo explícito el realizado en la Habana del Che Guevara- y reuniendo 20.000 personas bajo las banderas de La Cámpora. A la misma hora en La Matanza, Scioli y Moyano la recordaban en un acto de 30.000 personas con la liturgia peronista y diciendo que no habrá otra mujer como Evita. Está claro que el voto del tercio rural de la provincia de Buenos Aires difícilmente opte por Cristina, como lo evidenció el voto del campo en Santa Fe y lo confirmará en Córdoba. Si algunos intendentes justicialistas del conurbano -que es dos tercios de la provincia y la cuarta parte de los votos del país- cortan a boleta a favor de Duhalde para Presidente y votan por Scioli o Narváez para gobernador, la elección de Cristina peligra. Para obtener 45% en el promedio nacional necesita 50% en la provincia de Buenos Aires y para no caer por debajo del 40% -cuando siempre hay segunda vuelta- necesita alcanzar 45% en este decisivo distrito. El cambio de clima político no sólo lo han generado los resultados electorales, sino hechos como las denuncias sobre las Madres de Plaza de Mayo, las que afectan a un miembro de la Corte alineado con el oficialismo (Zaffaroni), el ADN negativo de los hijos de la dueña de Clarín, los incidentes violentos en la provincia de Jujuy y las marchas y contramarchas con el fútbol, entre otros. Al conflicto emergente entre peronismo y kirchnerismo se suman los problemas dentro del mismo, como los surgidos entre Carta Abierta y La Cámpora y dentro de esta misma agrupación.
En conclusión: la clara victoria de Mauricio Macri en la elección porteña plantea la cuestión de si jugará o no un rol como elector del principal candidato de la oposición; la elección de gobernador de Córdoba se proyecta como otra derrota del kirchnerismo, profundizando sus diferencias con el peronismo como entidad y expresión política; las primarias obligatorias del 14 de agosto han pasado a ser un riesgo para el oficialismo, tanto por los votos que obtenga como por la oportunidad opositora de definir un candidato predominante y la gran cuestión para a ser qué sucederá con el peronismo bonaerense y si los intendentes pueden cortarle o no la boleta a la Presidente como hicieran con Kirchner en 2009.