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Argentina
12 de septiembre de 2013
CAMBIOS EN SEGURIDAD

Alejandro Granados, el sheriff

Un sheriff. Así definen muchos a Alejandro Granados, el intendente elegido por Daniel Scioli para hacerse cargo del ministerio más difícil de la Provincia. Las razones de la modificación, esbozos de un plan y un marco interno del FpV en el que se abren más grietas

Alejandro Granados, el sheriff
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El anuncio de Daniel Scioli generó reacciones propias de estos cambios, tanto dentro como afuera del mestizaje ideológico contenido por un Frente para la Victoria al que le cuesta salir del golpe recibido en agosto y parece resignado a padecer uno peor en octubre. El desdoblamiento del ministerio de Seguridad y Justicia, con la continuidad de Ricardo Casal en el primero y la llegada de Alejandro Granados al segundo, abre expectativas sobre uno de los problemas más cuestionados por la sociedad. También hay un cambio de estrategia.

La llegada
El lunes posterior a las PASO, es decir, el 12 de agosto, Daniel Scioli indagó con varios intendentes del Conurbano, amigos, las razones de la derrota electoral. “Inflación e inseguridad” fue la respuesta que más escuchó por parte de los alcaldes. “Sobre la inflación no podemos hacer nada, es un tema de Nación, pero sobre seguridad sí”, dijo él en la reunión de Gabinete convocada esa misma tarde.

Si bien bancó a su ministro Ricardo Casal, exigió a todos mayor defensa de la gestión provincial en la comunicación de la campaña. También pidió desnudar la cantidad de delitos en los distritos gobernados por el massismo, cuya principal estrategia electoral es, precisamente, la seguridad.

El cambio estaba decidido desde entonces, pero Scioli siempre supo que no dejaría a Casal fuera de la estructura de gobierno, y si no lo premiaba con la Fiscalía de Estado, lo dejaría cerca. Entonces, el ministro se queda en Justicia, al frente de una nueva avanzada de leyes que llegarán a la Legislatura antes y después del recambio del 10 de diciembre, y que tendrán como eje la reforma judicial y una mayor descentralización de la Justicia.

Tras la resolución de poner una nueva cara al frente de Seguridad, el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, sugirió el nombre de Granados. El hombre le tiene ganas a esa cartera desde hace tiempo, la administración provincial cree que es tiempo de un peso más firme de la fuerza policial, y los intendentes demandaban un gesto hacia ellos y hacia los reclamos de sus ciudadanos. Las tres cosas se combinaron para inclinar la decisión del Gobernador.

Desde el entorno de Scioli negaron una consulta con la Presidenta para definirlo. Se sabía incluso del enojo de Cristina y su entorno con Granados, por el pase de la senadora Leonor Granados a las filas de Sergio Massa. No obstante, a esas cuestiones terminó de aclararlas el propio intendente de Ezeiza, cuando el sábado posterior al anuncio fue hasta Olivos para mantener un mano a mano con la primera mandataria.

Scioli anunció la modificación ministerial el jueves 5, dos días antes de lo que tenía previsto. Fue sorpresivo hasta para los propios funcionarios de segunda línea del ministerio de Seguridad, pero, según dicen en el entorno del Gobernador, debió adelantarse porque la información corría riesgo de filtrarse. Otros, desde afuera, afirman que ese mismo día hubo un secuestro en Tigre que habría acelerado las cosas.

Alberto Pérez señaló que Alejandro Granados es “un hombre con mucha experiencia en el territorio, un intendente de muchos años en un área tan caliente como es el Conurbano, que ha sido pionero en la implementación de cuadrículas, en la utilización de la tecnología aplicada a la prevención; un hombre con un diálogo privilegiado con sus pares, y que creemos que a esa experiencia hoy la puede volcar en el ministerio de Seguridad”.

Un vocero agregó: “Granados fue el primero, Massa lo copió cuando era jefe de Gabinete y recorrió el país en la campaña del 2009 con lo que se llamó el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, que no era otra cosa que llevar a todos los municipios lo que había en Ezeiza”. Continuó: “El haber sido el impulsor del sistema de cuadrículas lo ponía en la grilla de los ministeriales, y Scioli lo convocó”.

Pero también están las razones políticas. Una de ellas es hacer el cambio antes de las elecciones de octubre, y que no se atribuya a la posible derrota electoral del oficialismo. Y la más importante es contener a los intendentes del Conurbano (paradójicamente, entre ellos, al propio Granados) para que no emigren del oficialismo y se vinculen con el proyecto Scioli 2015. “Es importante ir recortando etapas, y además se cierra con un intendente de peso de la Tercera sección”, reconoció un funcionario sciolista.

Coyuntura política
La designación de Granados tiene relación directa con la carrera presidencial del Gobernador y las intenciones de comenzar a atar acuerdos políticos. Las encuestas previas a la elección del 27 de octubre ensombrecen el panorama del FpV.

Cristina Fernández no quiere ser la madre de la derrota en la Provincia, y sueña con un triunfo, aunque mínimo, a nivel país, como en las PASO. Así quedan solos ante el exigente electorado bonaerense el Gobernador, cuyo reconocimiento es alto pero su nombre no está en la lista, y un candidato, Insaurralde, que lucha por ser un poco más conocido y le cuesta lograrlo.

Una gran distancia de Sergio Massa sobre el oficialismo en las legislativas complica los planes futuros de Scioli, por eso, en la Provincia se muestran molestos por la actitud pasiva de los funcionarios nacionales, de la que tratan de despegar a la Presidenta. “Excepto Cristina e Insaurralde, son sólo Scioli y sus ministros los que bancan la campaña, los demás, al primer piedrazo disparan, los capitanes de la revolución corren a esconderse detrás de un patrullero”, se quejó frente a La Tecla un alto funcionario.

En calle 6 también reconocieron “mucha preocupación porque el Gobierno nacional está escondido en sus despachos”. Un sciolista de la primera hora ironizó: “Vamos a pedir un hábeas corpus para ver dónde están (Florencio) Randazzo, (Julio) De Vido y los demás miembros del gabinete nacional, porque no aparecen”.

La llegada de Granados al ministerio de Seguridad y el posible avance de la ley de Policía Comunal calmaron el discurso massista sobre la seguridad, y los cañones están ahora más apuntados a la Rosada que a La Plata. Sin embargo, desde ambos bandos indican que no hay una tregua pactada.

“Ellos arrancaron muy duros con Scioli, y nosotros respondimos; ahora, ese nivel de agresión bajó, y si no salen a hablar ellos, tampoco vamos a hacer nosotros quienes les demos prensa”, reconocen en la capital provincial.

En ese contexto, el nuevo ministro de Seguridad tendrá que aplicar las políticas a instrumentar de aquí a las elecciones y después de las mismas. Granados asegura que para ello cuenta con el apoyo no sólo del gobierno bonaerense, sino también del nacional, y el acompañamiento de sus pares intendentes.

Acciones
El nuevo responsable del ministerio más candente piensa replicar a nivel provincial su experiencia en Ezeiza, y hará cambios de estructura y de nombres en los altos mandos de la Policía. Manifestó esta semana tener todo resuelto en su cabeza, pero recién dará los primeros indicios “una vez que me siente en el despacho de ministro”.

Algunas de las cuestiones clave para el responsable de la cartera son: aplicar el sistema de cuadrículas en toda la Provincia, que cada una de ellas tenga siempre asignados los mismos patrulleros, con los mismos responsables, con la intención de que sean reconocidos por los vecinos.

¿El 911 queda relegado? Es una posibilidad si prospera el plan de que cada vecino tenga el número directo de ese patrullero, y ésa sea la primera comunicación a intentar cuando deba recurrir al auxilio policial. También la idea de los 100.000 agentes, que el propio ministro reconoció que llevará tiempo reclutar, aunque no necesariamente deben ser todos policías en actividad. Habló de sumar personal retirado de distintas fuerzas, y hasta del Servicio Penitenciario.

Sobre la intención de contar con 100.000 hombres, el ex policía y actual diputado Guillermo Britos dijo a La Tecla: “Primero: decir que va a poner cien mil policías en la calle, no existe, porque hay 45 mil, o sea, salvo que haga una fotocopia, no va a poder. Segundo: me reuniría con los mejores efectivos de la Policía y armaría una cúpula con toda gente que no esté excedida en años de servicio y que haya tenido funcionamiento ejemplar en sus destinos anteriores, que sean policías de prestigio, y además, fundamentalmente, con los subsecretarios, que tienen que ser funcionarios civiles y tienen que ser entendidos en el tema, tanto en seguridad como en investigaciones y narcotráfico”.

Granados promete llenar de cámaras los distritos, pero se preocupa más por los móviles y el personal. “Hay que tener más patrulleros y más hombres, porque las cámaras sirven para la identificación, tal vez para la persuasión, pero no me gusta que las cámaras relaten lo sucedido, yo prefiero que no suceda, y para que no suceda tiene que pasar el patrullero por la puerta”.

Eso requiere de recursos, y la situación financiera de la Provincia está lejos de poder brindarlos. La buena relación entre Scioli y Olivos será clave para llevar adelante el plan; de lo contrario corre serios riesgos de ser uno más en la estadística de ministros de Seguridad.

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