9 de mayo de 2018
POR JULIO BURDMAN
FMI: la ilusión tecnocrática
"El gobierno argentino, país miembro del FMI, reactivó su línea de financiamiento con el organismo. En un contexto de corrida cambiaria, con las tasas desacomodadas y ante un vencimiento importante de LEBACs en pocos días, acudió al prestamista que hoy cuesta más barato", inicia su columna el analista Julio Burdman
El gobierno argentino, país miembro del FMI, reactivó su línea de financiamiento con el organismo. En un contexto de corrida cambiaria, con las tasas desacomodadas y ante un vencimiento importante de LEBACs en pocos días, acudió al prestamista que hoy cuesta más barato.
El prestamista trae, como sabemos, un equipaje adicional: va a presionar para que la Argentina retome el camino que había anunciado el 30 de octubre de 2017. Los recortes al gasto público, la reforma laboral, la ley de mercado de capitales y los aumentos tarifas. Toda esa agenda gubernamental que se empantanó después de la mini-crisis de la reforma previsional, en los últimos días de 2017.
Para los economistas del FMI, el eje ordenador de la realidad sociopolítica es la sustentabilidad macroeconómica, y en el gabinete hay quienes creen igual. Entonces, los tecnócratas del FMI resuelven dos problemas: traen financiamiento y se convierten en garrote disciplinador de la política en el Congreso y las provincias. Hasta aquí, todo luce conveniente.
El gobierno, no obstante, corre el riesgo de un vaciamiento político. Es decir, que la comunidad política y la opinión pública crean que el FMI es el verdadero efector de un giro político-económico. O que el presidente va cabizbajo al FMI como consecuencia de un fracaso. Y ello es más riesgoso que una crisis económica. Porque puede derivar en una crisis socioeconómica.
Ningún gobierno, qua gobierno, puede creer que la solución a una crisis sea tecnocrática. En un contexto de desconfianza, es importante entender que aquellos que desconfían son otros seres humanos. El mercado y el mundo son dos entelequias: del otro lado, hay hombres y mujeres que huelen la debilidad.
El presidente es el único que puede ponerse una situación de este tipo sobre los hombros. Debe explicar que el financiamiento externo es un instrumento que él trajo, no un actor que vino. El ministro de Economía fuerte es otra ilusión tecnocrática. También lo es el gabinete de los genios: no existe tal cosa.
En un contexto de crisis, las herramientas de un presidente son tres. Discursos elocuentes, el favor de la opinión pública, y decisiones unitarias e inapelables. Así y solo así funcionan las democracias presidencialistas latinoamericanas.