6 de abril de 2011
DURA ENCUESTA
Pobres e inmigrantes, al podio de la discriminación
Un informe de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense señala que los pobres y los inmigrantes de naciones limítrofes son las personas más discriminadas por la mayoría de la población. Los números de un informe que muestran la cara oculta de una sociedad que en muchos casos pregona una cosa y hace otra totalmente diferente
El diccionario de la Real Academia Española, define a la discriminación como la “Ideología o comportamiento social que separa y considera inferiores a las personas por su raza, clase social, sexo, religión u otros motivos ideológicos”.
Hoy en día, la discriminación es uno de los problemas que más avanza en buena parte de la sociedad argentina, que desvía culpas propias en otros, responsabilizando a distintas personas de los problemas que ellos mismos no pueden resolver por propia incapacidad.
Alguna vez una revista de tirada nacional supo poner como título de tapa “La invasión silenciosa”, colocando en la foto de portada a un inmigrante de un país limítrofe con el fondo del obelisco detrás, marcando una brutal discriminación hacia los inmigrantes que viven en nuestro país y que son injustamente atacados por los problemas estructurales que vive la Argentina desde hace años.
Un informe efectuado por la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, asegura que los pobres y los inmigrantes venidos de países limítrofes, son las mayores víctimas de la absurda discriminación, relegando a los gays y a quienes padecen el HIV Sida.
En esta lista de personas discriminadas, que sacan a relucir lo más oscuro de la sociedad argentina, los pobres o personas con bajos recursos económicos son los que la encabezan con el 67,5 por ciento de las menciones, seguido por las personas provenientes de países limítrofes, principalmente Paraguay y Bolivia, con el 48,9% de menciones.
En un segundo plano, se encuentran las personas con discapacidad con el 23,5%; las personas con algún tipo de sobrepeso con el 16,3%; los gays, homosexuales y minorías sexuales con el 16,3%; y los enfermos de HIV Sida con el 16,1%.
Cuando se adentró más en el por qué se discriminaba, el estudio dilucidó que el 28,8% de las discriminaciones viene dada por el color de la piel; el 27,5% por la xenofobia; y el 21,2% por el nivel socioeconómico de las personas.
El estudio también reveló que la respuesta más común ante una situación de discriminación es la indiferencia, según el 74% de los encuestados. En tanto, sólo el 14,4% cree que se reprueba la acción y el 5,5% opinó que se interviene activamente contra el agresor. No obstante, un 49,7% de la población dijo que le da mucha importancia a la discriminación; el 34,1%, mediana importancia; el 10,6% baja y el 3,5% nula o ninguna.
Pero el estudio no quedó sólo allí, sino que se consultó a las personas a quien no querrían tener como vecinos, a lo que el 33,6% respondió que a los vendedores de droga, el 29,5% a los adictos a distintos estupefacientes, y el 17,3% no querría compartir el barrio con barrabravas de los equipos de fútbol o personas violentas en su accionar diario.
Además, el informe de la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense observa que el 28,7% de los encuestados reconoció haber sido discriminado alguna vez en su vida, llevando la delantera en esos casos el aspecto físico en un 25% y en segundo lugar la pobreza con el 24%. A su vez, el 85% de las personas cree que hay hechos de discriminación en el territorio provincial, donde el 44,9% afirma que la discriminación es frecuente y el 41,1% cree que hay bastante.
Otro de los apartados rescata que el 57% de los consultados asegura haber presenciado al menos una situación de discriminación hacia otras personas, y que la actitud asumida por ellos en ese caso fue el de dialogar en el 40,1% de los casos, el 22,6% respondió el enojo y queja, el 12,0% aceptar la discriminación o ignorar, el 11% enfrentar y el 10,3%, ayudar, intervenir y defender.
A pesar de estar en pleno siglo XXI, donde estas prácticas desde lo discursivo parecen estar totalmente acabadas, este estudio del organismo bonaerense muestra una realidad incontrastable a la que se debe vencer no sólo con bellas palabras desde los atriles oficiales, sino que se debe hacer con fuertes políticas de estado, principalmente la educación en los colegios, para terminar de una buena vez con un flagelo social que asciende en vez de descender.
Números que muestran hasta qué punto se ha vuelto habitual en la Argentina discriminar a las personas por su condición social, religión, país de origen, color de piel u orientación sexual en un territorio que supo ser el crisol de razas y que dio la posibilidad a todos los hombres del mundo de habitar nuestro suelo, dejando en claro un motivo más para la creciente decadencia nacional que no se detiene, y que sumerge a nuestro país al borde del precipicio moral.