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Argentina
2 de febrero de 2012
LA OPINIÓN DE CLAUDIA RUCCI

Como pasó antes, la confrontación es inevitable

La legisladora e hija del histórico dirigente sindical José Ignacio Rucci expuso, en exclusivo para La Tecla, su opinión sobre el actual conflicto entre el Gobierno kirchnerista y la estructura de la CGT

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Por Claudia Rucci

Hugo Moyano sorprendió a propios y extraños la tarde del 15 de Diciembre, cuando planteó una postura mas dura y crítica que la esperada frente al gobierno nacional que exhibía triunfalmente su 54% de Octubre.

Para mí representó un punto de inflexión en la relación de Hugo (hoy sin duda el dirigente gremial con más peso e instalación nacional) y un sector del Movimiento Obrero con el gobierno nacional.

Varias de sus expresiones cuestionaron la médula del relato oficial sobre distribución del ingreso, equidad social, nivel del salario, “peronismo” y ajuste. Yo fui durante estos últimos años muy crítica en varias oportunidades con él. Expresé que el Movimiento Obrero no debía “asociarse” al gobierno sino mantener una posición de poder en defensa de los intereses de los trabajadores. Que esa sociedad iba a tener un final previsible con un gobierno que –en el marco de la situación económica más favorable de la historia contemporánea- no había producido mejoras sustanciales en la participación del salario en la renta nacional, en la reducción del trabajo negro o esclavo y en la participación de ese Movimiento Obrero "socio" en las instancias de gobierno ejecutivas y parlamentarias.

Durante la gestión de Néstor Kirchner –debo reconocer- se habían producido avances importantes en la recuperación del empleo y del salario, comparado con la enorme crisis de la cual veníamos. Pero su muerte, el surgimiento del “Cristinismo” (que yo defino como Frepasismo con gestión) y la inminente aplicación de un ajuste clásico, a costa de los trabajadores, la confrontación se agudizó. El doble discurso se hizo pedazos frente a la realidad por venir y Hugo sólo se adelantó un poco a lo que el 2012 iba a reclamar de un dirigente obrero. Y se producen entonces las comparaciones.

Desde las mas extravagantes (como la de Horacio Verbitsky, que comparó a Moyano que cuestiona a Cristina con los Montoneros que cuestionaban y le disputaban poder a Perón) hasta las mas racionales y ubicadas en el contexto actual. Vandor, Rucci, Ubaldini, Moyano. Cuatro Secretarios Generales muy distintos, en épocas también muy distintas. Prefiero compararlos en su relación con Perón (los dos primeros) y con el Peronismo, ya muerto Perón (los dos últimos). Vandor potenció la reivindicación obrera promoviendo un “Peronismo laboralista, sin Perón”. No tuvo confianza en la vuelta, ni en la consecuencia del pueblo en la lucha por el retorno del Lider. Ni en un Perón imprescindible para resolver los
problemas de la Nación y del Pueblo. Mi padre pensaba exactamente lo contrario: no hay solución para los trabajadores y para el Pueblo sin solución política, afirmaba. Y esa solución política era Perón. Por eso luchó tanto por su regreso y cuestionó tan duramente a quienes intentaron disputarle el poder confundiendo aliados y enemigos. Y por eso murió, obviamente.

Saúl Ubaldini volvió a mostrar –tras muchos años- el surgimiento de otro gran dirigente obrero con proyección política. Su rol combativo durante la dictadura fortaleció su imagen y durante los primero años de la democracia retornada encabezó la lucha reivindicativa frente a un alfonsinismo que no acertaba en lo económico. Con el menemismo, Saúl Ubaldini se convirtió en un obstáculo para la implementación del neoliberalismo y fue desplazado por Menem y sus aliados sindicales. LA
CONFRONTACIÓN SE HABÍA HECHO INEVITABLE. Siempre tuvo una actitud de integración y reivindicación del Peronismo, no a sus dirigentes ni a su estructura sino a la concepción peronista en su sentido mas profundo: trabajar por un Pueblo feliz en una Patria grande. El Menemismo era otra cosa. El tiempo lo demostró. Y fue durante el menemismo que cobró mas trascendencia la figura de Hugo Moyano. Cuestionándolo. Enfrentándolo.

Cuando muchos de nuestros actuales gobernantes aplaudían -disciplinada y obsecuentemente- las decisiones que hoy –a la distancia y ya sin riesgos- critican. Continuó con posiciones firmes frente al continuismo del “delarufrepasismo”, mientras algunos actuales altos funcionarios de gobierno lo eran también entonces. Y apoyó fervientemente las políticas de Néstor Kirchner y de Cristina sosteniendo posturas que -obviamente- a partir de 2007 critiqué por lo ya expuesto. Pero surgió el Cristinismo, la voluntad de diluir el rol político del Movimiento Obrero, la decisión de ajustar a costa de los trabajadores, la intención de reducir el Peronismo a un “siCristinismo militante”. Porque como dijo José Pablo Feinmann: “…el gobierno de Cristina Kirchner creo que implica una evanescencia con respecto a la identidad peronista...Busca una identidad nueva...una identidad del siglo XXI...". Y LA CONFRONTACIÓN SE HIZO -como en otras etapas de la historia- NUEVAMENTE INEVITABLE.

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