31 de diciembre de 1969
Entrevista
“Hay que estar, si no corrés el riesgo de desaparecer”
Soledad Pastorutti es así como
la ven: hiperkinética, hiperactiva e hipersimpática. El Tifón de Arequito habla de su regreso a la televisión, su vida de casada, su nuevo disco y su relación con la prensa. Treinta minutos de Soledad
Corazón puro. Soledad es todo corazón. Así como la vemos en el escenario, su entrega es absoluta con el medio nacional más poderoso, la radio regional más humilde o los mozos de catering. Estamos en el lanzamiento de la nueva programación de canal 7, y la al-fombra roja no es más que un paño chi-llón. Ella -que vive volando arrastrada por su poncho y sus obligaciones- no deja de pisar firme otra superficie: la tierra misma. Porque Soledad no es una estrella (o es más que eso): tiene estrella.
-¿La idea es dar una mano a aquellos artistas que aún no tuvieron esa suerte?
-Totalmente. De todos modos, yo no voy a decir como Mirtha Legrand: mi programa no sé si va a traer suerte.
-Pero si decimos Arequito te ponés de pie, como Mirtha con Villa Cañás.
-¡Ah, eso seguro! Pero yo creo que lo más importante es hacer un programa que jerarquice al folclore. Que muestre, también, mas allá de la popularidad que tiene, que ha llegado a ese lugar no por casualidad.
-Es una cultura.
-Exactamente. En muchos lugares de nuestro país es forma de vida. Vos vas a Salta y los pibes de nuestra edad, en lugar de irse al boliche a bailar van a una peña.
-Nombraste a Mirtha legrand, un ejemplo de perdurabilidad, y a la vez has dicho que dudás sobre si toda la vida vas a poder sostener tu carrera. ¿Crees que tenés que dar exámenes?
-Yo tengo esa duda. Creo que todo el mundo tiene que estar dando exámenes todo el tiempo, sobre todo en este medio televisivo, donde una vez te fue bien y a la siguiente te fue mal, y la gente siempre se acuerda de la que te fue mal. Somos así los seres humanos. Me gusta pensar que todavía tengo mucho por hacer porque creo que me sirve a mí y a mi ego. Y a movilizarme todo el tiempo. Si yo me siento en un sillón y digo ‘ya tengo todo hecho’, corro el riesgo de desaparecer. A veces mejor, otras peor, pero en general hay que estar. Y después trabajar, trabajar y trabajar.
-¿Cómo vas a combinar tele y música?
-La suerte es que tengo la libertad. Por eso es que no seré la conductora. Muchas veces, la cámara que viaja va a buscar un lugar cercano en el que yo tenga un show. Y después veremos: yo voy a tratar de estar siempre, porque además me gusta. Si no fuera así, no tomaría el proyecto.
-Pregunta molesta: ¿cómo va la vida de casada?
-Bien, contenta, tratando de alternar las cosas de la casa con mi trabajo. Los primeros meses fueron muy difíciles, porque no tenía a nadie que me ayudara, hasta que encontré a alguien de confianza, que venía a ayudarme a limpiar. Así que andaba a veces de taco o botas barriendo y lavando los pisos. Pero me hace muy feliz tenerlo cerca a Jere. Está todo el tiempo tirando buena onda y dándome cariño. La verdad es que fue el paso más importante de mi vida, y ahora, que vamos a cumplir un año de casados, creo que fue la mejor decisión que pudimos haber tomado.
-El y tu familia son fundamentales para apuntalarte y “servir a tu ego”…
-Lo que pasa es que ellos me conocen desde el pueblo. Entonces, en el pueblo yo vuelvo a ser la de siempre. Yo vengo acá, me maquillo, soy el personaje público (que, en definitiva, también soy yo), pero hay una diferencia: a Jere le costó entender lo que ocurre conmigo y la gente. Aun trabajando conmigo, no es el que más defiende mis caprichos. Así que es un poco como la gomera a la paloma.
-¿Te molesta alguna vez una pregunta? Da la sensación de que es imposible.
-No, las preguntas que más podrían mo-lestarme son las que más pimienta le dan a una entrevista. Hay que ser inteligente y salir airoso de una situación, por más que no te guste lo que te están preguntando. Cuando era más chica me molestaban las preguntas relacionadas con lo íntimo. Pero con el tiempo uno va creciendo y se va haciendo más canchero. No recuerdo haberme enojado con algún periodista. Los artistas, que somos bastante egocéntricos, nos ponemos más molestos cuando no estamos viviendo un buen momento en nuestra carrera, porque pareciera que todas las preguntas están direccionadas a que no te está yendo tan bien. Pero ahora no tengo motivos, gracias a Dios, el día de mañana, veré.
Bob Dylan -algo así como el León Gieco norteamericano, o vicerversa- repetía una frase de su abuela: “Sé amable, porque cada persona que conozcas está dando una dura batalla”. Tal vez, pronunciado en la más hosca soledad de un viejo sabio y rezongón, como Dylan, pueda sonar a astuta cordialidad. Quizá llevado a la práctica por nuestra más tierna Soledad, pueda saber a compasiva ingenuidad. Pero no. Soledad es inteligente, feliz y amable, en un mundo triste, bastante estúpido y muy hostil. Porque aun así, en este mundo cruel, un corazón noble continúa siendo la forma más pura y genuina de la sabiduría.