20 de marzo de 2012
ANALISIS DE LOS 100 DIAS
Una mirada sobre la segunda gestión de CFK
El titular del Centro de Estudios, Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, analiza los primeros cien días de gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Para el consultor político, la mandataria nacional "domina la escena política, pero con un desgaste sensible"
Por Rosendo Fraga
El 20 de marzo se cumplen cien días del inicio el segundo mandato de Cristina Kirchner. En términos políticos es poco tiempo cronológico u objetivo, pero mucho en lo subjetivo o sensación por la sencilla razón de que en pocas semanas han sucedido muchas cosas, aunque el tiempo transcurrido coincida con el primer trimestre del año, cuando por lo general la densidad de los hechos políticos se reduce. Hoy pareciera lejano el momento en el cual se anunció la enfermedad de la Presidente y la polémica que generó el fallido diagnóstico de cáncer. El del 2008 también fue un comienzo complejo. Se inició con la controversia surgida con los EE.UU. a raíz del caso Antonini Wilson, continuó con la fallida entrega de rehenes de las FARC en la selva colombiana de la que participó el entonces ex presidente Kirchner y luego, en la segunda semana de marzo, surgió el conflicto con el campo, que inesperadamente dominó la escena política en el segundo trimestre y que terminó siendo el hecho político dominante del primer año de gobierno de Cristina Kirchner. La secuencia de entonces fue un primer año difícil en lo político, con un segundo en el cual la economía se complicó por la crisis externa y ello contribuyó decisivamente a la derrota del gobierno en las elecciones legislativas de 2009.
Ahora pareciera en cambio que las complicaciones económicas pueden surgir en el primer año y las políticas -eventualmente- en el segundo. Al cumplirse los primeros cien días de gobierno, la mayoría de los sondeos -aunque no todos- registran una caída importante en la imagen positiva de la Presidenta, la que fue leve entre diciembre y febrero y se profundizó entre este mes y marzo. Las causas de este cambio son claras, al coincidir en poco tiempo la tragedia ferroviaria con las denuncias contra el Vicepresidente por el caso Ciccone y el conflicto salarial con los docentes, agudizado por la crítica que les dirigió la propia Presidenta en su discurso del 1 de marzo. En menor medida pueden haber incidido las protestas contra la llamada megaminería, las complicaciones de negociaciones salariales que interactúan con el conflicto entre el gobierno y Moyano, las críticas al gobierno por el seguimiento de inteligencia de las protestas sociales y el recrudecimiento de los reclamos por la inseguridad (los aumentos de tarifas y las restricciones energéticas podrían sumarse). Son hechos suficientes para explicar un cambio de tendencia en contra del oficialismo, que pese a todo mantiene la iniciativa política, con la desarticulación de la oposición y teniendo una coalición suficiente para imponer rápidamente sus proyectos en el Congreso.
En el pasado, el kirchnerismo ha demostrado voluntad política para enfrentar las dificultades y revertir situaciones adversas. Lo hizo Kirchner tras el fenómeno Blumberg y la derrota en el plebiscito de Misiones durante su presidencia, y con su esposa lo lograron también tras el conflicto del campo y la derrota en la elección legislativa. La misma desaparición del ex Presidente se transformó en un fenómeno político que renovó, revitalizó y potenció al oficialismo. Pero también es cierto que el kirchnerismo es un fenómeno político gestado en la bonanza económica y que depende mucho de ella. De los nueve años que lleva en el poder, sólo uno tuvo la economía en contra. Se trata de 2009, cuando fue derrotado en la elección de medio mandato hasta en la provincia de Santa Cruz. No fue un año de colapso económico, como fue 1989 o 2001; sólo fue un año en el cual la economía entró en recesión, como sucedió en 1995. Lo que determinará si continua o no el cambio de humor social en el segundo trimestre del año será en qué medida las restricciones económicas pueden llegar a la percepción de la gente. La economía ha comenzado a frenarse, como sucede en el resto del mundo. Brasil es ejemplo elocuente y lo mismo puede decirse de la desaceleración que están teniendo las potencias asiáticas, China e India. Cuánto llegue en la gente la percepción sobre la restricción económica será determinante de si el cambio de humor registrado en marzo será solo transitorio, se mantendrá o incluso se profundizará.
Más allá de las medidas económicas -limitación de exportaciones, reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, etc.- es claro que se está intentando dar una respuesta política. La profundización del modelo anunciada durante la campaña electoral por Cristina Kirchner, que se traduce en una mayor dosis de estado dentro del capitalismo como estaba anticipado, ha ido acompañada en las últimas semanas por una revitalización del nacionalismo como valor político. Estatismo y nacionalismo no son sinónimos, pero son términos fáciles de compatibilizar. El primer eje de esta política es la malvinización que se desarrolla en consonancia con el 30º aniversario de la guerra, cuyas dos fechas claves abren y cierran el segundo trimestre: el desembarco en las islas el 2 de abril y la rendición del 14 de junio. Se trata de un eje que deja a la oposición con poco espacio para la crítica -aunque existe y está poco explotada- que moviliza popularmente y genera cierto grado de cohesión social. La Presidenta ha dicho que la causa Malvinas se ha globalizado y la estrategia argentina parece ser llevar el conflicto a todos los ámbitos posibles: la Cumbre nuclear de Corea del Sur, la Cumbre de Presidentes de UNASUR, la Cumbre de Presidentes de las Américas, el Consejo de Seguridad de la UN, su Comité de Descolonización y hasta las Olimpíadas de Londres que concentrarán la atención mundial entre fines de julio y comienzos de agosto. El segundo eje es la nacionalización de YPF, cuya instrumentación jurídica y administrativa está abierta, pero que parece tener comienzo con la reprovincialización de áreas concesionadas a dicha empresa. Malvinas e YPF argentinas es un lema que se va perfilando como central para la estrategia política del oficialismo en los próximos meses. El tercer eje es la política de importaciones de Guillermo Moreno, la que pareciera una manifestación de la afirmación de Cristina Kirchner de no vamos a importar ni un clavo realizada a fines de 2011.
En conclusión: el 20 de marzo el segundo mandato de Cristina Kirchner cumple cien días, dominando ella el poder y la escena política, pero con un desgaste sensible; la economía, que fue el gran activo del gobierno para la reelección, hoy aparece como una limitación a resolver, en un contexto de conflictos sociales diversos y crecientes; el llamado cambio de humor que se registra es un desafío a la voluntad que el kirchnerismo-cristinismo ha puesto en evidencia en los nueve años precedentes en los que ha ejercido el poder a nivel nacional y el oficialismo seguirá enfrentando en los próximos meses cierto cambio de humor por la restricción económica y la recurrencia al nacionalismo parece ser la respuesta política para neutralizarlo.
(*) Director del Centro de Estudios Nueva Mayoría.