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Argentina
7 de marzo de 2018
¿CULPABLE?

Federico Sturzenegger, el señor Inflación

La política monetaria del Banco Central, con la que su presidente le prometió a Macri que contendría el alza de precios, no ha logrado su objetivo. En paralelo, las tasas de interés elevadas ponen un freno a la inversión productiva.

Federico Sturzenegger, el señor Inflación
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Como presidente del Banco Central y responsable de fijar la política monetaria del país, Federico Sturzenegger está en medio de una tormenta política y económica, generada por una inflación indomable que no es resuelta por sus recetas. Para colmo, los antídotos acarrean otros pareceres, como la falta de inversiones en un país donde los paliativos antiinflacionarios empujan más hacia la timba financiera que a la apuesta por la producción.

Si bien el principal factor eco-nómico que dispara los precios se genera por un déficit fiscal, que obliga a la emisión y toma de deuda de manera constante, y que ello no es responsabilidad del Central, no menos cierto es que la entidad monetaria debería hacer cumplir algunas metas que fija y no “rifar su prestigio”, como señala el extitular del Banco en 2002, Aldo Pignanelli. También se le atribuye como responsabilidad hacerle creer al resto del Gobierno que la escalada inflacionaria se controlaba puramente con política monetaria.

Con detractores dentro y fuera de Cambiemos, Sturzenegger ha logrado mantener-se en el cargo gracias a la protección del presidente Mauricio Macri. Sin embargo, en los últimos meses, su situación parece haber empeorado, y las políticas de la entidad que conduce ya no gozan de la autonomía que el propio Banco Central tiene por norma para fijar la política monetaria.

La conferencia de prensa del 28 de diciembre, cuando el Gobierno se vio obligado a reconocer que la inflación era más alta de lo deseado, y debió cambiar la meta inflacionaria del período en cierre, fue un golpe duro para el titular del Central. No sólo se corrigió en 2017, sino que de inmediato se trazó una meta inflacionaria distinta para este 2018, que en el Presupuesto original se establecía entre el 10 y 12 por ciento, y que fue elevada al 15.

Hoy, ya se habla de no menos del 19 por ciento de inflación para el corriente año, pese a que el Gobierno se mantiene en los 15 que promete Sturzenegger (y que casi nadie cree que se puedan cumplir) porque necesita apurar un cierre de paritarias con los gremios del 15 por ciento y sin cláusula gatillo. Lo más probable es que este año los salarios pierdan respecto a la escalada de precios, tal como lo ratifican los índices de enero y febrero.

Sturzenegger no tiene una buena relación con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien preferiría otra política monetaria, y fue el principal impulsor de la ya famosa conferencia en la que el titular del Central lo mencionaba por el cargo, mientras que a los demás miembros de la mesa (Nicolás Dujovne y Luis Caputo) se dirigía por sus apodos. Es mejor el vínculo con los otros dos hombres fuertes y cercanos a Macri: Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, aunque en una de sus últimas medidas desoyó las recomendaciones de Quintana.

Precisamente por su enfrentamiento con Peña, Sturzenegger goza de la simpatía de espacios internos dentro del PRO, que lo consideran un arma clave para que la alta inflación no se haya convertido ya en hiperinflación, y sostienen que “es uno de los mejores técnicos que tiene el Gobierno”. Un funcionario del PRO le aseguró a La Tecla que, “si se va Sturzenegger, esto estalla; desde el punto de vista académico, es de lo mejor que tenemos”.

Hoy, la principal causa que impulsa el proceso inflacionario es el déficit fiscal, porque hay un exceso de demanda de divisas por parte del sector público. La mayoría de los economistas entiende que no se puede atacar solamente el problema con política monetaria.

Una de las fallas en el control de la inflación radica en las diferencias entre el Central y el ministerio de Energía, puesto que su titular, Juan José Aranguren, poco caso hace a las metas que fija Sturzenegger, y sigue con un sistemático plan de ajuste en los servicios y combustibles, que opera como disparador constante de los precios. Hasta ahora, el Ejecutivo siempre bancó las correcciones de Aranguren, aunque complicaran las metas inflacionarias del Central.

En la última semana de febrero, el Comité de Política Monetaria del Banco Central resolvió mantener la tasa de interés de referencia en 27,25 %. "Los indicadores de alta frecuencia monitoreados por la autoridad monetaria sugieren que la inflación de febrero, tanto el nivel general como el componente núcleo, se ubican por encima de los valores de enero y del último trimestre de 2017", precisó la entidad en el comunicado con el cual anunció la tasa. En el mismo texto, se señaló que “el Banco Central conducirá su política monetaria para alcanzar su meta intermedia del 15 % en 2018”.

La decisión del Banco fue a contramano de la recomendación del vicejefe de gabinete, Mario Quintana, de desacelerar las tasas, en la búsqueda de que el mercado financiero deje de ser tan atractivo, y parte del dinero comience a inclinarse hacia las inversiones.

El convencimiento

La inflación golpea al Gobierno y daña cada vez más la imagen del Presidente. Lejos está aquel video en el que Macri decía que no sería un problema en su administración. En ese convencimiento, parece haber operado mucho el discurso de Sturzenegger, quien, para uno de los economistas consultados por La Tecla, “siempre tuvo una visión simplista sobre cómo iba a manejar la inflación”.

El mismo experto consideró que “le vendió a Macri que él bajaba la inflación des-de el Banco Central, y lo tuvo dos años con una tasa de interés demasiado alta y sin decirle al Gobierno que no puede bajar la inflación si el Ejecutivo sube las tarifas y habilita una política salarial con cláusula gatillo”.

En tanto, el economista Agustín D’Attellis asegura que “en lo que pasa la responsabilidad de Sturzenegger, es completa, por más que quiera asignarle responsabilidades a otro lado. El convenció a todo el Gobierno de que la inflación es un fenómeno estrictamente monetario. Para las características del proceso inflacionario argentino, no es una teoría valida. Bajo ese convencimiento, él empezó a llevar adelante una política de combate de la inflación exclusivamente monetaria”.

“Sturzenegger creyó que mirando los agregados monetarios, utilizando como referencia la tasa de interés y jugando a que retirando pesos de la economía y dependiendo del nivel de la tasa de interés, iba a contraer la cantidad de dinero y controlar la inflación. El tema es que, a dos años de haber empezado esa política, vos tenés una inflación acumulada de casi un 80 por ciento y empezaste el año 2018 con una inflación en enero del 1,8 por ciento mensual; febrero va a estar en un 2,5, y para marzo vas a estar arriba de 2 de nuevo”, sigue D’Attellis.

Desde las visiones críticas advierten que el presidente del Banco Central vendió una solución antigua con el mantenimiento a ultranza de la autonomía del Banco Central, cuando los Bancos Centrales son menos autónomos tras la crisis financiera mundial de 2007-2008. “La política se vino a meter en los Bancos Centrales y Sturzenegger vino a introducir una tecnología que el mundo dejó de lado hace tiempo”, suelen reprocharle sus propios colegas.

Círculo vicioso

Para el exministro de Economía del kirchnerismo, Axel Kicillof, “el Gobierno tiene una creciente fuga de divisas y una creciente pérdida de las importaciones contra las exportaciones, y a eso lo cubre con endeudamiento externo. Y es mentira que, como cubre el déficit fiscal con deuda, no emite. Emite para cubrir el déficit fiscal, porque ese déficit es en pesos y no en dólares, así que, aunque tome dólares esos dólares, son del Tesoro, y después el Banco Central se los compra emitiendo”.

“Vos no podés decir que querés bajar la inflación y aumentar la luz y la nafta todo el tiempo. No podés decir que querés fomentar la inversión y tener la tasa de interés por el cielo”, insiste el diputado de Unidad Ciudadana.

D’Attellis agrega que el stock de Lebacs (cuya última tasa de interés fue fijada en 26,75 por ciento y está por encima del billón de letras) supera a la base monetaria por 25 mil millones de pesos”. Sostiene que “el Banco Central armó una bomba de tiempo, porque si tenés duplicada, en esas le-tras, toda la cantidad de dinero que existe en la economía, tenés un problema gravísimo”, que podría desembocar en un desastre inflacionario.

Además, como son letras de vencimiento rápido, mensualmente, el Banco Central necesita renovar al-rededor de 500.000 millones de pesos en Lebacs, que vencen el segundo martes de cada mes. “Y eso condiciona la política monetaria”, según D’Attellis, para quien “el Banco Central no fija la tasa de interés que quiere, sino que fija la tasa de interés que el mercado le exige, porque todos los meses tiene esa necesidad de renovación constante; que si no lo hacés se te van al dólar, te genera un salto cambiario, se te traslada a precios y te dispara la inflación”.

Kicillof añade que “uno de los problemas graves es que los gobiernos prestan a las entidades financieras a una tasa muy alta, lo que hace encarecer el crédito y genera grandes problemas para la inversión productiva. Acá, el Gobierno esperaba una lluvia de inversiones extranjeras y ha venido una especie de granizo de inversiones extranjeras pero exclusivamente dirigidas a la timba. Los dólares que vienen se invierten en comprar Lebacs”.

En medio de la tormenta, Sturzenegger surfea por la tabla de salvación que aún le presta el presidente Macri, pero su crédito parece agotarse al ritmo de una inflación cuyo oleaje no se calma y que cada vez molesta más a la sociedad.

Aldo Pignanelli: “El Banco Central rifó su prestigio a cambio de cerrar el balance”

-¿Cómo ve usted la política monetaria que lleva adelante Federico Sturzenegger como presidente del Banco Central?
-Sturzernegger lleva adelante una política monetaria desfasada de la política fiscal. Ellos planteaban, hasta diciembre, cuando lo dieron vuelta, un objetivo por inflación sin manejar las grandes variables de la economía. Así que tenemos una política monetaria restrictiva con una política fiscal expansiva, y esto produce un gran desfasaje en los resultados.

-¿De quién es la responsabilidad?
-Del Gobierno. Esto se viene arrastrando desde el principio de la gestión, y ya le ha costado la cabeza a (Alfonso) Prat Gay, porque él no estaba de acuerdo con lo que hacía el Banco Central y se tuvo que ir. Hasta que en diciembre se plantó el Ejecutivo, en esa famosa conferencia de prensa (del día 28), cuando el Banco Central rifó su prestigio a cambio de salvar su balance. De no haberse devaluado, el balance del Banco Central hubiese registrado una pérdida cercana a los 6 mil millones de dólares. Hubiese sido inadmisible.

-¿Cuál es la responsabilidad de la política monetaria en la inflación de hoy?
-No tiene mucha incidencia. En realidad, Argentina, en los últimos dos años, tuvo más una inflación por costos que por la política monetaria; y eso fue otro error de estrategia del Gobierno, porque el Banco Central presionaba para cumplir con los objetivos de inflación; pero, por otro lado, los ajustes de las tarifas y la liberación de los precios de los medicamentos y los alimentos provocaron un nivel de inflación intolerable.

-¿No hay una responsabilidad del Central de imponer la meta fijada y que los demás se aten a ello?
-Sí. Por eso, esa meta estaba desconectada de la realidad fiscal. Y por eso digo que la política monetaria iba a una velocidad mucho más dura, y la fiscal era más gradualista.

-¿Y eso se modificó, o sigue siendo un problema para el Gobierno?
-Sigue siendo un problema, porque sigue habiendo un descalce entre ambas cosas. Se intentó corregir con esa conferencia de diciembre, pero fue un mensaje contradictorio.

-¿Sturzenegger se escuda en la independencia del Banco Central?
-Sí, pero ojo con esa independencia. Una vez que se fija por el Congreso de la Nación el programa monetario y el presupuesto fiscal, no puede nadie, que no sea el Poder Ejecutivo, modificar eso. Pero evidentemente, el Banco Central decidió rifar esa autonomía a cambio de salvar su propio balance, y hoy estamos en una transición que nadie entiende. De hecho, la meta inflacionaria no la está fijando el Banco Central, sino el Poder Ejecutivo al establecer ese 15 % (para este año).

-¿Hoy el rol del Central es meramente decorativo?
-Así es.

-¿Quién es el principal culpable de la inflación?
-Hoy el principal responsable es el Ejecutivo. Y la responsabilidad del Banco Central es acompañar esa política. Pero no fija la política monetaria, ya que perdió esa capacidad.


Santiago Montoya: “Se quedaron cortos con el diagnostico inflacionario”

Consultado por La Tecla, el economista extitular de ARBA, Santiago Montoya, opinó respecto a la inflación que “hay un tema estructural en el origen de la inflación argentina muy fuerte, y que es imposible tener resuelto con política monetaria”.

“La conducción económica con la que arrancó este Gobierno se quedó corta con el diagnóstico inflacionario. Tendría que haber hecho algo estructural, como atender el déficit, y no lo hizo. En el manejo de las expectativas, el Gobierno también se quedó corto. Todavía está a tiempo de encontrar soluciones, pero los márgenes son más chicos”, consideró Montoya.

Respecto al Banco Central, el licenciado estimó que la entidad “no advirtió a tiempo al resto del Gobierno que no era posible conseguir los resultados de reducción de la inflación tan rápido, como decía el Presidente”.

Para Montoya, la fiebre de la economía argentina se viene manejando con un “antifebril que fue usado de manera muy fuerte en 2017, con las tasas de interés del Banco Central, y que ahora, de muy altas, pasaron a ser altas”. Pero entiende que se sigue sin atacar las causas de la infección.

“Sin esas tasas astronómicas, una política de ingresos y los acuerdos para mantener el gasto público contenido, creo que la inflación potencial está entre el 30 y el 35 %, un nivel que en cualquier momento espiralizaría, es decir que se puede ir a las nubes”, resumió.

El Gobierno hace bien en dar antifebriles, pero hay otros problemas en la eco-nomía que nos están haciendo adivinar todo el tiempo, y estar detrás de los acontecimientos de corto plazo, cuando en realidad hay problemas estructurales mucho más profundos que no podemos resolver”, advirtió Montoya, para quien, “si nos quedamos sola-mente con antifebriles, siempre vamos a estar detrás de los detalles y no nos vamos a encaminar”.

El rol de las Lebacs y su aumento exponencial

Hasta ahora, las Lebacs, letras a corto plazo con las que el Banco Central emite deuda (la tasa de interés se fijó en 26,75 %), han funcionado como un tope a una mayor escalada de los precios, pero no pocos sostienen que, a la vez ponen un freno, junto a las elevadas tasas de interés, a las inversiones productivas.

El Gobierno emitió más Lebacs porque el déficit fiscal obligó a que se emitan más pesos y, para contener esa sobrecarga de billetes, incrementó el número de estas letras.

El inconveniente que acarrea el crecimiento de Lebacs es que producen deuda pública, “llevando a que el Banco Central tenga que pagar hoy dos puntos del PBI” en esas letras, de acuerdo a lo destacado por uno de los economistas consultados por La Tecla. Entró así el Gobierno en un círculo vicioso, por el cual debe emitir más dinero pa-ra poder pagar la deuda creciente que generan las letras. La receta puede terminar siendo el veneno si no se frena a tiempo.

Cuando asumió Mauricio Macri, las Lebacs estaban en 330 mil millones de pesos, y hoy superan 1,2 billones de pesos. “Cuadriplicaron en dos años la cantidad de Lebacs y lograron un record, que es que la cantidad de Lebacs es más grande que toda la base monetaria; es decir, más que todos los billetes en circulación y los depósitos a la vista”, advirtió el exministro de Economía de la Nación, Axel Kicillof.

El diputado de Unidad Ciudadana, que defiende las letras porque son “un título como los que tienen todos los bancos centrales del mundo para regular la liquidez de efectivo”, aseveró que el uso de las Lebacs por parte de Cambiemos ha llevado a “una doble base monetaria; y eso está enganchado con otra gran mentira del Gobierno, cuando dice que el endeudamiento externo es por el déficit fiscal, pero es por el déficit comercial y por el déficit externo. Hay déficit gemelo”.

Agustín Datellis: “El Central debe pegar un giro de 180º si quiere bajar la inflación”

Agustín D´Attellis se diferenció de las recetas aplicadas por Federico Sturzenegger y aseveró que, si él tuviera que ocupar su lugar, bregaría por una institución mucho más comprometida con el desarrollo económico.

En diálogo con La Tecla, el economista brindó su opinión acerca del camino que debería tomar el Banco Central si desea combatir la inflación. En ese sentido, el especialista opinó que si a él le tuviera que tocar conducir los designios de esa institución, “pegaría un giro de 180 grados”.

“Yo tengo una concepción del Banco Central mucho más comprometida con el desarrollo económico, porque creo que tiene que ser un actor más y funcionar en conjunto con el resto de la política económica y regular el sector financiero, orientando el crédito”, subrayó.

Para D´Attellis, “el proceso inflacionario debe abordarse desde un espectro más amplio, que no implica sólo al Banco Central, sino que además requiere de otros actores del Poder Ejecutivo que deben actuar en conjunto para moderar, controlar y tener un horizonte cierto para la cantidad de dinero”.

En este contexto, agregó: “Yo trabajaría, desde el Banco Central, políticas que orienten el crédito con tasas de interés topes y subsidiadas, y que vayan hacia inversiones productivas, puesto que, para combatir la inflación, tenés que desconcentrar mercados mediante la herramienta del crédito, para evitar que haya actores que tengan abuso de poder y te fijen precios”.

Además, el excandidato a diputado nacional por el Frente Cumplir consideró fundamental “aplicar un conjunto de políticas muy coordinadas desde la secretaría de Comercio y el ministerio de Industria, que apunten a regular y controlar a los formadores de precios hasta tanto se logren desconcentrar mercados”.

Por último, apuntó que bajar la inflación “es un proceso mucho más amplio que abarca diferentes áreas que funcionan dentro de un marco de un modelo macroeconómico general con objetivos claros”. Y puntualizó: “Dentro de este esquema, el Banco Central es un actor más, no puede cargar con la única responsabilidad de controlar la inflación, porque así como lo propuso Sturzenegger, ya quedó demostrado que falla”.

Sobre las metas fiscales y el endeudamiento

En su último reporte, la consultora Economía & Regiones hizo un pormenorizado análisis sobre la meta fiscal, responsabilidad del ministerio de Hacienda, y parte de la incógnita de si “cumplir la meta fiscal 2018 es mejor que no cumplirla”.

Para la consultora, “las metas fiscales tienen dos grandes problemas: están mal diseñadas (no consideran el déficit total en un programa basado en endeudamiento) y terminan siendo poco ambiciosas (no reducen el déficit primario al ritmo necesario), lo cual lleva a malos resultados macroeconómicos”.

Apunta como un verdadero problema que “el Estado absorbe casi todo el endeudamiento, dejando prácticamente sin financiamiento al sector privado; consecuentemente, no sorprende la falta de inversión ni los bajos niveles de expansión de la actividad económica y del nivel de empleo”.

Para los especialistas de Economía & Regiones, “las metas fiscales están mal diseñadas porque no tienen en cuenta el pago de intereses de deuda, ignorando el principal impacto del actual programa fiscal: la toma de deuda”.

“El mal diseño de las metas fiscales y su falta de ambición en materia de reducción del gasto y del resultado fiscal negativo quedan expuestos cuando se observa que su cumplimiento, tanto en 2018 como en 2019, solamente nos permitirá terminar ‘empatados’ con 2015; es decir, Macri dejaría un déficit fiscal similar al que heredó de Cristina Fernández, pero con mucha más deuda”.

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