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Argentina
19 de mayo de 2021

Alberto volvió enojado, tomó una medida unilateral y sacudió la interna del palacio 

El Presidente decidió suspender las exportaciones de carne de motu proprio, incluso contra algunas sugerencias que le indicaban no hacerlo. Sorprendió a propios y extraños, y generó una insólita coincidencia en la cada vez más compleja convivencia oficialista. Las miradas sobre Marrtín Guzmán, Matías Kulfas y Paula Español.

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Alberto Fernández disfrutaba de su gira por Europa, a la que en todo momento calificó de “muy positiva”, cuando le llegó la noticia del número oficial de la inflación de abril, 4,1%; lo que elevó al 17,6% el aumento de precios acumulado en el primer cuatrimestre. La confirmación le llegó cuando pisaba suelo italiano, y le cambió el humor. Cuentan en el entorno que el enojo fue muy grande, pero que nunca estuvo centrado en el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien lo acompañaba en la gira.

El enfado tuvo como principales destinatarios  los empresarios, a los que más de una vez les ha pedido una colaboración sin que las respuestas hayan sido satisfactorias para los deseos del primer mandatario. La gira continuó y nadie de los que lo acompañó, y mucho menos los funcionarios que se quedaron en Buenos Aires, imaginó cuál iba a ser la reacción del Presidente a su regreso.

Decidido a ponerse al frente de la lucha contra la inflación en persona, y atento a que el último índice se vio fuertemente impulsado por el aumento de la carne, Fernández hizo ir a su despacho al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Además, el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, varias veces transitó desde su oficina a la del Presidente. La decisión ya estaba tomada, pese a que durante la gira también hubo sugerencias de no apresurar medidas, y menos parcializadas que afectaran a un solo sector.

No estaba en la reunión el ministro del área. Luis Basterra, responsable de la cartera de Agricultura, se enteró por la televisión de una medida que ni siquiera tenía un speach preparado, por parte del área de comunicación del Gobierno, para explicarla en los medios. Lo más probable es que Basterra informara rápido a los altos mandos K de la tormenta que se avecinaba con el campo, y eso le dejara un margen al kirchnerismo para hacer retroceder al Presidente, algo que ya ha ocurrido en más de una oportunidad.

Por otro lado, el propio Alberto, o alguien muy cercano, filtró la información al periodista Gustavo Sylvestre, quien se colgó la cucarda de la primicia. Una novedad que estalló neutrónicamente en despachos del Congreso, otros ministerios y hasta en propias oficinas de la Casa Rosada. Paradojas de la interna palaciega: mientras el ministro K se queda afuera, el periodista más mirado por el ultrakirchnerismo lanzaba la bomba al éter. 

En el Gobierno admiten que a veces no es fácil manejar los impulsos del Presidente, que en reiteradas ocasiones se traducen en fallidos posteos en las redes sociales o en declaraciones que obligan a activar las mangueras contra incendio. Algo de eso pasó el lunes por la noche. Es que la decisión de suspender por un mes las exportaciones de carne prácticamente no encuentra adeptos en el propio oficialismo. 

El universo cristinista, históricamente enfrentado con el campo, dice no encontrarle demasiado sentido a una decisión que sólo pretende atacar una de las tantas variables que inciden en la formación de los precios, y que “lo más probable es que otra vez estemos ante un error no forzado que lo obligue a Alberto a retroceder en chancletas”. Con más benevolencia, pero sin menos coincidencias en cuanto a los posibles resultados, en el peronismo no K alineado al mandatario tampoco albergan muchas esperanzas de éxito.

Es lógico que, junto a la pandemia, la escalada inflacionaria concentre la mayor atención y preocupación del Presidente. Y el problema se acrecienta cuando el fuego amigo recalienta un caldero donde debería amalgamarse una política económica fría, consensuada y con un horizonte claro. 

Alberto volvió enojado, tomó una medida unilateral y sacudió la interna del palacio 

El episodio por las tarifas entre Martín Guzmán y el subsecretario de Energía, Federico Basualdo, lejos de solucionarse se extiende a otras áreas. El kicrhnerismo le apunta al ministro de Economía por diversas políticas económicas con las que no está de acuerdo y le reclama acciones concretas para frenar la suba de precios. También pone en la mira al albertista Kulfas, quien debería encontrar puntos de acuerdo con los empresarios para tratar de conseguir alguno de esos gestos que tanto reclama, en público y en privado, el Presidente. 

Pero después viene la volea desde el entorno del Jefe de Estado. “¿De quién depende el control de los precios, quién maneja la Secretaría de Comercio Interior?” suelen preguntar con malicia. Los misiles a Paula Español son al corazón del kirchnerismo. Es decir, pese a los malos resultados de la política antiinflacionaria, los principales responsables responden a tribus diferentes y eso otorga equilibrio y, a la vez, obtura cualquier decisión. 

Español cuenta con el respaldo de Cristina y el antecedente de Basualdo. Kulfas sigue siendo un hombre muy cercano al Presidente. Y Guzmán, quien aparece como el fusible más probable, tiene precisamente como salvoconducto no revistar como puro en ningún lado. Si se fuera el ministro de Economía se abriría una lucha sin cuartel.

Alberto volvió enojado, tomó una medida unilateral y sacudió la interna del palacio 

Español es una de las candidatas que el kirchnerismo tiene para sucederlo. El albertismo bajo ningún aspecto quiere entregar esa silla. En las últimas horas, y siempre ante un eventual cambio en Economía, se comenzó a barajar una alternativa. Alguien a quien desde cerca del despacho presidencial empiezan a considerar como una salida factible, sobre todo por su perfil técnico y porque, sin ser de La Cámpora, trabaja muy cerca de uno de los jefes de esa organización. Esa salida salomónica es mujer y sueña con ser algún día presidenta de uno de los clubes de fútbol más populares del país.

Mientras, Alberto busca salir por arriba de esas peleas de poder y ponerse al frente de la lucha contra la inflación. Su primera medida concreta, sin embargo, no adquirió demasiada adhesión, ni entre los propios. 
 

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