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Martes, 22 octubre 2024
Argentina
1 de septiembre de 2015
INUNDACIONES

General Belgrano, un pueblo con buena Defensa

La inundación que sufre la cuenca del Salado es histórica, con números récords. En General Belgrano, pese a estar a diez cuadras del río, sólo sufrió la zona rural. Una obra, una salvación

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El desborde del río Salado provocó, entre otras cosas, que se cortaran las dos rutas que atraviesan el partido de General Belgrano: la 29 y la 41. La primera, a la altura del puente que se encuentra camino a Villanueva (General Paz), y la segunda, en dirección a la ciudad de San Miguel del Monte, en proximidades del puente Manantiales. Para llegar o salir de la ciudad, camino a La Plata o Buenos Aires, había que ir primero hasta Pila o Lezama y luego tomar la ruta 2.

Por eso, General Belgrano fue noticia. Porque el flamante parque termal quedó un metro bajo el agua, porque decenas de animales murieron ahogados, por la angustia y preocupación de productores rurales y la tristeza del pueblo en general. Sin embargo, las noticias no hicieron referencia a miles de personas afectadas, con el agua a las rodillas. Nada reflejaron de la evacuación del hospital. Ni hubo tremendas imágenes para mostrar, como sí las hubo en Luján, por ejemplo.

A pesar de lo cerca que está el Salado (apenas un kilómetro), el casco urbano de General Belgrano, salvo que ocurra una catástrofe de dimensiones inimaginables, no será alcanzado por ninguna inundación. Esta ciudad, de unos 20 mil habitantes, ubicada a 150 kilómetros de Capital Federal, tiene defensa, la Defensa de la Ciudad “Ricardo Callegari”, una obra que fue inaugurada el 8 de diciembre de 1994 y que costó unos tres millones de pesos, aproximadamente.

El nombre se lo debe, justamente, a Ricardo Callegari, quien desde la intendencia, cargo que ocupó entre 1987 y 1993, año de su trágica muerte, fue el principal impulsor de la magistral estructura. Desde la inauguración de la misma, la ciudad de General Belgrano (no así la zona rural) no sufrió nunca más la furia del río Salado. Ni evacuados, ni autoevacuados. A la altura del pueblo, el Salado siempre luce manso.

La inundación de 1980 había sido brava. Y la de 1985 -sólo superada por la de este 2015 que, de a poco, empieza a aflojar-, más brava aún. Incluso el agua llegó hasta el hospital. Los que la vivieron de cerca señalan con exactitud que llegó hasta la esquina de Paso y Posadas, a sólo dos cuadras del Palacio Municipal. La del ‘93 también fue grande. La Defensa no estaba terminada, pero igual el agua fue contenida.

¿El cambio climático? ¿Los canales clandestinos? Quizá. Lo cierto es que el río ya no tenía ese gusto salado tan característico y era imposible bucear en busca de monedas o anillos (al menos encontrarlos); y las inundaciones eran cada vez más frecuentes. Había que hacer algo de cara al futuro. Había que impedir que venideras crecidas perjudicaran a la población. Pero nadie lo había pensado. El año 1987 iba a ser clave. Ricardo Callegari ganaba las elecciones y se consagraba intendente.

Fue la primera obra que gestionó, peleó y consiguió. Con el apoyo del gobernador Antonio Cafiero, Callegari, ese jefe comunal que todos los belgraneses recuerdan bien, comenzaba a pensar y a trabajar en la salvación de su pago. La Defensa era su obsesión. Desde su casaquinta, cercana al río, se pasaba largos ratos observando el ir y venir de los camiones cargados de piedra, tierra y cemento. Sacaba cuentas de cuánto faltaba para la finalización.

Desde el minuto uno, cuando en diciembre de 1990, más precisamente el 1 de diciembre, la empresa Gualtieri comenzaba con la construcción, Callegari hablaba de la obra más importante para el futuro de Belgrano; y en una entrevista a un medio local resaltaba que sería “sin duda la solución definitiva para las inundaciones del balneario y la planta urbana”. La tenía clara. Por estas horas, si no fuese por la Defensa que lleva su nombre, Belgrano tendría unos seis mil evacuados.

En 1991 Callegari volvió a ganar las elecciones. Pese a los embates de más inundaciones, la obra avanzaba. Mucho más lento de lo previsto, pero avanzaba. Se estimaba que tenía que estar inaugurada para principios o mediados del ‘92. No fue así. La inauguración se iba a dar en diciembre de 1994. El agua y el destino impidieron que el intendente de la amplia sonrisa pudiera ver su sueño cumplido, concretado.

Ricardo Callegari, después de haber superado un duro cáncer, perdió la vida el 8 de junio de 1993. Fue en un accidente de tránsito a la altura de Brandsen, sobre la ruta 225, cuando viajaba a La Plata en su condición de derrotado candidato a senador provincial.

No pudo ver el río en su cauce entre las dos compuertas y el inmenso mar fuera de ellas. Pero sí pudo verlo su gente, su pueblo. Ese pueblo que hace más de veinte años tiene cómo defenderse del siempre (cada vez más) furioso Salado.





RICARDO CALLEGARI, EL INTENDENTE QUE PENSÓ Y GESTIONÓ A FUTURO

Ricardo Callegari, hijo de Ennio Callegari y Maruca Tallarico y esposo de Patricia Ortiz, un buen día abandonó la medicina (era cirujano) para dedicarse enteramente a la política, a la política de su pueblo. Hacía dos años que era in-tendente de General Bel-grano. Asumió el 14 de di-ciembre de 1987, tras imponerse en las elecciones del 6 de septiembre de ese año. En 1991 fue reelegido, sacando bastantes más votos que los que había logrado en los primeros comicios. En 1993 se presentó, sin éxito, como candidato a senador provincial en la interna del Partido Justicialista. Lamentablemente perdió la vida el 8 de junio de ese año, en un fatal accidente de tránsito ocurrido en la ruta 215, entre Brandsen y La Plata. Tenía apenas 45 años. Su única hija, María Eugenia Callegari, reside en la capital provincial, es arquitecta y nada quiere saber con la política; al menos por ahora.





LA INTIMIDAD DE LA OBRA MAESTRA
La Defensa de la Ciudad consta de un terraplén de defensa de 3 kilómetros de largo, 4 metros y medio de altura promedio y entre 8 y 15 metros de ancho de calzada; un canal aliviador de un kilómetro y medio, 4 metros de profundidad y 50 metros de ancho; y los canales de acceso y de descarga de ambas obras de control. El volumen total de suelo movido supera los 400 mil metros cúbicos. Con hormigón armado se erigieron dos obras de control de 40 metros de ancho total y 9 metros y medio de altura. En cada una se instalaron 18 compuertas metálicas, con sus respectivos mecanismos de izaje, construidas por una empresa belgranense: Hornos Forni Pan, de Rubén Porfilio. Debajo de cada obra de control se construyeron dos pantallas impermeabilizantes de 60 metros de largo, 4 metros de profundidad y 60 centímetros de espesor; éstas evitan, ante cualquier infiltración subterránea, la rotura de la obra. En la compuerta número 2 se instaló un sistema de bombeo (10 bombas) con una capacidad de 300 mil litros de agua por hora. De todos modos, cuando llueve mucho se agregan bombas externas. Este año no dieron abasto y el agua se salió del cajón. Se generaron algunos incovenientes, los cuales fueron solucionados a los pocos días.

* Para las obras de contención 1 y 2 se utilizaron 5.000 metros cúbicos de hormigón armado, equivalente a 48 cuadras de pavimento; 215 camiones con acoplado de piedra; 134 camiones con acoplado de arena; 63 mil bolsas de cemento y 300 mil kilos de acero en barras.
* Se construyeron 36 compuertas de 1.000 kilos cada una; 36 marcos deslizamiento para las compuertas de 800 kilos c/u y 36 mecanismos de izaje para las compuertas de 300 kilos.
* La estación de bombeo consta de 10 bombas sumergibles eléctricas que extraen 830 litros por segundo entre todas.
* El terraplén significó 40 mil camiones volcadores de compacto y 43 mil camiones volcadores de suelo excavado.
*La Defensa de la Ciudad “Ricardo Callegari” fue el primer trabajo de ese estilo ejecutado en la provincia de Buenos Aires con características y tecnología similares a las utilizadas en Yacyretá.

*General Belgrano nació y creció a la vera de la herradura que hace el Salado. En caso de inundación, el agua se frena en la compuerta 1 y se desvía por el canal aliviador, el cual está antecedido por un terraplén de más de 17 metros. Cuando el río desborda lo hace hacia la zona rural, nunca hacia el pueblo. En esta inundación hubo que altear el terraplén, ya que la inundación fue récord histórico. Cuando el río está manso, las dos compuertas permanecen abiertas y el río sigue su curso natural. El canal aliviador suele secarse.





JORGE EIJO, INTENDENTE DE GENERAL BELGRANO
“Si no fuese por la Defensa, los evacuados habrían llegado a seis mil”

-¿Cómo está la situación en General Belgrano por estas horas?
-De ayer a hoy (de viernes a sábado), el nivel de agua bajó aproximadamente 8 centímetros, más la baja de días atrás de 31 centímetros. Lo peor está pasando. Es una inundación que superó todas las marcas históricas de la cuenca, específicamente en Belgrano. Una vez más, la obra de la Defensa de la Ciudad, complementada en este caso por el Plan Maestro del Salado, evitó que las consecuencias fueran mucho peores.

-Hubo que realizar movimientos de tierra complementarios, ¿no?
-En el tramo de General Belgrano, donde ya pasó casi el 90 por ciento del Plan Maestro de la Cuenca del Salado, el río tiene 60 metros más de ancho, y en algunos tramos 4 metros más de profundidad. Aun así hubo que elevar el nivel del terraplén contenedor, que en principio estaba a punto de ser pavimentado en una altura de 17,50 metros y hoy ya está todo preparado para llevarlo a 18 metros. Esta gran cantidad de agua caída, casi 400 milímetros en toda la cuenca, ha provocado que las medidas sean históricas. Hay que reproyectar muchas cosas, incluso la altura de las compuertas y una nueva estación de bombeo. Nuestro gran Ricardo Callegari pensó esa estación de bombeo para bombear 2 millones y medio de litros por hora. Lo máximo que habíamos necesitado bombear habían sido 5 millones y medio de litros por hora. Y hoy estamos bombeando 10 millones de litros por hora. La idea es llevar la estación a 15 millones de litros por hora, como para estar tranquilos. Se trata de una obra de 12 millones de pesos. Por eso, cuando se habla de cambio climático hay que prestar atención.

-¿Qué hubiese sido de Belgrano de no estar las compuertas?
-Por las alturas que marcan los ingenieros, el agua hubiese pasado la Municipalidad. Tendríamos medio pueblo inundado, más de seis mil evacuados; un verdadero de-sastre. Ni siquiera hubiésemos tenido la capacidad de albergar a los evacuados. Por suerte pasó lo peor, pero hemos vivido momentos límite. Como siempre, la in-mensa mayoría del pueblo belgranense se mostró solidario y se puso a disposición, al igual que los gobiernos nacional y provincial. También tuvimos la suerte que es-tuvieran acá la maquinaria y los ingenieros del Plan Maestro. En 48 horas se hizo un terraplén de dos kilómetros y medio.

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