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Sábado, 7 septiembre 2024
Argentina
31 de diciembre de 1969
El regreso del Monje Gris

Enrique Nosiglia- Néstor Kirchner: el Pacto Invisible

Quienes lo saben, lo callan; quienes lo sospechan, lo temen. "Coti" Nosiglia, mítico operador radical, comanda el acuerdo tácito forjado con el ex presidente Kirchner. La causa es común: reincorporar a los correligionarios k a la UCR. Uno busca recuperar poder, el otro modelar a su antojo la oposición

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“No se trata de un acuerdo electoral, sino de un pacto estratégico”, aseguran fuentes confidenciales del entorno kirchnerista. El argumento lo esgrimen cuando se les pregunta por los supuestos contactos que habrían sostenido el ex presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y el radical Enrique “Coti” Nosiglia.

“Los llamados existen, claro, "Coti" tiene contacto con muchos funcionarios del gabinete y gente del entorno”, indican. Pero nadie quiere dar certezas al respecto. El rumor comenzó a circular horas después de que el señor K se fotografiara sonriente con su ex ministro de economía Roberto Lavagna. Habían cerrado un acuerdo por el cual el economista se sumaba a las huestes oficialistas, tras un infructuoso paso por la oposición.

El lunes inmediato, el “Coti” convocó a sus correligionarios a una cena en el Elevage, un hotel cuatro estrellas que, dicen, es propiedad del operador. Estaban algunos senadores nacionales, como Juan Carlos Marino, y diputados, como el jefe del bloque, Oscar Aguad; también, como coanfitrión, el subsecretario de Relaciones Institucionales de la Cancillería, Horacio “Pechi” Quiroga.

Fue un encuentro para tantear el terreno de la reconciliación. Nosiglia hizo un llamado a la reunificación bajo la excusa de querer reconstituir el partido erosionado por las diferentes purgas internas. Luego se sucedieron llamados particulares, invitaciones, cafés, charlas, todas con el mismo sentido.

Pero la apuesta no era sencilla. Pretender reincorporar a los radicales que participaban del Gobierno, o que habían jugado con el oficialismo en las pasadas elecciones, no era un convite fácil de aceptar. “Hay que abrir el juego, no se puede continuar aislado”, aseguraba el “Coti”. Algunos asentían, otros se mostraban cautos, una tercera línea se manifestaba claramente en contra. Los primeros pasos no surgieron el efecto esperado, es decir, generaron más desconfianza que aliados.

Sin embargo, como contrapartida, lograron reposicionar a Nosiglia en la escena partidaria. El “Coti” demostró ante sus pares conservar intacto el talento de estratega, aunque también se evidenció que ya no detentaba el poder de antaño. “Ni siquiera tiene peso en la capital donde en las últimas elecciones internas ganó Ricardo Gil Lavedra, que no representa su sector”, aseguran viejos conocidos que pujan por mantener a la UCR como partido opositor al Gobierno.

En contrapartida, Nosiglia suma en su haber a sus antiguos compañeros de la Junta Coordinadora Nacional, los gobernadores Miguel Saiz, de Río Negro, y Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, además del mencionado Quiroga. Todos ellos, claro, participan hoy del oficialismo.

Néstor Kirchner se encuentra abocado, con placer y sin descanso, al armado estratégico que le permita posicionarse como el nuevo estadista y líder político de la Argentina. No es sólo la normalización del PJ, un suceso inminente que lo tendrá como protagonista, sino también el control de los sectores opositores.

Para esto, la reconstitución de la UCR, con el protagonismo de sus socios correligionarios, es la carta que pretende jugar.El primer ciudadano, como gusta llamarlo su esposa, apuesta a contener a los radicales K en su oriunda estructura partidaria, y desplazar de esta manera a los alicaídos ex lavagnistas. Por eso, en el entorno oficialista aseguran que la reincorporación del ex ministro al PJ fue el primer empujón K dado a las actuales autoridades del radicalismo. “A (Gerardo) Morales (titular del Comité Nacional) le sacaron la tarjeta roja, va a quedar fuera”, aseguran.

Muerto el senador (ex candidato a vice en la coalición UNA), coparían la parada los desafiliados oficialistas de boina blanca. Y, entonces, el ex mandatario se aseguraría un reposicionamiento del radicalismo, ahora aliado, en detrimento de la Coalición Cívica de Elisa Carrió y el PRO de Mauricio Macri.  “Kirchner quiere retornar al viejo sistema bipartidista, pero regulado bajo su batuta”, aseguran sus allegados.

Pero meterse en la estructura UCR no es una tarea tan sencilla. Lo sabe el ex Presidente. Entonces, nada mejor que recurrir a un viejo operador, especialista en acuerdos certeros pero mal vistos. Enrique Nosiglia tiene diálogo con los radicales ortodoxos, que jugaron con la fórmula Lavagna-Morales; de hecho, apoyó este acuerdo electoral, pero a la vez conserva una buena relación con referentes importantes de los radicales K. “Funciona como puente entre ambos sectores radicales, tiene buena llegada”, aseguran desde el búnker K. Aunque “Coti” acredita una fama de “monje gris” (versión degradée del mítico monje negro de Antón Chejov), conserva su condición de jefe radical, impulsor de la renovación alfonsinista tras el retorno de la democracia.

Nadie quiere confirmar los llamados, y menos alguna reunión privada, pero todos habilitan esta posibilidad. El acuerdo de Kirchner y Nosiglia no es un pacto electoral, como supieron elucubrar los UCR K, sino un acuerdo de intereses coincidentes, donde cada uno preserva su espacio. Claro que el ex Presidente busca destruir a la oposición radical, vislumbrada en la figura de Morales, y alzar a los UCR K, afines al proyecto transversal, o hegemónico, depende desde donde se lo mire. Mientras que Nosiglia busca reconstituir a su partido, diluido en las constantes escisiones y la consecuente repercusión electoral, a la vez que recuperar algo de su poder perdido.

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