26 de febrero de 2012
JUAN CARLOS GASPARINI
“No tengo casa, ni terreno, vivo de prestado”
El intendente de Roque Pérez habla de sus primeros pasos al frente del municipio. Hace hincapié en lo que le costó llegar. No se avergüenza de su pobreza y confiesa que “no tiene nada”. Sueña con un hogar para sus hijas menores
A poco más de dos meses de haber asumido como intendente de Roque Pérez, Juan Carlos Gasparini, popularmente conocido como “el Chinchu”, cuenta a La Tecla detalles de las situaciones que le ha tocado sobrellevar a lo largo de la vida. Además, como buen peronista se muestra seguro de su trabajo al frente de la comuna. “Si vos le preguntás a la sociedad roqueperense, te va a decir que voy por el buen camino”, manifiesta confiado. También habla del problema habitacional en la ciudad que, dicho sea de paso, lo afecta a él. “No tengo casa, no tengo terreno, no tengo nada”, dice el Jefe comunal, y agrega: “Llegué a la intendencia sin un mango y me voy a ir sin un mango; nací pobre y me voy a morir pobre”.
-Sus amigos, esos que veía siempre, ¿le reclaman que no les presta atención por ocupar el cargo de intendente?
-Mis amigos son incondicionales. Están conmigo en las buenas y en las malas. Y porque son amigos ninguno vino a pedirme absolutamente nada. Y cuando digo ninguno, es ninguno. Ni los amigos pobres, ni los amigos ricos. Todos me apoyan y me dicen que voy por el buen camino. Y eso se lo podés preguntar a la sociedad roqueperense. Cualquiera te va a decir: “El Chinchu está haciendo las cosas bien”. Tengo siete hijos y ninguno trabaja en la municipalidad.
-La última vez que hablamos me dijo que no tenía casa. ¿Esto sigue siendo así?
-Sí, claro. Soy un tipo pobre. No tengo casa, no tengo terreno, no tengo nada. Vivo de prestado en la casa de una gente de Lobos. Vivo ahí porque ellos me dejan vivir ahí y no la han vendido. El día que la pongan en venta me tendré que ir.
-¿Le gustaría ahora que es intendente poder comprar una casa?
-Me gustaría poder dejarle una vivienda propia a mis hijas más chicas. Una está estudiando Veterinaria en La Plata y la otra está acá en Roque Pérez. La verdad es que tuve una desgracia muy grande con la madre, está muy enferma. Yo estoy solo con mis nenas y deseo que antes de irme de este mundo pueda dejarles por lo menos un lugar para vivir. Es lo único que pretendo. Después tengo en claro que entré sin un mango y me voy a ir sin un mango. Soy un hombre pobre que vive rodeado de gente pobre. Cuando tengo algo lo comparto. No puedo olvidar lo que soy y de donde vengo. Esa gente que está conmigo muchas veces fue despreciada por acompañarme. Jamás los dejaría en banda.
-En muchos distritos de la Provincia hacen falta viviendas, ¿sucede algo similar en Roque Pérez?
-Sí, es uno de los serios inconvenientes que tenemos. Cada persona que llega a Roque Pérez de visita no se quiere ir más. Intenta escapar de la droga y la marginalidad existente en las grandes ciudades. Por eso es que estamos trabajando en un proyecto que estipula que quien quiera acceder a una vivienda, tiene que haber vivido una determinada cantidad de años en la ciudad.
-¿Estaría mal que usted se anote para una de esas viviendas?
-Sí, creo que sí. Nunca me anoté y menos me anotaría ahora. Alguna vez me prometieron que me iban a dar un terreno pero nunca me lo dieron.
-¿En la calle sigue siendo el Chinchu o ahora lo llaman Señor intendente?
-Sigo siendo el Chinchu tanto afuera como adentro de la municipalidad. El mismo de siempre, el que habla con los vecinos y trata de estar al servicio de la gente.
-¿Se podría decir que es un intendente distinto a los demás, un intendente pobre?
-A mí la vida me golpeó mucho, me crie sin padre y sin madre, en la calle, a los palos. Nadie me va a enseñar lo que es la pobreza. Conozco a todas las familias de Roque Pérez. Si algún vecino viene a decirme que tiene un problema, antes de que me cuente, ya sé lo que le pasa. Esa es la diferencia que tengo con los demás gobernantes. Yo gobierno para los pobres, pero no les voy a regalar nada. El pobre es laburador. En la anterior gestión se estaban dando entre 40 y 50 subsidios por semana. ¿Sabés cuántos doy yo? Cuatro. Hay que hacerle entender a la gente que va a ser ayudada cuando esté mal, pero cuando pase a estar mejor, esa ayuda va a ir para otro.