16 de abril de 2018
EN CRISIS
Explota La Cámpora
La pelea entre el diputado nacional Juan Cabandié y el legislador porteño Mariano Recalde llegó a un punto de no retorno. Todavía no hubo ruptura por parte del primero, pero ya son varios los que especulan que eso podría suceder más temprano que tarde. El juego de Andrés Larroque.
La situación de La Cámpora en la Ciudad no pasa por su mejor momento. Una entrevista radial generó una implosión como nunca antes había sufrido la agrupación juvenil del kirchnerismo en territorio porteño. Ahora, los tres principales referentes, los diputados nacionales Juan Cabandié y Andrés “Cuervo” Larroque, y el legislador porteño Mariano Recalde, se miran con recelo, enojados por las decisiones que tomaron los demás, y cada uno con el horizonte puesto en quedarse con el protagonismo.
Las peleas y divisiones internas, si bien eran conocidas, terminaron de exteriorizarse cuando Cabandié hizo pública su postura de hacer una autocrítica sobre los resultados electorales de 2015 y 2017, en donde Cambiemos derrotó a los candidatos más fuertes que tenían en ese entonces. Los comicios del último año también trajeron el condimento de la derrota de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner a manos de Esteban Bullrich.
En ese punto, con la caída de quien se consideraba imbatible, Cabandié comenzó a reclamar un cambio de estrategia. “Hay que terminar con el discurso del “Vamos a volver”, porque no vamos a volver nada en un tiempo corto”, analizó puertas adentro en los últimos días. Dicha frase cayó como un baldazo de agua fría. Allegados a Cabandié explicaron que lo que busca el diputado nacional es que el kirchnerismo, en especial en la Ciudad, dé cuenta de sus errores para corregirlos y volverse una opción electoral competitiva.
Sobre todo, que pueda perforar el techo histórico de 20 puntos. Recalde, por su parte, apunta a que la conducción tiene que seguir el camino de la espera a que el oficialismo se debilite. Sin embargo, ya tiene algunas bajas. Allí es donde entra en juego Larroque. Siempre con bastante autonomía por su relación con Máximo Kirchner, el “Cuervo” empezó a darle vía libre a lo que ve como un seguro para continuar en la política porteña: el armado del presidente de San Lorenzo, Matías Lammens.
Lammens y Larroque, que se conocieron en el Nacional de Buenos Aires primero, y que luego cruzaron sus caminos nuevamente por el fútbol, se encuentran trabajando juntos desde principios de 2016, cuando el mandamás del club de Boedo tomó la decisión de meterse en la política. Allí comenzó el juego de nombres, aliados, armadores, fuentes de financiamiento y candidatos. Cabandié sabe que cuenta, además, con una vía de escape si en algún momento llega a romper con el kirchnerismo.
Desde su época en la Legislatura porteña, en donde ingresó en 2007, Cabandié supo formar una buena relación con uno de los principales armadores po-líticos del peronismo, el exlegislador y expresidente del Consejo de la Magistratura, Juan Manuel Olmos. Desde el entorno de este último, indicaron: “Que tienen una buena relación, no se puede dudar, como tampoco cabe duda alguna de que, si llega a irse Juan del kirchnerismo, el paso siguiente sería armar algo con Olmos, pero todavía no hay nada”.
El fantasma de la ruptura es algo que tampoco quiere alentar Cabandié; por el contrario, fuentes cercanas a él remarcaron varias veces que no hay ruptura alguna. “Fue una publicación con mala intención y que dista de ser una realidad. No se rompió. Lo que sí continúa es la mala relación que hubo siempre con algunos sectores”, precisaron. En el entorno de Recalde, la situación tampoco es diferente. Las heridas por las internas que hubo desde 2015 no solo que no sanaron, sino que “se les echó sal encima”, según afirman.
El expresidente de Aerolíneas busca seguir siendo la cara visible de La Cámpora en la Ciudad. Es por eso que ya comenzó a comportarse como un virtual jefe de bloque, incluso por encima de Tomada.
Durante dicha campaña, en 2015, tanto Recalde como Cabandié comenzaron a dejar entrever la falta de relación. Inclusive hubo reproches dentro del kirchnerismo después de las elecciones porteñas, y de cara a las generales, para que el segundo saliera más a la cancha. El malestar por la situación en la Ciudad llegó también a la conducción central del kirchnerismo, en donde adelantaron que, por ahora, no es una cuestión central, debido a que cada uno se encuentra inmerso en temas diferentes. Lo que sí molestó fue la mencionada frase de Cabandié.
El enojo con Larroque no se debe a internas. Todo lo contrario. Con su juego actual, con Lammens en varios ámbitos, comienzan a verlo como un caso parecido al de Diego Bossio, el diputado nacional que ingresó en la Cámara Baja con el kirchnerismo en 2015, pero que a los pocos días de asumir pegó un volantazo y cerró su propio bloque. Esa estrategia de Larroque, situación que sorprende a casi todo el arco peronista cada vez que se menciona, es vista como una forma de cuidar un espacio.
El problema es que todo indicaría que el partido que crearía Lammens no iría a internas con el resto del peronismo. No son pocos tampoco los que recuerdan que, en 2017, todo el espacio peronista fue a internas bajo el nombre de Unidad Ciudadana, incluyendo parte del peronismo que rompió con el kirchnerismo. Por lo que, de haber divisiones, la competencia sería con internas. “Aunque haya diferencias, hay que dirimirlas electoralmente”, adelantan.
En suma, el conflicto reside en ver hasta qué punto el kirchnerismo puede continuar con los enfrentamientos entre ellos, considerando fundamentalmente la falta de un candidato que aglutine.
TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A RECALDE
La noticia sobre el abandono de La Campora del diputado nacional por la Ciudad, Juan
Cabandié sorprendió a gran parte del sector del peronismo porteño por dos motivos conectados. En las versiones difundidas Cabandié y el ex presiente del Consejo de la Magistratura, Juan Manuel Olmos, fueron los que habrían rubricado el pacto. Esta situación, que fue negada por tres fuentes diferentes, fue vista por Cabandié como un intento de gente que quiere que se vaya de la organización; por lo que todos los caminos apuntan al legislador y ex presidente de Aerolinas Argentinas, Mariano Recalde.
“Alguien operó y compraron la versión dos periodistas. Se puede leer como una invitación para que se vaya del espacio”, analizaban en los pasillos de la Legislatura.
EL PERONISMO APOSTARA A LAS PASO
La experiencia de las elecciones de ayer 2017 dejó una buena experiencia en el peronismo porteño. La gran PASO que se llevó adelante dejó a todos contentos ya que se evitó cerrar una lista de unidad a “a los ponchazos”.
El horizonte se mantendría igual en 2019 y de ahí el enojo con Andrés “El Cuervo” Larroque por su coqueto con Matias Lammens. Si bien falta, una de las cuestiones que tampoco repetiría sería la multiplicidad de candidatos dentro del mismo kirchnerismo como sucedió en 2015. En esa lógica, Recalde le sacaría cierta distancia a Filmus. En cuanto al resto del peronismo, salvo los que se vayan con Lammens, todos estarían dentro de la PASO. Por ahora no hay nadie que quiera generar ruido interno inclusive.
CABANDIE Y RECALDE, SIN DIALOGO
Juan Cabandié y Mariano Recalde tienen diferencias notorias desde hace tiempo.
Sin embargo existía un respeto mutuo que generaba un canal, pequeño, de diálogo. Ahora esa cuestión se terminó de cerrar al punto de que hace casi un año que no se dirigen la palabra por fuera de algún evento en el que coinciden. No hay mensajes, ni llamados. Tampoco mails.
El silencio que impera, dicen, es casi total. “Por eso muchos dan por sentado que la ruptura es probable, pero no inminente. Todavía va a haber tiempo”, afirman. Durante estos meses hubo intentos de terceros de solucionar el tema, sin embargo el foco del kirchnerismo no está puesto en la Ciudad, sino en otras fracturas, que a diferencia de años anteriores se volvió una moneda corriente dentro de lo ahora conocido como Unidad Ciudadana.
LA NOTA QUE GENERO LA RUPTURA
Un frase de Cabandié bastó para que se genere una polémica con todo el espacio kirchnerista; lo que repite que fue una reflexión, una autocritica, fue considerado como una ofensa para varios. “Hay que terminar con el vamos a volver. Es algo que no va a pasar si no aprendemos”, afirmó. La lógica era la siguiente: en 2017 se repitió la lógica de 2015, ir por el núcleo duro y no buscar seducir al votante indeciso. Ese análisis apuntaba además a las altas esferas del kirchnerismo. Sin decirlo directamente aludió a la derrota de Cristina Fernández de Kirchner, algo que creían casi imposible.