4 de septiembre de 2015
CAMPAÑA
Redes y urnas manchadas
Especialistas y consultores explican qué efecto generan las campañas sucias en internet, cómo funcionan las cuentas falsas y qué impacto real tiene esa tecnología en la intención de voto
Pese a que desde hace tiempo todas las dimensiones sociales de la vida cotidiana tienen su correlato virtual, estas tecnologías aún son nuevas y, como tales, nos enfrentan a cuestionamientos antes desconocidos. La de-nuncia por la que el candidato a Pre-sidente por el Frente para la Victo-ria, Daniel Scioli, acusa a Mauricio Macri, líder de Cambiemos, de realizar una “campaña sucia y negativa” a través de las redes sociales es la punta del íceberg de un nuevo paradigma comunicacional que nos interpela sobre la potencialidad de estas plataformas.
Campaña sucia
El equipo de comunicación del Gober-nador presentó ante la Dirección Nacio-nal Electoral un informe con fotos de catástrofes ocurridas en Centroamérica y con imágenes antiguas de Daniel Scioli junto a su mujer, Karina Rabolini, en playas de Italia, que fueron publicadas y replicadas por 50 mil usuarios “truchos” en Twitter, con motivo de las inundaciones en la Provincia, cuando Scioli había viajado a Europa y tuvo que regresar de emergencia. Además, la exposición sostiene que la difamación fue potenciada y viralizada por dirigentes y militantes del macrismo, entre ellos, Elisa Carrió y la diputada porteña Laura Alonso.
“El haber refutado esas afirmaciones que se dieron por internet les saca credibilidad a futuras acciones que pueda tener la oposición contra Scioli”, afirma Mariano Tato, CEO de la consultora Becmo1, y agrega: “La próxima vez que se viralice algo, la gente va a dudar. Así, Scioli se ve beneficiado”.
Sin embargo, el consultor Rodrigo Airias dice que “siempre hay chicanas en un contexto de campaña, y en el caso de las redes sociales es difícil identificar si son perfiles apócrifos o reales”.
Todos los especialistas consultados por La Tecla creen que estas detracciones no tienen mucha efectividad. “No es muy útil en cuanto a lo propositivo. Son cuentas que no generan opinión, no tienen se-guidores, no interactúan; entonces es más productivo tener cuentas militantes o de amigos”, dice Pascual Calicchio, comunicador social especializado en redes.
Ejército de trolls
Una cuestión central en la denuncia es el uso de trolls para la difamación: perfiles falsos que se actualizan a tra-vés de bots, que son softwares que trabajan masivamente en esas cuentas.
“El troll genera algo negativo en la política. Si me permitís la analogía, es como comprar un voto; es un seguidor que no existe”, expresa Pastora Villa, social media manager. Agrega: “Hay programadores que están desarrollando robots para que cuando aparezca la pa-labra Scioli, o Macri, empiecen a escribir cosas negativas”.
Por su parte, Calicchio destaca que “50 mil trolls no mueven la agenda; generan molestía, pero nada más”.
Mariano Tato sintetiza: “Usarlos es común, pero es berreta, anticuado, falaz y mentiroso”.
Influenciadores creíbles
“La información de los trolls y los bots no es de gran impacto, a no ser que se hagan eco influenciadores con categoría de credibilidad”, indica uno de los especialistas. Aquí aparecen en escena las legisladoras Elisa Carrió y Laura Alonso, a quienes el sciolismo acusó de replicar las imágenes falsas.“En ese caso, una falacia pasa a ser creíble; la diferencia es que a un troll y a un bot no los co-noce nadie”, resalta el CEO de Becom1.
Otra expresión usual con relación a la política digital es “cíber militante”. Se tra-ta de quien amplifica el mensaje del candidato y detracta el del opositor. La diferencia entre un troll y un cíber militante es que éste no administra cuentas falsas.
Un nuevo paradigma
En internet se privilegia el modelo del consenso; por eso no existe una legislación que regule lo que allí sucede. De he-cho, la denuncia del Gobernador no es penal. En Argentina, con más de 25 mi-llones de usuarios en Facebook y más
de 5 millones en Twitter, sin el requerimiento de identificarse personalmente, las campañas políticas en las redes llegaron para quedarse, y para tomar más poder que los medios tradicionales.