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Sábado, 22 febrero 2025
Argentina
31 de diciembre de 1969
Denuncia contra un fiscal

Una madre desesperada ruega a la Corte bonaerense

La causa por abuso deshonesto en perjuicio de sus propias hijas que la doctora Mariela Zaldúa le inició a su ex marido, el fiscal federal de Dolores, Ramiro González llegó al máximo tribunal de la Provincia. El pedido de la letrada

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“La gravedad de los hechos que me toca vivir como madre, sumada a la responsabilidad que me cabe, me colocan en la necesidad de arrimar a este Superior Tribunal los elementos demostrativos de los últimos pasos dados en el fuero penal, los que favorecen mi posición y aquellos que no lo hacen por el momento, buscando el arribo a la verdad y, sobre todas las cosas, preservar la salud psicofísica de aquellas personas que destinalmente se encuentran bajo mi responsabilidad y por las que me mueve el sentimiento más elevado que podemos tener las humanas: el amor de madre”.



De esta manera, la doctora Mariela Zaldúa se dirige al presidente de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, Juan Carlos Hitters. La joven abogada asegura que confía plenamente en sus defensores y en la Justicia. Sin embargo, el camino se hace largo, y lo que a priori pareciera cosa juzgada, continúa dilatándose y boyando de un tribunal a otro sin, aparentemente, ningún tipo de sentido. Antes de la apelación ante la Corte, el caso pasó por la Cámara Civil y Comercial de Dolores, que dispuso la reanudación del régimen de visitas de las niñas con su padre.



El matrimonio conformado por la doctora Mariela Zaldúa y el fiscal federal de Dolores, Ramiro González, se disolvió a principios de 2007, por razones ajenas a lo conocido un par de meses después. “…cuando el padre devolvió a la menor al hogar, en horas de la tarde del día 24 de abril de 2008, al proceder la madre a desvestirla para bañarla, la nena manifestó tener dolores en la vagina. Al observarla, la mamá notó como un rasguño de aproximadamente un centímetro o un centímetro y medio de largo en la parte interna. Cuando el padre se la llevó no tenía ninguna lesión…”. Este apartado se desprende del fallo de la Jueza de Paz de Castelli, María Carlotta Pascua, que es donde primero fue a parar la causa y donde se sintieron más protegidas y/o comprendidas tanto la doctora Zaldúa como su amiga y abogada defensora, Lía Perroni.



“Al principio no lo podía creer, pero comencé a tratarlas con psicólogas. Los psicodiagnósticos ratificaron cada uno de los relatos de las nenas”, manifiesta la mujer oriunda de Chascomús y hoy radicada en Buenos Aires. Y continúa: “Todo terminó, el 28 de abril último, en la internación de la más pequeña en el sanatorio Mater Dei, de Buenos Aires, víctima de lesiones internas y externas, y una grave infección como consecuencia de abuso sexual”.



Ese mismo día, la ex esposa del hombre acusado de abusar sexualmente de sus hijas realizó la denuncia de forma inmediata, con los psicodiagnósticos en la mano y el acompañamiento de las psicólogas y profesionales del sanatorio, que se atrevieron a salir de testigos, “a pesar de las amenazas reiteradas a las que nos sometió González”, según una de las profesionales del centro asistencial.



En el expediente de la causa penal (Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción Nº 30 Secretaría 164), constan unos dieciséis llamados intimidatorios de González a su ex esposa, incluidas una amenaza de muerte a ella y su familia y una carta documento dirigida a las psicólogas que asisten a las niñas.



“Quiero pensar que la Justicia va a actuar con los ojos vendados, defendiendo los derechos elementales de mis hijas a la integridad física y psíquica, como lo establece la Convención Internacional de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes; quiero que se sientan merecedoras de una vida digna y que entiendan que nuestra condición de mujeres no es sinónimo de victimización ni de andar ocultándonos por el mundo”, relata, apretándose el pecho, la madre de las dos nenas, que juegan en el patio del edificio mientras la nota va llegando a su fin.



A sabiendas de los antecedentes de la Corte, siempre fallando en favor de los derechos del niño, es que Mariela Zaldúa ruega e implora que se respete y preserve la salud física y mental de sus hijas. “Papá es malo”, “Nos lastima”, “En la cola, y nos ponía un palo con pimienta”, “Pasaba en su casa”, “En la cola”, “No me gusta porque me hacía daño”. Estas son partes de los desgarradores relatos de las dos pequeñas, que desde hace un año no ven a su padre y que, según su mamá, “han recuperado la alegría, engordaron, salen a jugar, tienen nuevos amiguitos, están contentas y pudieron elevar su autoestima”.



“Sólo pido que se respeten sus derechos, el derecho de no querer ver a su padre, por sobre la necesidad del padre -si se le puede llamar padre- de reanudar el régimen de visitas”, sentencia la joven letrada, mientras recuerda algunas de las frases de especialistas en la materia que se encargó de transcribir en una reciente presentación dirigida al titular del máximo tribunal bonaerense: “…el silencio que el abusador impone a la niña o al niño mediante amenazas, es reforzado por la actitud de la sociedad, que mira para otro lado…”, “…el chiquito se cansa de contar, siente que no le creen, en definitiva, vuelve a ser revictimizado; y ese contexto es aprovechado por los abusadores para llevar adelante estrategias legales agresivas, que tienen como fin desacreditar a los niños o a los denunciantes...".

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