21 de agosto de 2014
SCIOLI Y SUS CANDIDATOS
Gobernación: Con todas las cartas arma juego
En el gobierno bonaerense creen que la suerte de Insaurralde está echada y le piden una definición. Ahora, el principal candidato de Scioli para sucederlo es Espinoza. Pero no se descarta ninguna opción
El sciolismo histórico no le pedirá el lugar, ni tiene el caudal político necesario para hacerlo. El sciolismo se mueve en su conjunto para cumplir con el objetivo del jefe sin desangrarse internamente por apetencias de cargos electivos. La retribución llegará en caso de alcanzar la meta. La tropa es chica y los lugares a ocupar después son muchos, como pasó siempre con el séquito del Gobernador.
En ese contexto, y más allá de las intenciones de algunos miembros del gabinete de sucederlo, Daniel Scioli goza de plena libertad para acomodar su candidatura presidencial a cualquier postulación provincial. Para armar el juego, todas las cartas le sirven. Aunque sabe que hay ases, reyes y cuatros, si se mantiene como el principal aspirante con chances del oficialismo aceptará cualquier naipe con tal de quedarse con el premio.
En el Frente para la Victoria proliferan postulantes para la Gobernación. Con ninguno de ellos tomará distancia el mandatario bonaerense hasta la resolución final de las candidaturas. Abierto hasta para ceder la vicepresidencia a un ultra K si finalmente el oficialismo cierra filas detrás de una o dos fórmulas para las PASO, Scioli hace gala nuevamente de su premisa “hablo con todos”. Igualmente, ya mandó el mensaje claro hacia dentro y dio indicios inequívocos hacia fuera. Hoy, la carta en la manga tiene el rostro de Fernando Espinoza.
Desde Gabriel Mariotto hasta el extrapartidario Francisco de Narváez, pasando por Espinoza, Martín Insaurralde, Florencio Randazzo, Julián Domínguez, Diego Bossio, Santiago Montoya, Alejandro Granados, Paricio Mussi y quien raye, Scioli está dispuesto a acordar la fórmula Nación-Provincia.
Entre ellos hay quienes pueden aportar más desde lo electoral; otros conducen espacios de poder que es mejor tener como aliados; unos cuentan con la plena confianza de ser parte de su gobierno; y algún otro cae muy simpático en Olivos.
La hipótesis del divorcio entre Daniel Scioli y Cristina Fernández (y con ella el ultrakirchnerismo) nunca dejó de estar presente en la vida política argentina, pero jamás se concretó. En el sciolismo confían que tampoco ahora llegará la separación, y que finalmente habrá concordia, al menos para dejarlo jugar la interna (si la hay) sin zancadillas, aunque a sabiendas de que no será él quien en esa instancia se lleve los votos de los pingüinos puros.
La primera preferencia del Gobernador fue Martín Insaurralde, al que postuló para calle 6 aun a costa de ganarse más recelo desde el ultrakirchnerismo. El coqueteo de Insaurralde con Sergio Massa molestó al mandatario, quien no demoró en redoblar.
Ahora, en el sciolismo dejaron de hablar de quien fue el primer elegido del espacio. Sólo dicen “está todavía en el FpV y puede ser candidato”. La maniobra también pone en aprietos a Insaurralde, a quien le exigen una rápida definición.
Los sciolistas se cuidarán de no despreciar a ninguno de los posibles, aunque priorizarán la instalación de Espinoza. El intendente de La Matanza, y presidente del PJ bonaerense, se erigió de pronto como la figura esperada por el sciolismo para armar la combinación para jugar la última apuesta. El heredero de Alberto Balestrini aparece hoy como el aliado más fuerte.
Como publicó La Tecla en su edición anterior, Espinoza dio señales claras en el encuentro del Partido Justicialista realizada en Roque Pérez. Lo correspondió Scioli pocas horas después, reivindicando su posibilidad de ser gobernador de la provincia de Buenos Aires y con una foto de ambos en el municipio.
Para Daniel Scioli, la alianza es estratégica en cuanto a la contención de los jefes comunales del peronismo ortodoxo y, sobre todo, para tener de su lado al portador del mítico sello del PJ. Para Fernando Espinoza parece ser la mejor salida para darle rienda a su sueño de Gobernador, expresado con antelación pero sin encontrar nunca el vuelo necesario como para prosperar por sí solo.