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Argentina
7 de septiembre de 2014
2015

La unión, la fuerza, los miedos

Los principales referentes el peronismo piden unidad. De eso también hablaron en la reunión de gobernadores que, dicen, estimuló Scioli, aunque allí el tópico principal fue el rumbo de la economía. También los intendentes se reúnen, muestran sus temores y se consultan por el camino a recorrer

La unión, la fuerza, los miedos
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Por Hernán Sánchez

“Se viene un tiempo que exige un espíritu de diálogo y no de confrontación, de unidad y no de fragmentación”, dijo Daniel Scioli en Punta Alta, donde ofició de principal orador del encuentro del PJ provincial organizado por Fernando Espinoza, quien también hizo un llamado a la unidad y comparó al peronismo con un árbol, al que cuando se lo sacude se le caen los frutos podridos y quedan aferrados a él los mejores. El titular del partido en la Provincia dijo que la discusión debe darse adentro. A esta altura, cada deserción del espacio es una puñalada que hiere las posibilidades electorales.

Scioli, que últimamente adquirió un inédito tono confrontativo hacia Mauricio Macri y Sergio Massa (a quienes califica de “alcaldes que quieren competir conmigo”), pivoteó en su discurso entre la defensa del gobierno nacional y las “asignaturas pendientes”. La misma postura tomó en su casa en la reunión con otros cuatro gobernadores que pretendió ser secreta pero uno de los caballeros estuvo muy interesado en sacarla a la luz.

Sin dudas, el hecho político de reminiscencia electoral más trascendente de la última semana fue ese cónclave entre el gobernador bonerense y sus pares José Manuel De la Sota (Córdoba), José Luis Gioja (San Juan), Eduardo Fellner (Jujuy) y Gildo Insfrán (Formosa). Preocupados por la situación económica no ya de sus cuentas provinciales sino de los futuros electores, y desconfiados de los pasos del kirchnerismo, léase de la Presidenta, los gobernadores se llaman cada vez más entre ellos. Ahora extendieron la charla alrededor de una mesa y con un díscolo como De la Sota.

Pese a las promesas previas de encuentro secreto, alguien permitió que la información se filtrara y atronara en la Casa Rosada. Sin embargo, las contestaciones dadas a De la Sota por Scioli volvieron a mostrar al bonaerense alineado y decidido a jugar hasta la última ficha en el FpV. De la Sota pidió romper y le dijeron que no. También le negaron la propuesta de llevarle a Cristina Fernández una carta con algunas advertencias y exigencias en la búsqueda de mejorar el rumbo económico.

El solo hecho de la realización del encuentro demuestra el nivel de preocupación y denota un temor inocultable: si la economía sigue el derrotero actual, las posibilidades electorales para los candidatos del oficialismo encogen elásticamente.

Como siempre, el punto de mayor tensión se fija en el mes de diciembre. Ya se señaló en La Tecla la intención de Scioli de hacer un gran acto de lanzamiento ese mes, siempre y cuando la situación social carezca de focos de alto conflicto. El miedo a una escalada de violencia social, como ha ocurrido ya tantas veces en el último mes del año, es compartido por gobernadores e intendentes del oficialismo.

Para atajarse, ya aparecieron voces que hablan de “maniobras desestabilizadoras”. Una de ellas fue la del propio Scioli. La mira está puesta en dirigentes de segunda línea del Frente Renovador. Por fuera de las especulaciones conspirativas, la realidad manda a prestar atención.

La conductora del Frente para la Victoria, Cristina Fernández, levantó la veda de campaña que mantuvo, aunque sin demasiado celo prohibitivo, durante el momento de definiciones en las negociaciones con los holdouts. Así, Agustín Rossi lanzó su candidatura presidencial, y Unidos y Organizados comenzó una seguidilla de actos que comenzaron con dos presentaciones ayer, y seguirán el próximo fin de semana.

En uno de ellos, el realizado en la Facultad de Periodismo de La Plata, los organizadores insistieron hasta último momento con un programa que incluía la presencia de Jorge Capitanich, Carlos Zannini y Daniel Scioli. Sólo el primero y el ministro de Justicia Julio Alak estuvieron presentes. Curiosa insistencia de un sector camporista sobre la posibilidad de la presencia de Scioli mientras en la gobernación se insistía en que esa visita no figuraba en la agenda.

En rigor, el sciolismo oteó cómo venía la mano, y la realización del encuentro del PJ en Punta Alta ofició de excusa perfecta. Si hubiera querido, la agenda, la posibilidad de acomodar los discursos más tarde o más temprano y las facilidades que ofrece la tecnología aérea, bien podrían haberle permitido al Gobernador cumplir con ambas invitaciones.

Es que el acto de Periodismo mutó demasiado desde su origen hasta su concreción. El plenario de la militancia en la casa de altos estudios terminó por ser el escenario del lanzamiento para la intendencia de La Plata de la decana Florencia Saintout. Incompatible con los esfuerzos del gobernador para retener a Pablo Bruera.

Precisamente, el intendente platense ofició de anfitrión de un par de colegas el último jueves en un cónclave que, en menor escala (de dirigentes municipales con preocupaciones provinciales), fue réplica del que el Gobernador mantendría horas después con Gioja, Isnfrán, Fellner, De la Sota y operadores políticos de calibre nacional como Juan Carlos Mazzón. Fue el propio “Chueco” quien convocó, aunque la idea la habría provisto Scioli.

Ese día, con la excusa de la policía comunal, Martín Insaurralde se mostró con Scioli. Por el mismo tema anduvieron por la Gobernación Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Darío Díaz Pérez (Lanús). Alguno más se sumó al almuerzo con que Bruera los recibió en la municipalidad. El principal asunto en esa reunión fue qué hacer si finalmente Insaurralde se pasaba de bando. Los secretos de ese encuentro fueron mejores guardados que el de los gobernadores.

La situación del diputado nacional de Lomas de Zamora es recurrente y rutinaria, y la falta de definición comienza a cansar al propio interesado por contarlo en su redil. De todos modos, Insaurralde podría arrastrar con él a algunos jefes comunales más. Se habla de cuatro o cinco, uno de ellos empujado por un famoso conductor televisivo.

Buscar un candidato no le será fácil al oficialismo si alguno de los pretendientes a la presidencia no se baja de ese caballo y decide cabalgar el de la Provincia.

Aunque él niega la posibilidad de presentarse a una candidatura ejecutiva, el perfil del Secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, ha crecido exponencialmente en las últimas semanas, y ya es protagonista en las encuestas. Esa señal demuestra un interés de la sociedad por cambiar el paradigma del rumbo en Seguridad. Extraña paradoja, porque Berni es parte del Estado que fomenta un sentido, pero claramente sus declaraciones van en otro, y ese discurso prende más hoy por hoy en la sociedad. Scioli, por caso coincide en muchas cosas con Berni, con quien no concuerdan varios sectores K.

Lo cierto es que en los últimos días algunos funcionarios provinciales mostraron con sumo interés algunas encuestas que ubicaban muy bien al militar que también es vicepresidente del Senado provincial en uso de licencia. Horas después, Scioli y Fernando Espinoza se prodigaban mimos políticos; y el gobernador volvía a entronizar al matancero en la carrera por la gobernación.

Y como parece que todo tiene que ver con todo, como decía Pancho Ibáñez, en la figura de Berni centran mucho el gobernador y los intendentes del Conurbano sus esperanzas de no tener indeseables complicaciones sobre el fin del año en curso. Los pedidos de gendarmería los hace ahora la oposición y son tomados por el oficialismo como una jugarreta de visos desestabilizadores, pero nadie más que el propio oficialismo se esperanza en que súper Berni pueda evitar colapsos sociales que terminen en hechos vandálicos.

Mientras se mueven como si las elecciones fueran antes del tiempo estipulado por el cronograma electoral recientemente difundido, los dirigentes, fundamentalmente del oficialismo, hablan entre ellos tanto de las expectativas futuras como de los temores que tienen sobre cuestiones coyunturales que podrían hipotecarles ese futuro.

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