El jueves, el Ministerio de Hacienda nacional adjudicó 422 millones de dólares en Letras del Tesoro (Letes), a un año, pagando 5,7% de tasa real por tal operatoria. Se adjudicó prácticamente toda la demanda. A algunos analistas con muchas ganas de ser creyentes, le pareció ver a través de esta colocación, rasgos de un rebote en ciernes, entendiendo que la demanda de pesos empezaría a mostrar síntomas de recuperación. Una interpretación alternativa, seria que aún muchos inversores financieros dudan si arriesgarse a quedar atrapados en un papel del Estado argentino a 1 año que tiene poquísima liquidez, aunque sea dolarizado, y que prefieren quedarse cortos aprovechando las altísimas tasas en pesos, esperando y viendo las señales para decidir si quedarse o buscar liquidez en dólares y huir.
Basta una rápida mirada al panorama, para advertir que un canje equivalente a menos del 1% del stock de Lebacs, que es la bomba que urge desactivar (aunque mas no sea para “patear” el problema por un año, dolarizándolo), no alcanza para justificar seriamente mucho optimismo. Y menos aún, en un contexto de astronómicas tasas de interés en pesos, y considerando que en esa misma jornada los papeles de deuda Ay24 rindieron 7,68% (los mismos que en 2017 llegaron a rendir 3,5%,).
El aumento del riesgo país pega, y obliga al gobierno a jugar con fuertísimos apretones monetarios y ventas de dólares el partido de los mercados cada semana. Ahora, viene el vencimiento de 1.500 millones de dólares en Letes. La semana siguiente, otro supermartes con vencimiento masivo de Lebacs por un equivalente a cerca de 20.000 millones de dólares. Los mercados, una pesadilla para las autoridades económicas, pero no la única.
Por el lado de la economía real, el panorama no aparece nada alentador. El Indice estimador de actividad industrial EMI en mayo fue negativo (-1,2%), mientras que la Venta de Inmuebles fue -8,7% y el índice ISAC (construcción) arrojó -5,8%. Datos de junio muestran peores comportamientos: Indice Construya -6,9%; despachos de cemento -2,8%; producción automotriz -13,4%; Ventas domésticas de 0km -31,0%; total de ventas automotor incl usados -18,2%; Ventas minoristas CAME -4,6%. Las ventas de combustible también cayeron, 13%. En síntesis, los indicadores de actividad muestran que la economía real está acusando fuertemente el impacto de la crisis en los mercados, y esto recién empieza.
La economía de la gente se complica, atrapada entre esta crisis de mercados y el debilitamiento de la economía real, en un contexto de corte claramente estanflacionario, con la volatilidad cambiaria impulsando la inflación y la caída del ingreso disponible de las familias y de las ventas de los distintos sectores, como el más importante pero doloroso dique de contención a la escalada de precios.
La dinámica de esta compleja situación económica responde a la desconfianza de los mercados, que ni el acuerdo con el FMI ni la calificación MSCI como mercado emergente, alcanzaron a contener. Las altísimas tasas establecidas para intentar defender la demanda de pesos y contener la huida de divisas, aumentan las necesidades de ajuste fiscal para garantizar el repago de las onerosas colocaciones, configurando un circulo vicioso muy peligroso, que si sale mal nos retrotrae a las peores pesadillas de nuestra historia.
Perder la confianza es relativamente fácil, recuperarla, extremadamente difícil. Especialmente, porque el gobierno nacional debería pasar de su estrategia de ir por detrás de las expectativas de los mercados, a ponerse por delante. O sea, recuperar el tiempo perdido a partir de sus errores de diagnostico político y económico que lo llevaron a implantar el modelo gradualista, que –como hemos sostenido desde el inicio- estaba condenado al fracaso desde el momento en que fue anunciado. Y simultáneamente, lograr avances sustanciales en el ordenamiento macroeconómico, que le permitan convencer a los mercados sobre la sustentabilidad de la economía argentina y, por supuesto, su capacidad de repago del endeudamiento tomado.
Esto constituye un monumental desafío de gestión política, sobre todo para un gobierno que ha mostrado magistral solvencia en la práctica y cotillón del marketing político electoral, pero muy baja capacidad de gestión política no basada en concesiones económicas –hoy imposibles- a los distintos sectores. Y con el marketing político no alcanza para satisfacer las demandas de los mercados, ni mucho menos de la gente. Mientras tanto, habrá que seguir la evolución de los mercados, que seguirán al menos por varias semanas en estado crítico, como quien dice, entre algodones.
*Ex titular de Arba, especialista en políticas públicas y temas fiscales y económicos.