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Viernes, 27 diciembre 2024
Argentina
31 de diciembre de 1969
Entrevista

Luna de Avellaneda en Bahía Blanca

Jaime Linares tiene un pasado basquetbolista. El club Barracas, que lo consagró campeón, vivió momentos difíciles y estuvo por perder su “escuelita”. Hoy, el diputado encara el salvataje de la institución para que el lugar no quede en el olvido

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El club bahiense de Barracas Central tuvo su época de esplendor en las décadas del ´60 y del ´70, donde los vecinos comenzaban a soñar con títulos internacionales en la liga de básquet. Aquellos años hoy vuelven a cobrar vida, luego de que el club pasó uno de sus peores momentos de soledad. Hasta hace algunos meses sólo funcionaba una cancha de fútbol 5 para continuar manteniendo lo que quedaba de Barracas. Así, un grupo de ex jugadores de la liga, apasionados por el sueño de volver a ver a su club como 30 años atrás, decidió encarar las obras de remodelación y restauración para poner de pie el lugar que los vio crecer durante su adolescencia

Con recuerdos muy marcados y con ganas de cumplir con ese anhelo, el ex intendente de Bahía Blanca y actual presidente del bloque de Diputados de la Coalición Cívica, Jaime Linares, participa de la comisión y es uno de los impulsores para darle vida al club que lo consagró campeón en 1979.

“Parte de lo que somos se lo debemos a ese club”, dice Linares, mientras recuerda su pasado como jugador profesional de básquet.

Hace un tiempo el cine argentino también mostró lo que representan los clubes de barrios para la gente. Luna de Avellaneda retrata la historia pasional y nostálgica de los descendientes de los fundadores, que intentan recobrar los ideales de un club social, deportivo y cultural. Jaqueados por la crisis, la única salida que tienen es que su espacio barrial se convierta en un casino.

Salvando las diferencias con la cinta cinematográfica de Juan José Campanella, el referente de la Coalición en la Legislatura bonaerense asegura que “por suerte no llegamos a venderlo para que nuestro club se transforme en un bingo”, aunque aclara que “fue alquilado para juntar algunos pesos con el objetivo de empezar con la remodelación”.

-¿Qué significa el club para usted y para todos los jugadores de esa época?

-Jugué de los 16 a los 29 años en la Primera División. Eso me permitió participar de eventos importantes como finales en Bahía, dos veces, y salimos campeones, después de abandonar por dos años el básquet. Recuerdo que cuando salimos campeones ya estaba casado. Siempre estuve afectivamente vinculado con el club, porque pasé muchos años de la adolescencia ahí. Además hay que dar la posibilidad de devolver lo que nos dio. La idea es que los chicos tengan un ámbito de contención, de sociabilización y de camaradería. En el ´89 se dejó de jugar al básquet, entonces, con un grupo de cinco personas de esa época tuvimos el objetivo de volver a poner a Barracas en el calendario de la Asociación de Básquet, que en realidad sería uno de nuestros grandes sueños. El año que viene, el club cumple 80 años, por eso decidimos encarar este proyecto. También lo complementamos con actividades culturales, donde participa un coro, y suscribimos un convenio con la Orquesta Sinfónica provincial. Yo creo que lo vamos a habilitar oficialmente en 2009, relanzando las escuelas de básquet.

-¿El club debió cerrar sus puertas en algún momento?

-No. Quedó en algún momento languideciendo, porque alquilaron el estadio para hacer una cancha de fútbol 5, donde se sacaron algunos pesos para comenzar con la remodelación y las mejoras, pero en lo social no tiene ningún desarrollo.

-¿Y cuál es la respuesta de los vecinos al ver que su club está poniéndose de pie?

-En el barrio la gente está muy entusiasmada porque el club representa un lugar importante para todos nosotros y se estaba yendo despacito hacia el olvido, ahora se está impulsando nuevamente. Esto genera mucha expectativa. Es un barrio de clase media. Hay tres escuelas públicas a las que les cedimos el espacio para que hagan sus actividades físicas. Con esos chicos que van del colegio, más la escuela de básquet y la cancha de fútbol esperamos volver a ser una referencia en la zona.

-Es una especie de Luna de Avellaneda, salvando algunas diferencias con la película de Campanella.

-(Risas) Sí. Por suerte nosotros no lo vendimos para que se instale un bingo. Corremos con esa ventaja.

-Desde que iniciaron los trabajos, ¿cómo subvencionaron las obras que se realizaron?

-Tenemos un ingreso fijo con el fútbol 5, más el quincho que alquilamos. La idea es hacer un salón de fiesta con todas las comodidades, con entrada para discapacitados, por ejemplo. Entonces, el dinero que sacamos del fútbol lo derivamos para terminar el salón. También tenemos alrededor de 100 socios que aportan su cuota mensualmente.

-¿Cuáles son las obras que se llevaron a cabo y cuáles las que faltan realizar?

-Remodelamos varias áreas: reparamos el techo del estadio principal, se terminó el salón con calefacción y aire acondicionado, los baños para discapacitados y se pintó todo el club. Hace dos años que venimos con las obras, y ahora tenemos una pequeña escuela de básquet y otra de fútbol. Nos falta comprar el piso de madera para volver al básquet profesionalmente, con la participación de, por lo menos, tres divisiones federadas; estamos en vía de eso.

-¿Cuántas personas se encargan del club?

-Somos alrededor de diez personas. Nos juntamos una vez por semana. Un grupo se encarga del estadio, otro de las gestiones y el resto de la parte administrativa.

-Supongo que uno de los sueños es ver a Barracas terminado. ¿Hay otro anhelo que tenga la comisión?

-Ver que Barracas empiece a transitar el básquet profesional y, obviamente, verlo campeón (risas).

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