9 de septiembre de 2011
POLÍTICOS FIERREROS
A todo motor en la política
Candidatos, legisladores y funcionarios con pasado y presente sobre cuatro ruedas. Una pasión que logra despeinar a dirigentes y catapultar al poder a los corredores que se le animen. El caso de Gustavo Posse, intendente de San Isidro
El fin de semana pasado miles de bonaerenses se volcaron a la autovía 2, que une la Capital Federal con Mar del Plata, para saludar el paso de un centenar de autos coloridos. El fervor popular no necesitó de promoción mediática ni auspicio comercial o político, porque esos autos representaban la historia de una categoría que cada quince días mueve multitudes en todo el país, y especialmente en la provincia de Buenos Aires: el Turismo Carretera.
El TC, tan típicamente argentino como el mate o el dulce de leche, nació en las rutas de tierra de esta provincia, y este año está cumpliendo 75 años, por lo cual se organizó esa caravana que cambió el paisaje de la autovía bonaerense. Cuando llegaron los primeros autos a la ciudad balnearia, el intendente Gustavo Pulti aprovechó para pedirle a Oscar Aventín, presidente de la Aso-ciación Corredores Turismo Carretera (ACTC), que la categoría vuelva a Mar del Plata. “Queremos que este día, en el que miles de marplatenses han recibido a los autos y los pilotos en las calles, sea el prólogo de una carrera de Turismo Carretera en Mar del Plata”, rogó Pulti, encandilado por la pasión popular que despierta la categoría más longeva de Sudamérica.
En menor medida, en el autódromo El Orejano, de Roque Pérez, cientos de fanáticos del deporte motor de la región
se reunieron para presenciar “La hora del TC roqueperense”, que, por primera vez, se corrió sobre asfalto.
Es en esa categoría donde muchos políticos de la Provincia despuntan el vicio tuerca. Alejandro Celillo, hijo del ex intendente radical de General Alvear y actual candidato de Udeso a la jefatura comunal, corrió varios años en el TCR, hasta 2007. “He sido, y soy, un fana del automovilismo”, confió a La Tecla. “En 1997 un amigo me invitó a correr como acompañante
en el TC roqueperense, y después de esa carrera corrimos cuatro temporadas”, relató. En 2001, Celillo debutó como piloto en la clase Turismo Standard del TCR con un Opel K180, con el que logró como mejor resultado el sexto lugar en una final.
Celillo, que obtuvo el 30 por ciento de los votos y es la primera opción opositora en su distrito, señaló que la actividad automovilística tiene la ventaja de “ganar amigos y conocidos en los pueblos de la zona”, además de aprender sobre mecánica. El estar lejos de la familia nada menos que los fines de semana aparece como la gran desventaja de todo corredor.
Gustavo Posse: “Es un medio que siempre me gustó, desde chico”
El intendente de San Isidro, un gran fanático tuerca, corrió en distintos años como piloto invitado en el TC Mouras, una de las categorías satélite del TC. “Lo hago en épocas en que el tiempo da o cuando hay un equipo que me invite”, contó a La Tecla.
Posse conoce el medio automovilístico “desde siempre”, lo que le ha dado la chance de conocer a “prácticamente todos” los pilotos de las categorías nacionales y muchos de las zonales. “Es un medio que siempre me gustó, desde chico”, confió el radical. El gusto era compartido con un hermano ya fallecido de Gustavo, con quien desafiaban las preocupaciones familiares.
“La dificultad era que, en una familia donde mi padre era un médico a quien le iba muy bien en el ejercicio de la profesión, a nosotros no nos faltaba nada, salvo que nos viese haciendo automovilismo, que era percibido como riesgoso y daba lugar a que nos cortaran el chorro, por así decirlo”, recordó el jefe comunal. Cualquier distracción del estudio que, además, constituyese un peligro “estaba mal visto” por sus padres, aunque volvería a correr, si lo invitan.