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Argentina
18 de febrero de 2015
DESPUéS DE NISMAN

Nuevas reglas políticas: el vale todo

La desaparición física del fiscal Nisman cambió las reglas de juego y puso a la democracia argentina en una posición que parecía olvidada; el miedo y la muerte vuelven a ser parte de la política vernácula

Nuevas reglas políticas: el vale todo
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Por Mario Baudry


La muerte del fiscal Alberto Nisman ha modificado las reglas de hacer política de la clase dirigente. Por un lado, la sociedad ya no es la misma, y la política tampoco. La oposición debe ponerse a la altura de las circunstancias, aunque parece no poder lograrlo; están más preocupados por ver en qué cargo se acomodan que en conformar una fuerza política alternativa que pueda conducir un país.

El Gobierno en particular parece haber perdido la iniciativa y el rumbo, ambas características que marcaron su gestión, como bastiones de liderazgo, donde siempre estaba un paso adelante; la dolorosa realidad nos muestra que hoy ya no lo está.

El Gobierno nacional se caracterizó por tener alineada a la tropa, y hoy, todos los intendentes que integraban esa ola avasalladora que todo lo podía, están a la deriva. Los superministros del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, hoy, por lo bajo, dicen que no saben qué hacer, que no tienen instrucciones.

Esto originó que, por primera vez en mucho tiempo, esos intendentes comenzarán a pensar por sí mismos, muchos buscando nuevos rumbos. Ninguno se quiere inmolar en las elecciones distritales, saben que su subsistencia política depende exclusivamente de conservar el territorio, para lo cual deben conservar los concejos deliberantes.

Los intendentes del peronismo no quieren llevar en sus listas a los integrantes del kirchnerismo duro, ni a ningún integrante de La Cámpora; no quieren sufrir el escarmiento popular en las urnas. Como entienden que eso va a ser imposible si a las listas las arman en Balcarce 50, los caciques ya están hilvanando entre bambalinas cómo hacer acuerdos con el massismo y el macrismo, con el objetivo propuesto de colar en las listas distritales a sus propios laderos; podrán ganar ajustados la elección, pero van a conservar la amplia mayoría que necesitan para gobernar en los concejos deliberantes. El Peronismo es un movimiento que siempre se acomoda a las circunstancias sociales, nunca es rígido, siempre está en movimiento, y el hecho de mantener los territorios lo hace perdurar.

Hay hechos que hacen presumir un difícil tránsito por todo el proceso electoral. La muerte del fiscal Nisman y la tardía, y en algunos casos equívoca, reacción del Gobierno, han puesto en el tapete de las perspectivas electorales, como bien lo señala Sergio Berensztein, elementos de situación política que parecían olvidados, como son el miedo, la violencia y la muerte.
Los políticos evitan hablar del tema, pero susurran que esto no termina acá, que el problema no termina con Nisman; que se debe tener mucho cuidado a la hora de hacer política, que los tiempos cambiaron y ahora no sólo se discuten cargos e ideas; la lucha política e ideológica volvió a poner en juego la vida de sus participantes.

La desaparición de la SI (ex SIDE) es sólo apariencia, ya que el personal continuaría en el nuevo organismo; pero el peor error del Gobierno -según se escucha decir a sus propios integrantes- es haber echado a Stiuso faltando 11 meses para terminar el mandato, cuando estuvo 11 años de socio. “...O lo echamos al principio o lo dejamos hasta el final. ¿Por qué echarlo justo
ahora?...”. Ese error de apreciación parece haber causado una crisis institucional sin precedentes dentro de un gobierno de matiz peronista, que aún no logra encontrar el final de la crisis, ni los daños colaterales que causará esta disputa de poder dentro del propio Gobierno.

Desde Nación, a través de sus ministros estrellas, el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, salieron a cuestionar la marcha de 18F, atacando a los supuestos organizadores. Un error de apreciación en un hombre tan inteligente como Aníbal Fernández, quien sabe que un ataque de esta naturaleza va a alimentar el fervor popular por concurrir a la marcha, más que diezmarla.

Los ataques desmedidos a los fiscales por las investigaciones realizadas no conllevan en sí mismos la solución del problema, sólo dan prestigio a un sector de la Justicia que estaba desprestigiado, como lo era la fiscalía de seguimiento de la causa AMIA, que más que descubrir el atentado, lo encubría. Nisman no era el mejor fiscal, pero los ataques del Gobierno lo hicieron víctima y, por consiguiente, lo convirtieron en casi un superhéroe. Pueden resultar con-traproducentes los dardos al fiscal Gerardo Pollicita, al cual, por los ataques, deberán cuidar mucho mejor que a Nisman.

El Gobierno necesita clarificar la situación y llevar tranquilidad a la sociedad, ya no por la permanencia en el poder, sino por el sólo hecho de conservar todos los logros obtenidos en estos años; esta inacción puede socavar en la memoria colectiva los pergaminos conseguidos y dejar en el recuerdo popular sólo los lamentables acontecimientos de fin de mandato.

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