2 de febrero de 2014
ENTREVISTA
Telerman se mete de lleno con "Scioli 2015"
Cultura y política conviven con infrecuente naturalidad en el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata, ícono estival del sciolismo. Cultura y política ocupan las horas de este hombre que hace gala del buen vestir y prefiere la ironía elegante antes que la crítica mordaz.
Jorge Telerman pasa la mayoría de las horas de su estadía en La Feliz en el MAR (como prefieren decirle en el gobierno al museo), y así será por lo menos hasta después de Semana Santa. En la confitería del novel paseo, el presidente del Instituto Cultural habla con La Tecla, y la cultura y la política se entrecruzan inevitablemente.
-¿Va a incursionar nuevamente en la política de la ciudad de Buenos Aires?
-No. Yo acompaño el proyecto del Gobernador. Por supuesto, sigue siendo un lugar al que yo le presto atención; de hecho, con nuestra fundación seguimos trabajando, y en pocos días más empezamos a juntar unos documentos y propuestas sobre el área metropolitana que, en algún punto, también trabaja la provincia de Buenos Aires. La problemática de la ciudad de Buenos Aires está cada vez menos escindida, afortunadamente pero también de manera compleja, de la Provincia en cuestiones vinculadas a la seguridad, la educación, el medio ambiente. Del tema de basura y transporte no deberíamos sino pensar en una problemática metropolitana y no solamente bonaerense o porteña. En ese sentido sigo vinculado, pero, en términos políticos y de gestión lo central es seguir acompañando a Daniel Scioli, en el gobierno y en el desarrollo político, que, sin duda, este año se irá haciendo cada vez más intenso para en 2015 entrar de lleno en el año electoral.
-¿Va a competir o participar en la elección del PJ porteño?
-En la instancia de ahora, no. Sí, como afiliado, iré a votar, pero no participo activamente, porque me parece que si yo estoy tan focalizado en la problemática bonaerense, no es del todo apropiado intervenir, más allá de mis simpatías y mi voto, en la vida partidaria porteña.
-¿También descarta ser candidato en 2015?
-Seguramente sí, pero para eso falta. Lo que no descarto es acompañar a Daniel en su derrotero político.
-¿El va a ser el próximo Presidente?
-No me cabe la menor duda.
-¿Por qué?
-Porque se viene preparando. Los hombres y las mujeres somos ungidos en cuestiones de gobierno cuando se alinean las características o virtudes personales con las necesidades de un país. Hoy la Argentina necesita pasar del crecimiento al desarrollo, y eso requiere no solamente que el gobernante sea experto, sino con capacidad de vincular lo que quizá hoy no esté vinculado, revincular sectores capaces de animar las fuerzas productivas del trabajo. Daniel tiene esas características de gobernante experto, pero a su vez está capacitado en unir lo que a veces no está del todo unido. Gobernar la provincia de Buenos Aires te hace aprobar con altas calificaciones gobernante 1, gobernante 2 y gobernante 3. Además me parece escuchar, o percibir, cada vez más la demanda de parte de la sociedad en general en términos de eso.
-Para eso es clave Mar del Plata.
-Para eso es clave todo el país. Gran parte del país hoy pasa por Mar del Plata, pero mañana pasa por el resto de la Provincia y por el resto de las provincias. De todas maneras estamos a más de un año. Pero, sin dudas, y está bien, la sociedad requiere visualizar aquellos líderes políticos. A esta sociedad le gusta visualizar, en aquellos hombres y mujeres que se lo proponen, capacidad de liderazgo, y, sin duda, Daniel lo tiene. Y eso habla bien de un sistema político que de a poco comienza a fortalecerse y a ofrecer dirigentes capaces y optimistas, porque si alguien no fuera optimista no querría ser presidente de un país.
-¿A la política argentina le falta afrancesarse un poco más?
-No voy a utilizar el término ese porque parece en broma. Una cosa es bromear y otra cuando tenemos que hablar de estas cosas. A la política argentina le falta mejorar modales, sin duda, sin duda. Le falta mejorar modales, respetar al otro, entender que el otro es imprescindible. No hablo del otro, es el prójimo en términos judeo-cristianos. El otro que no piensa como yo es tan imprescindible como el que piensa como yo.
-¿Siente que hay compañeros suyos en el peronismo que quieren acercarse y no los dejan?
-Creo que en todas las fuerzas políticas hay de todo. Con un economista y pensador como Aldo Ferrer, que me hizo el honor de permitirle acompañarlo en su visita al museo, hablamos de eso. Por momentos Argentina pasa por esas ideas maniqueas de creer que somos los peores del mundo o los mejores del mundo; y a veces no nos damos cuenta de que, en realidad, lo que podemos ser es la mejor Argentina del mundo, y esa mejor Argentina del mundo, sin duda, si la hacemos bien, puede ser uno de los países más hermosos para vivir. Y eso requiere de algunas cosas que sí tienen que ver con este cambio: el reencuentro con el otro, el entender que las diferencias no nos colocan en el plano del enemigo. Internamente yo aspiro a eso, a partidos que tienen corrientes internas y se la bancan. No que si vamos a una interna y gano, gano todo, y si pierdo me quedo afuera; porque ése es el germen que, lamentablemente, tantas veces ha hecho que el que pierde se convierta en conspirador y el que gana en autoritario.
-Dentro de esa lógica, ¿cómo ve la relación Scioli-Massa?
-Ahí hay una decisión que tiene que tomar Massa, o quien fuere, en la misma línea que vengo diciendo. Me parece que toda competencia es comprensible y viene bien, pero es bueno que fortalezcamos los partidos políticos y no tomemos caminos individuales. Y lo digo aun con todo el tono autocrítico que puedo hacer, porque el sistema político se disolvió. Pero lo peor que podemos hacer es agregarle más debilidad al sistema político; si está débil hagamos las cosas bien. No hay que buscar soluciones argentinas a los problemas universales; el sistema político, aquí y en cualquier país democrático, se fortalece si los hombres y mujeres que participamos en política nos bancamos competir y ser minoría, pero el que gana también se la banca respetando a las minorías, cosa que muy pocas veces ha sucedido.