La escalada acelerada de precios revivió los fantasmas de un pasado cercano. Qué variables pueden resucitar a la hiperinflación y qué consecuencias políticas puede traer si no se combate
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El aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios existentes en el mercado durante un determinado período de tiempo es la definición económica que se ajusta para definir a la inflación. Sin embargo, para los argentinos es un flagelo que lleva décadas y es parte de la matriz, como también la piedra en el zapato de la política y la sociedad en su conjunto.
En los últimos meses el crecimiento de precios estuvo lejos de calmarse y si bien se podrían encontrar diferentes variables, como también explicaciones internas y externas, el golpe al bolsillo de la clase media y las más vulnerables deja expuesta una crisis que revive los peores fantasmas del fin de la década del ochenta, cuando un fenómeno hiperinflacionario se llevó puesto, entre otras causas, al gobierno radical de Raúl Alfonsín.
Si bien en los noventa se encontró una solución a ese proceso, la estabilidad cambiaria que trajo la convertibilidad, solamente duraría una década. Tras el cimbronazo de la crisis del 2001 y la salida de la paridad que equiparaba el valor del dólar con el del peso argentino trajo una vez más a la inflación como la principal preocupación de los argentinos.
Diferentes gobiernos buscaron poner un coto a la suba de precios con medidas poco efectivas, no obstante en los últimos años, los índices se volvieron cada vez más altos, llegando a cifras que superan el 50 por ciento.
En los últimos meses, la administración de Alberto Fernández, intentó hacer pie en medio de una crisis política y económica que puso a su gestión en los valores más bajos de respaldo e imagen positiva. A la par, y según datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC), el nivel general del Índice de precios al consumidor registró un alza mensual de 4,7% en febrero de 2022 y una variación interanual de 52,3%. Mientras que el panorama para los números de marzo lejos están de ser inferiores y se espera un número por arriba del 53%, equiparando o superando la inflación acumulada de 2019, el último año de la administración de Mauricio Macri, que llegó a registrar un 53,8%, siendo la más alta desde 1991.
En este contexto, el aumento de precios comenzó a sentirse en la población. Un reciente estudio de la consultora Reale - Dalla Torre, dio a conocer que en términos de clima social, los datos no son alentadores para la gestión de Alberto Fernández. Entre las principales preocupaciones ciudadanas se posiciona la inflación, con un 69,2%; inseguridad, con un 59%; y desempleo, con un 52,4%.
Si bien el escenario respecto a la crisis hiperinflacionaria de fines de los ochenta es diferente, el malestar comienza a notarse cada vez más. En términos económicos son varios los economistas que toman distancia. Orlando Ferreres, que fue viceministro de economía de la Nación en 1989, señaló a La Tecla que “la situación es distinta”, sin embargo alertó que el gobierno “tiene el peligro que se escape una hiper o algo parecido”.
Los ochenta, dos planes y un final anunciado
Tras cambios en el ministerio de economía y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que establecía el reescalonamiento del pago de la deuda externa que vencía ese año y el otorgamiento de un crédito suplementario de 4.200 millones de dólares, el gobierno radical puso en 1985 manos a la obra para frenar la creciente inflación que crecía por entonces un 1% diario.
El flamante ministro, Juan Vital Sourrouille, puso en marcha el denominado “Plan Austral” que fue un programa de estabilización monetaria por el cual se cambió la denominación monetaria (de peso argentino al austral).
El programa, iniciado en junio de 1985, fue del tipo "política de shock" y logró contener la inflación rápidamente sin frenar el crecimiento económico. Sin embargo, terminó en los hechos cuando hacia 1988 un rebrote inflacionario forzó a crear un nuevo programa, conocido como Plan Primavera, que no lograría evitar la hiperinflación de 1989 y 1990, que terminaría en la renuncia de Alfonsín y en una transición al presidente electo Carlos Saúl Menem.
Orlando Ferreres (economista – exviceministro economía de la Nación) “El Gobierno tiene que suavizar todas las variables y armonizar los precios relativos”
Orlando Ferreres fue viceministro de economía de la Nación en 1989, cuando asumió la presidencia de Carlos Menem. En diálogo con La Tecla comparó la situación actual de inflación con la hiperinflación del año en el que el radical Raúl Alfonsín le pasó el mando al riojano.
- ¿Hay alguna similitud entre la situación inflacionaria actual y la hiper del ’89? - Hay más déficit fiscal, más emisión monetaria, la inflación llegaba al 50 por ciento mensual en la hiper y ahora tenemos diez veces menos. La situación es distinta.
-¿Qué cosas no debe hacer el Gobierno para no llegar a esa situación? - Tiene que tratar de suavizar todas las variables y llegar a una armonía con todos los precios relativos, porque tiene el peligro que se escape una hiper o algo parecido. Evidentemente una hiper es difícil de controlar, pero se hace con un tipo de cambio fijo y alto y con eso se estabiliza mucho la economía. Pero tiene que ser lo suficientemente alto para que no genere una nueva caída.
- ¿Tiene autoridad el Gobierno como para tomar una medida como para que los mercado, el empresariado y otros elementos que componen la economía le respondan? -No creo que le den mucha importancia a lo que diga el Gobierno. Pero hay menos pobreza, desempleo y el crecimiento económico en tres y medio o cuatro son cifras que no son de descontrol, por lo menos por ahora. Si mantiene el control es lo que ayuda a no irse a la hiperinflación.
Patricio Lons (historiador) “Argentina no tiene un proyecto económico e industrial de acuerdo a sus capacidades y posibilidades”
El historiador Patricio Lons analizó la situación actual en comparación con la hiperinflación de fines de la década del 80.
- ¿Hay alguna similitud entre la situación inflacionaria actual y la hiper del ’89? - En 1989 la hiperinflación tuvo dos mil o tres por ciento. El paralelo que se puede hacer del período inflacionario que lleva décadas, es que Argentina no tiene un proyecto económico, industrial y financiero de acuerdo a sus capacidades y posibilidades por su historia. No hay un plan estratégico. El secreto de la economía está en que haya crédito barato y abundante para respaldar la producción de bienes y servicios en lo que un país es eficiente. Argentina, en primer lugar, debería impulsar una agroindustria, detrás de eso se puede impulsar la industria de la energía, las comunicaciones y del transporte. Y con eso se puede impulsar la minería y después una industria naval mercante.
El último proyecto en defensa de la industria y el agro termina en 1976 con el gobierno de María Estela Martínez y de ahí gira a un país tomador de créditos financieros.
-¿Qué variables debería poner énfasis para que no suceda una situación como la de 1989? -En primer lugar, hay que bajar los gastos del estado. No podés tener 22 ministerios, bajalos a ocho. No se por qué tiene que haber tres senadores en vez de dos y no se por qué los sueldos de legisladores y ministros tienen que ser tan altos. El estado tiene que ahorrar en estas cosas y estas cosas no lo hace. Argentina no ha mandado a disputas internacionales si la deuda externa es legítima.
Carlos Germano (analista político) “No hay ningún plan diferente a lo que se viene haciendo en los últimos 50 años”
El analista y consultor político Carlos Germano, dialogó con La Tecla acerca del clima de tensión económica y desconfianza política. Al respecto señaló: "Creo que con los niveles inflacionarios que tiene la Argentina, en el cual no hay ningún plan diferente a lo que se viene haciendo en los últimos 50 años, es muy difícil presentarse o ganar una elección con niveles que superan el 50 por ciento y están creciendo, sin ninguna idea diferente como los controles, que tienden a fracasar, o los acuerdos sectoriales y hay un dato central porque la gente perdió la confianza y este es un gobierno en el cual se devaluó mucho la figura y la palabra del presidente y se ve una ruptura implícita del Frente de Todos".
En esta misma línea sostuvo que : "Para enfrentar estos problemas debe darse una unidad de concepción que el Frente de Todos no la tiene. Hay críticas feroces al ministro de economía (Martín Guzmán), que además no lleva la batuta en esta pelea. También está el presidente que anunció una guerra contra la inflación y para la gran mayoría de los argentinos es difícil llegar a fin de mes. Para mí es un final cantado".
"No veo confianza hacia las políticas de este gobierno y fundamentalmente no hay confianza al presidente de la república, y va a ser muy difícil crear un ánimo de confianza en la figura de Alberto Fernández que quedó devaluada" concluyó.