Adicción al sexo ¿Mito o realidad?
En películas, noticias y libros aparece el tema, aunque muchas veces suena más a excusa que a verdad. La Tecla aborda el tema con todos los detalles para conocer qué hay de cierto en todo esto.
Cuando alguien se adjudica ser adicto al sexo puede sonar a canchereada, un simple uso de la frase para seducir o adjudicarse una alocada vida sexual, nadie lo recibiría como una confesión traumática sobre la que es necesario intervenir. De todos modos, cualquier consumo que responda a una adicción, en realidad debería ser tomado con seriedad.
Este tipo de comportamiento de deseo insaciable, llamado antiguamente ninfomanía y satiriasis, puede llegar a ser una patología y ante esto es necesario acudir a profesionales; pero en principio hay que descartar que no se trate simplemente de las ganas de disfrutar del erotismo y la excitación, la seducción sin tapujos, que es perfectamente aceptable.
La alerta debe encenderse cuando este fenómeno denominado “hipersexualidad” atenta contra el desarrollo de la vida cotidiana, porque, justamente como cualquier otra adicción, se vuelve demandante, cada vez se necesita más. Inclusive se pueden despertar síntomas de abstinencia como cambios de humor e irritabilidad extrema.
Cuando alguien se conduce ciegamente en busca de su satisfacción deja de prestar atención a cuidados de enfermedades de transmisión sexual, del cuidado de la persona con la que se comparte el momento, comienza a ser un peligro para sí y quienes la rodean.
En síntesis, lo que sucede en estos casos es que una conducta placentera como es el sexo pasa a vivirse como una necesidad imperiosa, a esto también se lo denomina “trastorno compulsivo sexual”. Existen diversos tipos de terapias para resolver la problemática: individuales, grupales y también se pueden hacer en pareja, sobre todo si es allí donde está causando el mayor malestar.
Resulta un llamado de atención cuando en la búsqueda de la satisfacción inmediata lo que se está intentando es escapar de la soledad, la ansiedad o depresión, lo que no se alcanzará y causará un efecto rebote aún peor. Por eso es necesario hacer una consulta si se comienza a percibir, para que el sexo vuelva a ser lo que debería: maravilloso y no un problema.