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Argentina
16 de agosto de 2012
CAMBIOS EN EL GABINETE

Afilar el lápiz para optimizar el gasto

Es el desafío con que Nora De Lucía llega a la cartera educativa bonaerense. Las razones políticas y administrativas que motivaron la salida de Silvina Gvirtz y las posibilidades de ajustar sobre el mayor presupuesto

Afilar el lápiz para optimizar el gasto
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La salida de Silvina Gvirtz de la Dirección General de Cultura y Educación tiene tantos tintes políticos como administrativos-financieros. La llegada de Nora De Lucía en su lugar adquiere los mismos tintes, pero con una diferencia cromática que pinta de colores opuestos lo que fue y lo que será.

La ultrakirchnerista Gvirtz evitó comprometerse en el fragor político de una batalla interna cuya intensidad fue variable, pero constante. Tampoco dejó una huella imborrable en la conducción de la cartera. El sciolismo no cuestiona su perfil técnico, pero sí siembra dudas sobre el control del ministerio, la ejecución del gasto y el incremento de personal en algunas áreas.

Con la necesidad de optimizar recursos en cada rincón de la administración, Scioli puso la mira en Educación. La idea de intervenir con hombres de su riñón en el área administrativa no dejó a la ex ministra alternativa posible. Con la renuncia efectivizada, el Gobernador obtuvo el doble propósito de sumar política al ministerio y ajustar las clavijas sobre el gasto.

Pasó de una punta a la otra de la paleta de colores sin ningún gris intermedio. La elegida fue Nora De Lucía, abogada sin antecedentes en el ámbito educativo pero con trayectoria en áreas vinculadas a la economía y una reconocida capacidad de negociación con los gremios. Pero De Lucía no fue convocada para calmar ánimos en paritarias, sino para afilar el lápiz en la cartera que insume un tercio del presupuesto.

“No quiero ser la cara del ajuste”, había dicho Gvirtz en la carta de renuncia que hizo llegar a Scioli a través de su secretario. Obligó a que desde la Gobernación salieran al cruce con declaraciones que apuntaban a remarcar que “no va a haber ajuste”. Sin embargo, se reconoció la necesidad de extremar los controles.

El principio

El propósito del gobierno es optimizar recursos en toda la Provincia, para intentar llegar a fin de año sin ayuda de Nación y no volver a padecer con el pago del aguinaldo. “Todos los esfuerzos están destinados a que no haya atraso en el pago de los salarios y juntar lo necesario para afrontar el SAC en una sola cuota en diciembre”, se explica.
En Educación, que representa un tercio del presupuesto bonaerense, se posó la mirada en el gasto en las licencias docentes.

Se pretende achicar suplencias mediante un plan integral de presentismo, con el cual se busca ahorrar unos 1.000 millones al año.

Para ello, el gobierno intentó aplicar la Comunicación Nº 3, la Disposición 198/12 y la Resolución 1243/12, todas de la Dirección General de Cultura y Educación. Restringían el nombramiento de 1.000 docentes suplentes, anulaban 500 licencias y dejaban cesantes 6.000 módulos laborales, que afectaban a 2.000 profesores con pocas horas cátedra.

Además, “intervino” virtualmente la cartera educativa al designar a un funcionario ligado al jefe de Gabinete, Alberto Pérez, para que se haga cargo de la administración del área. Pese a que luego -tras una reunión con los gremios- el gobierno se comprometió a dejar sin efecto esas medidas, Gvirtz no toleró la avanzada.

“El detonante para que se alejara fue la designación de Walter Carbone. Se sintió ninguneada y enojada, a punto tal que pegó el portazo por izquierda kirchnerista salvaje, cuando no es ése su real ADN”, describe una fuente del gobierno.

Agrega que “Gabriel Mariotto fue astuto: tras reunirse con Gvirtz momentos antes de su renuncia, le aconsejó que instalara el discurso del ajuste. Al final, ella terminó prendida en una pelea ajena, pero salió airosa: nadie habló de lo mala que fue su gestión y de que Scioli se cansó de pedirle resultados”.

Otra situación que generó malestar en el sciolismo fue la supuesta contratación de un abultado número de referentes de la agrupación La Cámpora en los últimos meses. “Se pide austeridad en el gasto y ella utiliza el ministerio como caja para Nación”, explican.
Muchos consideran que la designación de De Lucía “ayudó a Gvirtz a tener razón con la denuncia de ajuste”.

“¿Si no planean ajustar, para qué eligen a una mujer que no proviene del campo de la educación sino del de la economía?”, se preguntan quienes critican el nombramiento. Y se responden: “La otra opción es que quieran a alguien muy propio para cuando venga la mala, alguien que no renuncie, que se la juegue y se la banque”. Tanto el interrogante como la afirmación se encuadran perfectamente en la lógica de la elección. La tarea más engorrosa para De Lucía es “achicar el gasto”, como pretende Scioli.

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