10 de febrero de 2017
ESTRATEGIA ELECTORAL
Elecciones 2017: el armado peronista con guiño de Vidal
De cara a las elecciones, un grupo de alcaldes y dirigentes del PJ que andaban sin espacio se aglutinaron en Unión Celeste y Blanco. El entramado y las cláusulas de un pacto político-electoral con conexiones con el gobierno bonaerense
Promediaba diciembre del 2016 y el intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, junto al exgobernador bonaerense Eduardo Duhalde tuvieron una idea: irse a pescar.
El viaje fue la excusa, lo importante era otra cosa: darle forma a una nueva ingeniería política que aglutine a intendentes y dirigentes peronistas que, sin estar dentro de Cambiemos, mantengan buen diálogo con la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y, a su vez, tengan un límite claro: Cristina Fernández de Kirchner.
La idea original no salió de un repollo, había sido pergeñada por el alcalde de José C. Paz, Mario Ishii, en compañía de Granados, y explicada en persona en una reunión que ambos barones del Conurbano habían tenido con la mandataria provincial. En ese encuentro, la oferta que le hicieron a Vidal fue la de sumar voluntades que provengan del peronismo, y competir en las legislativas con el sello de Unión Celeste y Blanco, que perteneciera a Francisco de Narváez. Es decir, una especie de colectora tácita que, si bien no le sumaría a Cambiemos a nivel local, podría ser una herramienta que le facilite el triunfo al oficialismo en las categorías superiores.
En paralelo, los “apartados” por la actual dirigencia del PJ ganan un espacio y flotan dentro del sistema político. Es que la reversión del sello denarvaísta (pero sin De Narváez) no habría sido posible si el peronismo no se hubiera atrincherado y cerrado las puertas a este grupo de dirigentes pejotistas que quiere jugar en el 2017.
“Los junta el espanto a Cristina”, graficó a La Tecla un allegado a uno de los armadores del grupo, y agregó: “Lo que quieren los intendentes es asegurarse lo local, y cualquier jugada que le saque votos a Cristina le sirve al Gobierno; por eso lo ven como un negocio para los dos lados”.
Según indican desde el sector, “es una especie de colectora pero con peso propio, y a la que se podrán sumar todos los intendentes que quieran”. La idea, en principio, es valorizar a los candidatos locales del espacio, pero no se descarta extender el armado a las listas seccionales y, eventualmente, a una nómina de diputados provinciales, aunque difícilmente se presenten para los cargos de senadores.
Bajo la lógica del ida y vuelta, el armado también ostenta una contraprestación que sirve a los jefes comunales que se sumen a Unión Celeste y Blanco. Y esa contraprestación no es otra que recursos y obras.
La intención del grupo es contener a todos los intendentes peronistas que tienen buen diálogo con el Gobierno pero no quieren pasarse a Cambiemos. Un caso es el del jefe comunal de San Nicolás, quien ya juega decididamente con el oficialismo pero encontraría en este nuevo armado la vía de escape más cómoda y menos expuesta a la crítica feroz.
Como él, hay otros alcaldes, legisladores y dirigentes que no gobiernan el territorio pero tienen peso dentro de sus distritos, como Humberto Zúccaro (Pilar) y Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas). “Esto es darle una opción más a la gente de la política, y una herramienta para gente que quedó afuera”, aseguran, y se entusiasman con acercar a un grupos que juega dentro del PJ pero tiene los mismos reparos contra CFK y está cansado de esperar la decisión de Florencio Randazzo.