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Argentina
21 de julio de 2011
ELECCIONES 2011

Monjes y talibanes definen el tono de la campaña

El proceso proselitista se hará más intenso en los próximos días. Quiénes se aprestan a utilizar munición gruesa y quiénes se mantendrán dentro de la moderación. Los desafíos del oficialismo para conciliar los modos de Daniel Scioli con los de Gabriel Mariotto

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El mensaje pacificador o la bomba, el convencimiento de los fieles sin ofensas a terceros o el ataque a los rivales para sacarles poder de fuego y favoritismos populares; en esa disyuntiva entran siempre las fuerzas políticas cuando se aprontan para una contienda electoral. Generalmente, quien está en el poder y busca seguir, la juega de pacificador, y la oposición se pinta la cara y suministra pólvora a las campañas.

Sin embargo, en la Argentina actual la frontera entre lo que podríamos llamar monjes y talibanes no está tan bien delimitada. Existen sectores de la oposición moderados y hasta espacios con diferente nivel de virulencia discursiva.

Nadie puede negar que en UDeSo el candidato a Presidente, Ricardo Alfonsín, sin ser un monje, se viste menos de guerrero que el postulante a la Gobernación, Francisco de Narváez, y su compañera de fórmula, Mónica López. A la inversa sucede con Eduardo Duhalde, que apela constantemente a las frases picantes contra el Gobierno, y el tono más aplacado de Eduardo Amadeo, el aspirante a gobernar la Provincia. Gustan poco de la guerra en el espacio conformado por socialistas y radicales disidentes. Lo contrario sucede con los soldados de Elisa Carrió, que construyen permanentemente desde la confrontación.

Donde la frontera más se confunde es en el gobernante Frente para la Victoria. El ultrakirchnerismo se siente cómodo cuando hay peleas por dar, sin medir, a veces, rivales ni tiempos. Lo hace la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y lo potencian sus acólitos.

Gabriel Mariotto, el hombre elegido para acompañar a Daniel Scioli en la fórmula bonaerense, no es, precisamente, un moderado, como sí lo es el Gobernador. ¿Cómo conciliarán, entonces, una campaña en la que deberán aparecer, al menos algunas veces, juntos y demostrando convivencia amigable?

Scioli no se saldrá de su carril ni, mucho menos, abandonará el tono pacífico que lo caracteriza. Mariotto tampoco cambiará su estilo, y dirá lo que le venga en gana si tiene el visto bueno de la Rosada, además de ser el sostén de La Cámpora.

El “no vamos a hablar mal de nadie” se hace carne en el gobierno bonaerense, y sólo cuando sea de extrema necesidad salir a contestar, lo harán otros y no directamente el Gobernador. Tiene para ello funcionarios que interpretan muy bien ese rol. “Mi campaña es la gestión”, reitera el mandatario.

Serán esporádicas las salidas conjuntas de Scioli y Mariotto, aunque en las últimas horas se ajustaron algunos detalles de agenda que les permitirán compartir escenarios, sobre todo en universidades, donde el actual titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), desde donde ejecuta la ley de Medios, parece basar su campaña y su construcción política. También se reiterarán, como ya sucedió en la Quinta sección, reuniones con referentes políticos de cada una de las regiones electorales. El próximo paso es la Sexta.

Scioli, en tanto, invitará al segundo de la fórmula a actos de gestión fuera de la Gobernación y que encierren cierta informalidad, como las jornadas barriales organizadas los sábados por Soluciones Ya. En uno de esos encuentros, en Avellaneda, el mandatario dejó que Mariotto también se permitiera alguna foto cediendo escrituras. Sin decirlo, Scioli marca la cancha sobre la propiedad del poder político bonaerense.

Los integrantes de la fórmula oficial del FpV amoldarán sus estilos disímiles durante la campaña, en un ensayo de la convivencia a la que se verán obligados por cuatro años si vencen en octubre.

Desde el mariottismo se dice que “las diferencias entre ambos suman a la campaña”, y determinan roles y sectores a cada uno de los integrantes de la fórmula. En el búnker sciolista, en tanto, harán todo lo posible para que en la época proselitista se imponga la moderación del monje y no otro estilo.

LEA LA NOTA COMPLETA EN LA EDICION Nº 424 DE REVISTA LA TECLA

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