19 de mayo de 2012
FRIGORIFICO DE COTO
Habilitación tapada por las plumas
Vecinos denuncian que el frigorífico de Coto, en Esteban Echeverría, viola la legislación vigente y atenta contra la salud y el medio ambiente. Pese a los reclamos, el Municipio, con Gray a la cabeza, fogoneó su llegada
La lista de empresarios que durante la era kirchnerista han visto multiplicar sus negocios y riquezas al calor del modelo nacional y popular, es larga. Uno de ellos es Alfredo Coto, el titular de la cadena de hipermercados que lleva su nombre. Tan fuerte es el vínculo que, el pasado 3 de mayo, CFK y Daniel Scioli encabezaron el acto de inauguración de una de sus plantas faenadoras y exportadoras de pollos en Esteban Echeve-rría, para la que se invirtieron 90 millones de pesos, financiados con créditos del bicentenario. Sin embargo, el más interesado de que esto se concretara fue el intendente Fernado Gray, quien puso toda su troupe -tanto en el HCD como en el Ejecutivo- a trabajar para que el frigorífico fuera habilitado.
El problema es que esta planta desató una fuerte pelea entre Coto y vecinos de la re-gión. Hasta ahora es administrativa, aunque podría tomar curso judicial, según dijeron a La Tecla. La trama de los acontecimientos refleja la clara intención de las au-toridades por lograr que la empresa se instale allí, a como dé lugar, pese a que el em-prendimiento no se ajusta a varias reglas impuestas por el Servicio Nacional de Sa-nidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).
Con mayoría absoluta en el HCD, Gray impulsó una rezonificación industrial del predio, inmerso entre las lagunas Santa Catalina -reserva natural- y Rocha -con me-dia sanción en la Legislatura para que también sea declarada reserva-, y autorizó a que comience a funcionar, a pesar de que aún no se determinó si el emprendimiento es ambientalmente apto.
La Provincia también juega su papel. Ante un pedido de la Defensoría del Pueblo de la Nación, el OPDS respondió hace algunas semanas que el expediente N°4035-28956/03 está “en proceso de evaluación técnica para el otorgamiento del Certificado de Aptitud Ambiental”. Sin embargo, por las dudas, ya lo calificó como categoría II, y puso al control del multimillonario em-prendimiento al Municipio. Una hormiga controlando a un gigante.
El decreto 4238/68, que regula la construcción e ingeniería sanitaria de establecimientos faenadores, establece, en el título 3.1, inciso A, que el emplazamiento debe ser en terrenos no inundables: sin embargo, el suelo de la planta faenadora fue rellenado, subiendo su cota en 1,20 metros, justamente por ser inundable. Dicen los vecinos que este levantamiento provoca, entre otras dificultades, inundaciones de los barrios lindantes.
El punto C de la misma norma aclara que debe estar distante un kilómetro, como mí-nimo, de zonas que, por sus características, deben considerarse residenciales; aunque en este caso hay vecinos al otro lado de la calle y un campo deportivo para niños.
El apartado D obliga a contar con abastecimiento abundante de agua potable, una de las cuestiones más controversiales: en la presentación técnica ante el Municipio este punto no está desarrollado; el estudio de im-pacto ambiental “está en estudio” por parte del OPDS, y los habitantes de la zona manifestaron múltiples carencias.
El inciso F explica que la ubicación quedará supeditada al informe favorable del organismo correspondiente respecto del cuerpo receptor de sus desagües industriales, el cual, hasta ahora, se desconoce.
El apartado G fija que no deberán existir dentro del ámbito enmarcado por el cerco perimetral otras construcciones ajenas a la actividad del establecimiento. En la práctica, el frigorífico está en el mismo predio que el Centro de Distribución COTO, linda con particulares y una construcción, a medio terminar, del Plan Federal de Viviendas.
Una habilitación sin cacareo
El fuerte interés del intendente Gray para que se tramite se notó en la velocidad con el que se movió el expediente. El 14 de abril de 2010 pasó a la Dirección de Ordenamiento Territorial (OT), para que se informara si era zona apta para la instalación del frigorífico. Al día siguiente, la subdirectora de la OT comunicó que el predio era zona industrial 2 (i2), según el Código de Planeamiento vigente, en el que se permiten industrias de primera y segunda categorías. El expediente volvió el mismo día a la Subsecretaría de Obras Públicas, y de allí se derivó a la Dirección de Inspección General. El titular del área, el 14 de julio de 2010, documentó haber efectuado el cálculo del Nivel de Complejidad Ambiental (NCA), afirmó que la planta “estaría entre la segunda y la tercera categorías” y, ante la posibilidad de ser categorizada en la más alta por el OPDS, sugirió realizar un cambio de zonificación. Lo querían sí o sí. Fue el propio Fernando Gray quien puso la firma al proyecto de ordenanza para la rezonificación, que a sólo cinco días de ingresar en el parlamento local se aprobó.
Con la promesa de que llegaría una gran cantidad de empleos, el FpV tomó como ban-dera la iniciativa en el HCD. De los 400 pues-tos de trabajo que originalmente informó COTO, y que constan en la memoria técnica, sólo 150 están en curso. Así lo confesaron las autoridades el día de la inauguración.
Los reclamos sufrieron la habitual demora de este tipo de casos, mientras la construcción continuaba. Hoy el frigorífico está funcionando, y los vecinos reconocen que la chance de que se lo relocalice, es baja, aunque prometen pelear todas las batallas.