14 de diciembre de 2013
FUTSAL
Scioli y Villa La Ñata, son de primera
El equipo de fútbol de salón que integra el Gobernador logró el histórico ascenso a la Primera división. Crónica de un fin de semana que comenzó complicado y culminó con una sonrisa
Pasaron 18 partidos del debut de Daniel Scioli y Villa La Ñata contra Deportivo Riestra en la Primera B del torneo de futsal. Aquel 13 de abril, con La Tecla presente, los naranjas comenzaron a recorrer el camino del ascenso, que finalmente llegó. Fue largo e incluyó encuentros en momentos complicados para el mandatario. El 22 de junio, por ejemplo, el día del cierre de listas para las legislativas, Scioli se presentó a jugar.
Viernes 6 de diciembre, minutos antes de las 19 horas, La Tecla llega al club Villa Modelo de Avellaneda. Allí juegan el
que hace las veces de local, Independiente (club del que es hincha el ministro Alejandro Collia) y Villa La Ñata. Si ganan, los naranjas ascienden, si no, deben esperar.
Los jugadores del Rojo, apenas pasadas las 19 horas ya están listos para ingresar en la cancha. Los del equipo del Gobernador todavía siguen llegando. Cada futbolista, como torneo bien amateur, llega en lo que puede: con un amigo,
con un vecino, con su auto. El DT, Guillermo Freire, es uno de los primeros en arribar.
Las complicaciones en las diferentes autovías que van desde la zona norte al sur están colapsadas, y esto provoca que el partido no comience a las 20 horas, además falta el Gobernador. “Scioli no llega, dijeron que a las 19.30 horas debía estar acá, pero quedan diez minutos para el partido y todavía nada”, dice un hincha de La Ñata que llegó desde Tigre.
Minutos antes el DT de los naranjas dice a La Tecla: “No se puede jugar un viernes a esta hora”. El reloj marca las 20.03 y finalmente aparece por los aires un helicóptero, que no baja en Villa Modelo sino que lo hace a unas cuadras; sí, es Daniel Scioli. En cuestión de minutos, más precisamente a las 20.10, entran por la parte trasera del club tres automóviles de color gris con vidrios polazaridos. De uno de ellos baja “el 9” junto a su médico personal, Alfredo Cahe.
Ya cambiado y con los mismos botines que cuando arrancó el torneo en abril, Scioli llega ansioso, pero también algo molesto. ¿El motivo? El mismo del que se quejaban todos: el horario y el día. En el corto camino desde el lugar del que se bajó hasta el vestuario recuerda el inmediato paso anterior por esa cancha: “Acá perdimos la última vez”, dice.
Scioli, metido en el partido pero atento a lo que ocurre a su alrededor, autoriza a La Tecla a entrar en el vestuario, se tira en un banco que oficia de camilla y empieza a alentar a sus compañeros, porque sabe que es el partido del año. Tras una charla técnica de tres minutos, La Ñata sale a la cancha. La hinchada de la visita, que llegó en buen número, recibe al conjunto de la zona norte con papelitos y petardos.
Finalmente, 43 minutos después de la ho-ra pautada, comienza el encuentro. Cuando iban sólo treinta segundos de partido aparece el hincha número 1 de La Ñata: “el rey de la carne”, Alberto Samid.
El marcador del partido se abre tras una asistencia del Gobernador. El grito de gol retumba en el gimnasio, y explota la hinchada naranja, porque comienza a sentir el ascenso; sin embargo, un par de minutos más tarde el Rojo empata -tras un error del arquero-, y en sólo 180 segundos pone el partido 3 a 1.
Faltando cinco minutos para el final del primer tiempo, La Ñata vuelve a marcar y descuenta. El Gobernador tiene un par de situaciones que se van cerca del arco. Además hace bien el trabajo de aguantar y descargar para que lleguen sus compañeros y disparen.
Cuando restan segundos para que culmine la parte inicial y Scioli ya había sido reemplazado, La Ñata vuelve a anotar, por lo que el primer capítulo termina empardada.
La hinchada de Independiente se muestra indiferente para con el Gobernador, quien en la cancha es uno más: protesta los fallos de los árbitros y los rivales lo marcan como a cualquier jugador. Sin embargo, en los momentos que no se juega al fútbol, enfermeros, policías y particulares le piden fotos, y él accede sin problemas.
El segundo tiempo sigue con la misma dinámica del primero y con goles en los dos arcos. La Ñata se pone en ventaja, el Rojo empata y lo pasa a ganar, luego, otra vez, anotan los naranjas. En el medio, Scioli tiene una opción de gol, pero el arquero le ahoga el grito. A menos de 10 minutos del fin los locales se ponen arriba en el marcador 6 a 5, y finalmente La Ñata, ya sin el Gobernador en cancha, vuelve a igualar. Los últimos minutos del encuentro son de incertidumbres, nerviosismo y atajadas claras del arquero del Diablo; estos tres factores son claves para que los de Villa La Ñata no logren el tan esperado triunfo y el cotejo culmine 6 a 6. Las caras largas y algunos reproches -normales luego de quedar tan cerca de un campeonato- se adueñan del pospartido.
El 9 sale del vestuario sin ducharse y se cruza con un dirigente del club, a quien le dice: “Erré un solo gol”; a esto, el hombre le responde: “En caliente no hablo”. A cinco pasos, y a pesar del malestar por no haber obtenido el tan anhelado ascenso, Scioli vuelve a conversar con este medio y hace un breve análisis. Tras señalar que aún no se logró el objetivo, afirma: “Nos erramos muchos goles”. Pese a esto se muestra confiado y termina el diálogo con un “los espero el fin de semana que viene en La Ñata”, donde jugará el último partido del campeonato. Sin embargo, el festejo del ascenso no se iba a hacer esperar. El sábado, Villa Modelo no le ganó a All Boys, por lo que entonces, ahora sí, puede decirse que Villa La Ñata “es de Primera”.